Ex Secretario General de la ONU y premio Nobel de la Paz
Kofi Annan, piel negra, máscaras blancas
Por Thierry Meyssan
Si bien el balance del trabajo de Kofi Annan cuando estuvo a la cabeza de la ONU mostró un éxito indiscutible en materia de administración, de gestión y de eficacia, las críticas son extremadamente numerosas en el plano político. Como secretario general, Kofi Annan se dedicó a adaptar la ONU al mundo unipolar y a la globalización de la hegemonía estadounidense. Puso en tela de juicio las bases ideológicas de la ONU y privó a esa organización de su capacidad para evitar y prevenir el estallido de conflictos. A pesar de todo ello, es precisamente Kofi Annan quien ha sido nombrado para resolver la crisis siria.
Red Voltaire | Damasco (Siria) | 29 de marzo de 2012
Kofi Annan, ex secretario general de la ONU y Premio Nobel de la Paz, ha sido designado enviado especial conjunto de Ban Ki-Mon y de Nabil ElArabi para negociar una solución pacifica de la crisis siria. Cuenta para ello con excepcional experiencia y con una imagen muy positiva, así que todos han saludado su nominación.
¿Qué representa este alto funcionario internacional? ¿Quién lo aupó hasta las más altas funciones? ¿Qué decisiones políticas tomó y qué compromisos asume actualmente? La discreción parece ser la única respuesta a todas esas preguntas, como si el cargo que desempeñó en el pasado constituyese una prueba de neutralidad.
Escogido y educado por la Fundación Ford y la CIA
Los ex colaboradores de Kofi Annan ponderan su amabilidad, su inteligencia y su sutileza. Dotado de una personalidad altamente carismática, su paso dejó una profunda huella ya que no se comportó como un simple «secretario» de la ONU sino más bien como el «general» de las Naciones Unidas, tomando iniciativas que dieron nueva vida a una organización empantanada en la burocracia. Todo eso se sabe y se ha repetido hasta la saciedad. Sus excepcionales cualidades profesionales le valieron el Premio Nóbel de la Paz, a pesar de que ese honor teóricamente debería recompensar un compromiso político personal, no una carrera de administrador.
Kofi y su hermana gemela Efua Atta nacieron el 8 de abril de 1938 en el seno de una familia aristocrática de la Costa de Oro del golfo de Guinea. Su padre era el jefe tribal de la etnia fante y gobernador electo de la provincia de Ashanti. A pesar de ser contrario a la dominación británica, fue un fiel servidor de la Corona. Participó, junto a otros notables, en el primer movimiento de descolonización, pero vio con inquietud y sospecha la agitación revolucionaria de Kwame Nkrumah.
En todo caso, los esfuerzos de Nkrumah condujeron a la independencia del país, bajo el nombre de Ghana, en 1957. Kofi tenía entonces 19 años. A pesar de no haber participado en la revolución, se convirtió en vicepresidente de la nueva asociación estudiantil nacional. Fue entonces cuando un reclutador de la Fundación Ford se fijó en él y lo incorporó a un programa de «líderes jóvenes». Ya en dicho programa, el joven Kofi fue invitado a un curso de verano en la universidad de Harvard. Después de comprobar su entusiasmo por Estados Unidos, la Fundación Ford le propuso una formación completa, primeramente como estudiante de Economía en el Macalester College de Minnesota y más tarde estudiando Relaciones Internacionales en el Instituto Universitario de Altos Estudios Internacionales de Ginebra.
Al término de la Segunda Guerra Mundial, la Fundación Ford, creada por el célebre industrial estadounidense Henry Ford, se convirtió en un instrumento no oficial de la política exterior de Estados Unidos, ofreciendo una pantalla respetable a las actividades de la CIA [1].
La vida de estudiante de Kofi Annan del otro lado del Atlántico (de 1959 a 1961) coincide con los momentos más difíciles de la lucha por los derechos civiles de los negros estadounidenses (el comienzo de la campaña de Martin Luther King en Birmingham). Asistió entonces, en Estados Unidos, a una especie de prolongación del proceso de descolonización que ya había conocido en Ghana, pero tampoco participó.
Satisfechos de sus resultados académicos y de su discreción en el plano político, sus mentores estadounidenses le abrieron las puertas de la Organización Mundial de la Salud, donde encontró su primer empleo. Después de 3 años de trabajo en la sede de Ginebra, pasó a formar parte de la Comisión Económica para África, con sede en Addis Abeba. Pero no contaba con suficientes diplomas como para poder aspirar a hacer carrera en la dirección de la ONU, así que regresó a Estados Unidos para estudiar administración en el Massachusetts Institute of Technology (MIT) (de 1971 a 1972). Trató de regresar a su país natal como director de Desarrollo Turístico pero, al verse continuamente en conflicto con el gobierno militar del general Acheampong, regresó a la ONU en 1976.
Una carrera brillante, con trágicos fracasos
En la ONU ocupó diversas funciones, primeramente en el seno de la UNEF II (la fuerza de interposición entre Israel y Egipto creada después de la guerra de octubre de 1973) y más tarde como director de personal de la Oficina de Refugiados (UNHCR). Conoce entonces a la abogada Nane Lagergren y se casa con ella en segundas nupcias. Esta abogada sueca es la sobrina de Raoul Wallenberg, representante oficial de Suecia en Hungría durante la Segunda Guerra Mundial, célebre por haber salvado a cientos de judíos perseguidos mediante la entrega de pasaportes. Wallenberg trabajaba también para la OSS (la antecesora de la CIA) como agente de enlace de Estados Unidos con la resistencia húngara. Desapareció al final de la guerra y se dice que los soviéticos lo hicieron prisionero para acabar con la influencia estadounidense en Hungría. En todo caso, la feliz unión con la sobrina de Wallenberg abrió a Kofi Annan una serie de puertas que no lograba pasar, esencialmente las de las organizaciones judías.
El secretario general de la ONU Javier Pérez de Cuellar nombró a Kofi Annan asistente a cargo de los recursos humanitarios y responsable de la seguridad del personal de la ONU (de 1987 a 1990). Cuando Irak decide la anexión de Kuwait, 900 empleados de la ONU se ven atrapados en aquel país. Kofi Annan logra negociar con Sadam Husein la salida del personal de la ONU, lo cual le proporciona prestigio en el seno de la organización. Se encargará después del presupuesto de la ONU (de 1990 a 1922) y, ya bajo el mandato de Butros Butros-Ghali, de las operaciones de paz (de 1993 a 1996), con un breve paréntesis como enviado especial para Yugoslavia.
Según el general canadiense Romeo Dallaire, comandante de los cascos azules en Ruanda, Kofi Annan no reaccionó ante sus numerosos avisos y demandas y sería, por lo tanto, el principal responsable de la inacción de la ONU durante el genocidio (cuyo balance se calcula en 800,000 muertos, esencialmente miembros de la etnia tutsi, entre los que también se cuentan opositores pertenecientes a la etnia hutu) [2].
Un escenario prácticamente idéntico se reprodujo en Bosnia, donde las fuerzas bosnio-serbias tomaron como rehenes a 400 soldados de la ONU. Kofi Annan no respondió entonces a los llamados del general Bernard Janvier y permitió así la ejecución de masacres que ya eran previsibles.
sábado, 31 de marzo de 2012
Conquista y colonización de Nicaragua 2a. parte
II. El régimen colonial
Aunque la consigna oficial de la colonización española consistía en pacificar, poblar y cristianizar al Nuevo Mundo, todo se hizo, como lo acusa la autora Ileana Rodríguez, a la inversa: la pacificación se tornó alboroto -violencia abierta o encubierta contra el nativo, diríamos nosotros-; la colonización, despoblamiento; la cristianización, endoctrinamiento: esto es, imposición forzosa de una doctrina 1.
En efecto, lejos de la fachada “civilizante” que se dio y se ha pretendido dar aún en el presente al dominio colonial, éste impuso a sangre y fuego, contando con el oportuno apoyo ideológico de la mayoría de los misioneros religiosos, una serie de instituciones de sometimiento y explotación al indio, al negro y a sus respectivas mezclas. Entre esas instituciones sobresalieron el repartimiento y la encomienda.
Estructuras coloniales
El repartimiento era la distribución de la tierra conquistada entre los conquistadores españoles, tierras que se adjudicaban a cada uno de ellos en particular, en determinada extensión, en calidad de propiedad privada, para la construcción de viviendas o para explotarlas para la ganadería o la agricultura.
La encomienda, en cambio, fue la forma encubierta de repartimiento de indios, que desde un inicio exigieron los conquistadores “como otra regalía o recompensa patrimonial” con el objeto de ocuparlos en calidad de mano de obra para explotar la tierra o para la realización de otros trabajos urbanos o rurales2. Dicho de otra forma, el repartimiento significaba el arrebato de tierras que el conquistador practicaba contra el indio, en tanto que la encomienda -supuestamente destinada a cuidarlo y cristianizarlo- implicaba, de hecho, la esclavitud encubierta impuesta al poblador americano. Se quería, así, dar la impresión de que éste no era propiedad privada del encomendero, cuando en realidad sí lo era.
Ahora bien, a la forma en que se legalizó la conquista del Nuevo Mundo se le denominó requerimiento lo que, al decir de Jorge Eduardo Arellano, era una “fórmula teocéntrica que permitía la esclavización de los indios y el despojo de sus bienes”3. Era, en principio, un documento que, la mayor de las veces, fue leído a mucha distancia de las poblaciones indias y, además, en el lenguaje de los conquistadores. Al respecto, el notable autor guatemalteco Severo Martínez Peláez, escribe:
“Demás está decir que este macabro truco legal sirvió en todas partes (...) para encubrir violaciones y ruina para los nativos. Hubo ocasiones en que se leyó desde lo alto de una colina, a distancia en que los indígenas no podían siquiera escucharlo, no digamos ya entenderlo. Otras veces se leyó a gritos mientras los indios huían por los montes. Hubo también en que se leyó desde la cubierta de un navío, antes de desembarcar a hacer redadas de esclavos”4.
El requerimiento, que fue la base del supuesto diálogo que Gil González “estableció” con Nicarao (¿Macuilmiquiztli?) y Diriangén, entre otros caciques, hacía "saber" a los aborígenes del Nuevo Mundo:
“Que había un sólo Dios, creador de todas las cosas, al cual sólo adoraban los hombres: y que todos los ídolos eran por inducción del diablo: y que este Dios crió, sobre todas las creaturas humanas, a este hombre, el más noble y mandó que fuese para su uso y servicio: y que para que el hombre viviese más políticamente y se apartase del mal y obrase bien, de manera que después de la muerte mereciese la eterna gloria, que está aparejada, ordenó ciertos mandamientos que se les habían de dar a entender con el tiempo, y estableció la Iglesia para bien de todos, y para ministro de esta Iglesia dejó a un hombre llamado San Pedro, con su poder, para que como Vicario suyo pudiese quitar y poner las cosas de él. Y que este San Pedro estableció reyes en el universo, los cuales habían estado y estaban debajo de la obediencia y amparo de la Iglesia: y que después de su muerte habían sucedido pontífices, a quienes había quedado su poder: y que uno de estos pontífices, teniendo noticias que las gentes de estas partes no conocían a Dios, sino que antes le ofendían adorando dioses falsos y haciendo otras abominaciones con que innumerables ánimas se iban al infierno, hizo donación de estas tierras a los católicos reyes de Castilla y de León5: y que por virtud de esta gracia les debían vasallaje: y que para les hacer saber estas cosas enviaba a los cristianos, para que entendiesen que todos los que quisiesen obedecer serían amparados en sus personas y bienes, sin hacer agravios, y que los que no quisiesen obedecer y dejar sus ritos serían castigados como gentes que no querían el conocimiento de Dios y eran rebeldes a su Rey natural y como tales se les haría la guerra” 6.
Nada puede acusar con tanta fuerza al dominio colonial, particularmente a un instrumento suyo como el requerimiento, que el argumento que en su contra provenga, sin que forzosamente sea esa la intención, de aquéllos que estaban plena y conscientemente a su servicio. Oviedo, el más respetado cronista de la Corona española, comprendiendo que los indios no podían comprender el requerimiento, en una ocasión aconsejó que si no había quien pudiera hacérselos comprender, se guardara hasta que hubiera un indio en una jaula, “para que despaçio lo aprenda é el señor obispo se lo dé á entender”7. El cronista expresaba que desearía que el requerimiento se hiciera “entender primero como cosa excusada (…) Yo pregunté después, el año de mil é quinientos e diez y seys, al dotor Palaçios Rubios, porqué él havia ordenado aquel requerimiento, si quedaba satisfecha la conciencia de los chripstianos con aquel requerimiento; é díxome que sí, si se hiçiesse como el requerimiento lo diçe. Mas parésçeme que se ría muchas veçes, quando yo le contaba desta jornada y otras que algunos capitanes después avian hecho, y mucho mas me pudiera yo reyr de él y de sus letras (que estaba reputado por grand varon, y por tal tenia lugar en el Consejo Real de Castilla), si pensaba que lo que diçe aquel requerimiento lo avian de entender los indios, sin discurso de años e tiempo” 8.
Mecanismo importante para la sujeción y explotación del indio fueron los llamados pueblos de indios. La razón de ser de tales pueblos consistía en garantizar la conservación del régimen colonial de la forma que sigue:
“El carácter agrupado de las viviendas [nativas] facilitaba grandemente el control de las autoridades españolas sobre ellos, sus prestaciones en trabajo a los vecinos españoles, y el pago del tributo, que iba en mayor parte a la Corona y en menor medida a los encomenderos... La forma de organización de los pueblos permitía a la vez que de ellos saliera mano de obra “de libre” contratación, muy barata y sin menoscabo de la obligatoria”9.
Ocurre, pues, que en la época anterior a la conquista, la población nativa tendía a la dispersión, pero, después de ello, la legislación colonial, a fin de facilitar la administración civil, militar y religiosa, impuso, al decir de Germán Romero el hábitat agrupado 10.
El orden agrario colonial
Según el modelo clásico de Severo Martínez Peláez, el dominio colonial impuso el siguiente orden agrario en Centroamérica:
a) El señorío de la Corona, por derecho de conquista, sobre la totalidad de las tierras que se obtienen mediante una merced (tierras realengas).
b) La tierra como aliciente para impulsar la conquista y la colonización, por la posibilidad de conversión del colono en latifundista.
c) Los derechos creados por la ocupación prolongada, lo que conjugado con la constante necesidad de fondos para el tesoro real llevó a que se permitiera la legalización “a posteriori” de la posesión de las tierras realengas o indígenas, usurpadas a través de una suma a la Corona (composición de tierras).
d) La asignación de suficientes tierras a los indígenas, con lo que se garantizaba la reproducción de la fuerza de trabajo.
e) El bloqueo agrario a los mestizos 11.
Uso y tenencia de la tierra y formas de propiedad indígena
En relación con el uso y tenencia de la tierra, la colonia estableció el siguiente orden:
-Tierras ejidales. Pertenecían a toda la comunidad indígena. Servían de reserva forestal, para todos los usos artesanales y de combustible. No se podían cultivar.
-Tierras del común. Eran las que se asignaban a las diferentes familias indias. Los españoles introdujeron la propiedad privada de la tierra 12.
Cada comunidad indígena poseía sus propios bienes colectivos (tierras, ganados y dinero en efectivo). Cada indígena tenía derecho al usufructo de unas parcelas, pero sin poder enajenarla de ninguna forma. Cultivaban maíz, frijoles, algodón y plátanos. Las únicas innovaciones técnicas fueron la carreta de tracción bovina y la macana 13.
Existían haciendas ganaderas cuyo producto se destinaba al culto de la religión, las cofradías -que existían en todos los pueblos- se creaban gracias a las limosnas de los indígenas.
Las cajas de comunidades eran otra forma de propiedad colectiva. Todos los indígenas estaban obligados a pagar el impuesto de comunidad, bajo la forma de prestación de servicios de pago en dinero efectivo 14.
Entre las poblaciones indígenas sólo existía la propiedad comunal de la tierra. Esta forma de propiedad, plantea Germán romero, fue protegida por las leyes españolas 15. Pero omite que la realidad era muy distinta a lo que las leyes rezaban, toda vez que el repartimiento y la encomienda, como señala Severo Martínez Peláez, se desarrollaron permanentemente a costa del indígena y sus bienes; incluso después que las Nuevas Leyes de Indias de 1542 transformaron estas estructuras en algo muy distinto de lo que habían sido al inicio de la época colonial. Así, según Germán Romero Vargas, a partir de estas leyes, los abusos contra los indígenas disminuyeron. Pero esta afirmación deja las cosas en un plano estrictamente positivista, ya que no explica la complejidad de los fenómenos que estuvieron presentes tras la promulgación de esas leyes.
Veremos, luego, más de cerca este asunto. Por ahora, sigamos el curso de los planteamientos de este autor respecto a las sociedades indígenas del Pacífico.
Las comunidades indígenas permanecieron en las mismas regiones que ocuparon durante siglos. El indígena que nacía en una comunidad vecina era considerado un extranjero o “laborío”16.
De la relación de los mestizos con la propiedad, Romero Vargas señala que era inexistente porque carecían de propiedad comunal. La mayoría de ellos carecía, además, de recursos económicos que le permitiera desplegar “una actividad agrícola o ganadera importante (...) aquellos que lograron acceder a la posesión de la tierra lo hicieron en pequeña escala y en forma independiente. Las tierras que utilizaban eran, en algunos casos, tomadas en arriendo de las que los indígenas tenían como propiedad comunal”. En otros casos, “se establecían en terrenos hasta entonces baldíos, a como hacían los españoles...”17 Con ello, el autor parece ignorar que los españoles también lo hicieron, como ya quedó expuesto, en las tierras de las comunidades indígenas.
Los cultivos principales del Pacífico fueron: maíz, frijoles, algodón y cacao (en menor escala, su producción rebasaba las meras necesidades domésticas).
Problemas del dominio colonial en relación con la población mestiza
Entre los más graves problemas que se presentaron al dominio colonial, se encuentra la acelerada multiplicación de los mestizos, quienes, en una sociedad de muy lento crecimiento económico, tenían pocas posibilidades de emplearse en la artesanía, en la carrera militar, en la administración y en el clero, donde ocupaban los más bajos peldaños. Se convertían “en labradores dependientes mediante arreglo con los hacendados”, se empleaban temporalmente en el campo (en los períodos de cosecha) y en la ciudad. Alternaban ese tipo de empleo con el “subempleo disfrazado, el precarismo, en tierras privadas, comunales o realengas, y aún con el bandidismo”.
Problemas agudos fueron, asimismo, la “instalación de mestizos (…) en los pueblos de indios (…) [porque ello] llevaba a una total dispersión del contenido, de las funciones y del significado de tales pueblos” y a la ladinización de indios que abandonaban sus pueblos para huir de los tributos, los repartimientos y las encomiendas, instalándose en los alrededores de las ciudades o de las haciendas18.
El mestizaje se impuso en el Nuevo Mundo pese a las políticas de la Corona para impedirlo, en el afán de lograr el aislamiento de los indígenas de los demás sectores sociales.
De acuerdo a la ley, ningún foráneo podía permanecer por más de tres días en un pueblo de indios, se tratara de español o mestizo. Sin embargo, aunque la legislación segregacionista fue abolida hasta la Independencia, la misma se fue gradualmente reduciendo a nada. Las políticas señaladas, se orientaban, al parecer, a impedir que los indígenas descuidaran la producción y el pago de tributos, recibiendo en sus pueblos a mercaderes españoles, mestizos, mulatos y negros libres, que les vendieran golosinas y otras cosas innecesarias, como vino, para quitarles el cacao -antes de su sazonamiento-, sus mujeres y sus hijas y evitaran el cobro de tributos19.
La necesidad del racismo para el dominio colonial
Las desigualdades sociales en la colonia, traducidas sobre todo en una injusta distribución de la riqueza, se vieron facilitadas, sin lugar a dudas, por los prejuicios raciales. Aunque, por otra parte, y sin que disminuyeran en nada estos prejuicios, la mezcla temprana entre españoles criollos y mujeres indígenas “de la élite proveyó a los españoles de complacientes aliados y colaboradores mestizos”. Sin embargo, más allá de este cruce inicial, el crecimiento de los criollos y de los mestizos se llegó a estimar una amenaza potencial para el dominio colonial.
En este orden de cosas, la cooperación que la nobleza indígena prestó a la Corona le sirvió para conservarse, pero con la condición de que exigiera tributos y trabajo a las masas indígenas. Ello para hacer del dominio colonial un dominio indirecto. Pero el racismo funcionó no sólo para mantener subyugado al indígena y al negro importado, “sino también para contener a los mestizos, los mulatos y las castas”.
A pesar de ello, las indias americanas aprendieron pronto que los hijos que ellas tuvieran con padres europeos podrían dejar de considerarse indios y podrían así librarse, entre otras cosas, de las levas y de los tributos20.
En lo que a los negros se refiere, siendo rechazados por blancos y por indios, y siendo, por supuesto, renuentes a su condición de esclavos, debieron sobrevivir “desarrollando su agresividad, crueldad y astucia”. Ahora bien, si la mezcla de razas era un hecho inevitable, no ocurría lo mismo con la ocupación de puestos importantes por parte de sus vástagos. Mas dadas las condiciones en que se desenvolvía la economía en el Nuevo Mundo, en el cual se subyugaba a indios y negros, para los blancos se planteó la necesidad de recurrir a capataces diestros en el manejo de la minería y de la agricultura, “vaqueros, arrieros, tejedores y herreros, de pequeños comerciantes y vendedores. Solamente hombres libres de status inferiores podían desempeñar y desempeñaron estas ocupaciones”.
Finalmente, debe decirse que el racismo afectó, en cierta medida, también a los criollos, pues en la medida en que se pensara que su sangre podía estar mezclada con la de indios o la de negros, en esa medida, se les consideraba inferiores a los peninsulares21. A partir de este supuesto, los últimos se estimaban a sí mismos representantes de la Corona y, por tanto, poseedores del derecho para asumir los cargos administrativos más importantes en las esferas civil, militar y eclesiástica22. (Ya ahondaremos al respecto de este fenómeno, cuando abordemos lo relativo a la independencia y sus causas.)
Atraso tecnológico. Introducción de ganado mayor y menor
En la época colonial, la agricultura y la ganadería fueron las actividades fundamentales. Los cambios registrados en relación con la época nativa fueron muy pocos y en la agricultura no alteraron radicalmente los sistemas de producción. En el cultivo del maíz y los frijoles se concentraba la mayor parte del tiempo destinado a la actividad laboral. El añil y el jiquilite se producían con fines de exportación. El desarrollo de la industria textil en Inglaterra en el siglo XVII, demandó de muchos colorantes como el añil, que se sembraba desde la época anterior al dominio colonial en Nicaragua, igual que el cacao en Chinandega y Rivas sobre todo23.
Según Romero Vargas, la introducción del ganado mayor y menor fue el aporte económico más notable de la colonización española: bovino, ovino, caprino, caballar, muladar. Se introdujeron, también así, las aves de corral, las gallinas, los patos, los gansos, los perros y los gatos. Los indígenas sólo tenían el chompipe (pavo) y unos perros comestibles 24.
El ganado en Nicaragua llegó a ser en la época colonial el mayor de Centroamérica. En León, Chinandega, Rivas y sobre todo en Chontales, hubo enormes haciendas ganaderas. Hubo hacendados con 15 mil reses 25.
Rose Sola Monserrat ofrece el siguiente panorama del desarrollo de la ganadería en Nicaragua durante la época colonial: “Nicaragua ofreció al ganado vacuno traído por los colonizadores hispanos un favorable medio para su rápida propagación. Los llanos de Chontales circundando los grandes lagos, la extensa llanura marginal del Pacífico, las mesetas centrales de Sébaco y Estelí cubiertas de pastos naturales, y la abundancia de agua dulce que caracteriza la cuenca lacustre, propiciaron su multiplicación. En la época colonial no sólo se utilizaba el ganado para obtener carne, sino también para comerciar con los cueros y el cebo. El ganado era llevado a las grandes ferias que se celebraban en distintos lugares del istmo centroamericano, siendo las ferias de Guatemala las más importantes”26.
En Nicaragua, sostiene nuevamente Germán Romero, no hubo actividad en la que se desarrollara el espíritu inventivo, “que hubiera podido mejorar y aumentar la producción”. Hoy, agrega, el país “todavía carga con aquella fuerza de inercia que retrasa el desarrollo económico del país”27.
Lo que Germán Romero soslaya es que esa carencia de espíritu inventivo tuvo sus raíces en el carácter parasitario de la clase gobernante de España y en el de sus representantes en el Nuevo Mundo; en la naturaleza caducante del sistema feudal que reinaba en la Península Ibérica, mismo que terminó imponiéndose a las tierras conquistadas.
En lo que a la población indígena, negra y mestiza se refiere, sus potencialidades de desarrollo estaban encadenadas por el dominio colonial, propiamente, por la explotación y opresión a la que se vieron sometidos estos sectores de la población. Es, pues, estimamos, una verdad a medias plantear la inexistencia de espíritu inventivo en Nicaragua, o en cualquier otro territorio colonial, sin hacer referencia a las causas que la condicionaban.
En cuanto a la realidad actual se refiere, el autor deja fuera de análisis la total dependencia del país respecto a los grandes capitales del mundo; representados por organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que imponen medidas que han impidido el desarrollo de Nicaragua y el de la mayoría de los países de la Tierra, dependencia que, ahora, dichosamente, comienza a liquidarse bajo los marcos de un profundo proceso de transformaciones que, en Nicaragua, lidera el Sandinismo.
Nacimiento de la nueva encomienda y del nuevo repartimiento
A partir de las Nuevas Leyes de Indias promulgadas en 1542, las encomiendas, expresa Martínez Peláez, ya no consistían en el repartimiento encubierto de indios sino en que a los favorecidos se les cedía una parte del tributo que los pueblos indígenas estaban obligados a pagarle a la Corona. Pero ello no tenía carácter hereditario. El autor plantea cómo, mediante lo que se llamó “composición” -que en realidad eran gratificaciones al Monarca-, la Corona disimulaba el incumplimiento de aspectos importantes de esas leyes por parte de los encomenderos.
Así las cosas, pese a la prohibición de heredar las encomiendas, éstas, mediante el procedimiento indicado, pasaban de padres a hijos, a una segunda, tercera, cuarta y hasta una quinta vida. Las nuevas encomiendas que nacieron con las Nuevas Leyes, se tornaron así perpetuas. Y se cedieron no sólo a los descendientes de los conquistadores, y colonos, sino también a personas que gozaban del favor real.
Parece, sin embargo, que no hubo aumento en la cantidad de encomiendas, dado que las que en adelante se entregaron se quitaban a los encomenderos que iban falleciendo.
Pero las anomalías llegaban también al campo de los abusos y molestias a los indios. Hay pruebas, acusa el autor mencionado, de que la prohibición a los encomenderos de cobrar tributos de forma directa fue desobedecido, pese a ser ello dictado igualmente por las leyes de 1542. Significa que, en vez de los corregidores, los cobraban los mismos encomenderos.
Respecto a la tierra, debe anotarse que se siguió donando por merced, pudiéndose adquirir mediante compra o usurpación, pese a que con ello se contravenía lo establecido por las Nuevas Leyes de separar la figura del encomendero de la del terrateniente. De esta suerte, muchos de los encomenderos terratenientes se esmeraban en buscar tierras en lugares cercanos a sus pueblos de encomienda. Gracias a ello, tenían la posibilidad de ejercer presión sobre los indígenas para obtener de ellos fuerza de trabajo barata para el cultivo de sus tierras28.
El nuevo repartimiento, que fue el mecanismo que terminó de someter al indio, consistía en obligar a los nativos a trabajar temporalmente en las haciendas de los criollos, pero bajo el entendido que debían regresar rigurosamente a sus pueblos para producir su propio sustento y tributo. Con esta otra estructura colonial, las Nuevas Leyes de Indias también se violentan 29.
Tibor Wittman y Corvina Kiadó señalan, coincidiendo con lo que plantea Severo Martínez Peláez, que la Colonia no respetó los bienes de las comunidades indígenas. Expresan que, aunque, en principio, el Estado admitía un reparto de tierras que no estuvieran cultivadas por los indígenas, en los hechos, tanto la encomienda como el repartimiento se constituyeron, desde el comienzo mismo, a costa de las comunidades indígenas, lo cual persistió a lo largo de toda la época colonial. La destrucción de las tierras comunitarias, después de la independencia, no hizo más que acelerarse30.
El nuevo Repartimiento y Encomienda en Nicaragua
El Repartimiento del siglo XVIII, según Germán Romero Vargas, era entonces una forma de indemnización para los españoles privados de la encomienda y uno de sus elementos, el tributo, pasó a manos de la Corona. Los trabajos públicos (construcción y reparación de fuertes, la construcción de la catedral de León, el mantenimiento de caminos, el transporte de armas y municiones) se realizaban por medio del repartimiento. éste se tornó, como puede constatarse, asignación de trabajo entre los indígenas. A veces, a éstos no sólo se les dejaba de pagar sino que, además, se les obligaba a suministrar los materiales de construcción, las herramientas y los animales.
Los indígenas debían, además, mantener al cura de la parroquia con raciones y servicios, esto es, con un abastecimiento semanal de vituallas y con prestación de servicios que aquél les demandaba, haciéndolos frecuentemente trabajar en sus haciendas particulares destinadas a la agricultura o a la ganadería. Peor aún, los trataba con insolencia y desprecio, sin escatimar palos, azotes y la picota. Los gobernadores se reservaban para sí la mano de obra indígena de la región de Granada (un tercio de la población de la provincia). Exigían vituallas y la prestación de servicios domésticos, sobre todo exigían la fabricación de todo tipo de artesanía que se vendía en la provincia y en el exterior, percibiendo por ello cuantiosas ganancias31.
Aunque el monto real del tributo que debían pagar los indios era de unos dos pesos (cuatro semanas de trabajo agrícola no calificado), su monto real era mucho más elevado, dado al precio irrisorio que se asignaba a cada producto que el indígena pagaba como tributo32.
Sólo a partir del siglo XVIII se comenzó a pagar el tributo en dinero, aunque en Sutiaba y Masaya, que fueron los núcleos indígenas más densamente poblados y los más pesadamente tasados, se siguió pagando con especies33.
La verdadera preocupación por el indio. Las Nuevas Leyes de Indias de 1542
La verdadera preocupación por el indio
A pesar de mostrarnos en toda su obra la crudeza del colonialismo en la persona de sus distintos representantes, desde la de los Reyes de España, hasta la de sus personeros en las colonias americanas, esto es, peninsulares, criollos y misioneros de distintas órdenes religiosas, Ayón trata, en fin de cuentas, de justificar la conquista y colonización de América. Pretende inculcar la idea de que las ambiciones personales de los conquistadores y sus descendientes, y no el sistema por ellos impuestos, fueron las causas de que los buenos propósitos que supuestamente se tuvo hacia los indios no dieran resultados. No de otra manera obliga a pensar, por ejemplo, la afirmación que sigue:
“Los repartimientos fueron inventados por Cristóbal Colón en 1499, pero es indudable que el noble Almirante jamás pudo pensar que con el tiempo habrían de convertirse en destrucción y tiranía”34. Empero, tal vez deseando aparecer como un investigador imparcial y objetivo de la época colonial y, quizá, hasta como un gran humanista, Ayón expresa: “Ese fatal sistema [el repartimiento] establecido en Santo Domingo, se hizo extensivo con todos sus abusos a las demás provincias de América, a medida que iban siendo descubiertas. Los monarcas procuraron regularizarlo por medio de repetidas disposiciones -agrega como deseando eximir de responsabilidad a la Corona- con las que unas veces atendían al alivio de los naturales y otras empeoraban su desgraciada situación” 35.
Preocupación por el indio hubo, lo que es indiscutible, pero no partiendo de su condición humana, sino de su calidad de fuente de riqueza. Partiendo de ello, Carlos V, en 1523 dispuso como justo y razonable que los indios sirvieran y dieran tributo a la Corona. A contrapelo de ello, los conquistadores y sus descendientes, enrostrando persistentemente lo que ellos habían hecho por España -al tomar posesión de territorios en nombre de la Corona- reclamaban, por su parte, el derecho a ser los más beneficiados en la explotación del indio y en el saqueo de sus riquezas. Esta fue la causa real que condujo a los criollos a plantearse la independencia y a luchar por ella. El interés por el indio no era, pues, humano, sino económico y, en razón de esto, era objeto de disputa entre la Corona y los criollos. Los peninsulares que vivían en América estaban del lado esencialmente de los soberanos de España.
A fin de salvaguardar los intereses de la Corona y situarlos por encima de los intereses de los criollos, Carlos V, en 1523 y luego en 1533, dispuso que ni virreyes, ni gobernadores, ni ministros, ni prelados, ni clérigos, ni hospitales, ni cofradías, etc., pudieran tener indios en encomienda, aduciendo que la experiencia demostraba que eso sólo provocaba desórdenes en el tratamiento que se les brindaba 36.
Amén de la disputa entre los representantes de la Colonia por el indio, la necesidad de evitar los excesos para que éste no tendiera a rebelarse, era otro de los factores que despertaban interés por el indio, ya que esa tendencia -que era real- significaba una amenaza constante para la estabilidad de la colonia y hasta para su propia existencia. En este sentido, había necesidad de frenar los desmanes de los criollos contra el indio. Debe considerarse, además, que la persecución indiscriminada a los naturales daba lugar a que, en ocasiones, no hubiera quien labrara la tierra y, por ende, a que sus frutos escasearan sensiblemente.
La muerte de americanos provocada por conquistadores preocupaba a los personeros de la Corona debido, entre otras cosas, a que ello implicaba su desaprovechamiento como fuerza de trabajo, hecho sobre el cual advertiría Bartolomé de Las Casas, que fue uno de los pocos religiosos que, al parecer, se preocupó y quiso a los indios.
Las Casas: sólo en la lucha en favor del indio
Presuntamente por su amor a los indios, Las Casas -al mismo tiempo que abogaba por la libertad de los pobladores del Nuevo Mundo- pidió, al emperador Carlos de Austria, sustituirlos en su condición de esclavos por negros. Éstos debían ser comprados en las costas de África e introducidos en América para emplearlos en las minas y en los cultivos de la tierra. Se afirma que, de esto, Las Casas se arrepintió profundamente37. Comprendió perfectamente que la reducción del negro a la esclavitud era igual de injusta que la impuesta al indio38. Y, por increíble que parezca -opina Ayón-, el emperador aprobó la idea de Las Casas de esclavizar al negro en vez de hacerlo con el indio, demostrando así, una vez más, su afán de defender a ultranza la conquista 39.
Al final de su vida, el padre Las Casas “Ya no afirmaba la existencia de una sóla religión verdadera [como lo hizo en un inicio], que lleva inevitablemente a equiparar a los indios con una fase anterior, y por lo tanto inferior, de la evolución de los europeos. Lo universal ya no es [para Las Casas] el Dios de la religión cristiana sino la religiosidad. Llegará a decir que los aztecas quizá son superiores en materia religiosa. La igualdad ya no se paga con el precio de la identidad”40.
Las Casas, citando a Montesinos, desnudó por completo a los conquistadores. Los fustigó, denunciando sus acciones contra el indio. Decía, por ejemplo: “...después de muertos solamente pesándoles [a los conquistadores] de que se les muriesen [los indios], por la falta de que en las minas de oro y en las otras granjerías les hacían...” “Decid: ¿Con qué derecho y con qué justicia tenes en tan cruel y horrible servidumbre a estos indios?”41.
Pero si Las Casas abogó porque se sustituyera la esclavitud del indio por la del negro, ¿fue entonces vano, como pensaba Ayón, que Las Casas afirmara: “La Religión cristiana es igual y se adapta a todas las naciones del mundo y a todos igualmente recibe y a ninguna quita su libertad ni sus señores, ni mete bajo de servidumbre, so color ni achaque de que son siervos a natura”?42.
Las Nuevas Leyes de Indias de 1542
Profundicemos ahora lo relativo a las nuevas leyes de Indias. El 14 de julio de 1531 falleció, a la edad de 90 años, Pedrarias Dávila, verdugo de indios, pero también de conquistadores como Vasco Núñez de Balboa y Francisco Hernández de Córdoba43. En el cargo le sucedió el licenciado Francisco de Castañeda, quien se mostró tan déspota y tan rapaz como él. Siendo repudiado, se largó de la provincia, dejándola en manos del Obispo Diego álvarez de Osorio. Posteriormente, en 1534, en el cargo de gobernador fue nominado legalmente Rodrigo de Contreras, yerno de Pedrarias44. Su gobernación coincidió con la presencia de Fray Bartolomé de las Casas, principal promotor de las Nuevas Leyes de indias que se promulgaron en 1542 por la Corona.
Básicamente las nuevas leyes exigían:
a) El traspaso de los indios encomendados a funcionarios reales y religiosos al patrimonio de la Corona.
b) Una sensible reducción de los repartimientos excesivamente grandes.
c) El impedimento a audiencias y virreyes para conceder nuevas encomiendas.
d) La transferencia a la Hacienda Real de las encomiendas de las personas fallecidas 45.
e) La privación de encomiendas a quien careciera de títulos.
f) La reducción sensible de las encomiendas a aquéllos que, teniendo títulos, dispusieran de muchos indios.
g) La privación de indios a quienes les dieran maltrato 46.
“En resumen dichas leyes suprimían la esclavitud de los indios e instauraban bajo la supervisión de las autoridades reales, un nuevo tipo de encomienda -no hereditaria en teoría (en la práctica lo fue con frecuencia), y sin implicar el ejercicio de un poder personal sobre los pueblos encomendados-, reduciéndola al simple derecho de compartir con el Rey los tributos debidos por los indios encomendados. Además, la otra pieza clave del sistema colonial de explotación se organizó: las levas de trabajadores temporales para las haciendas y otras unidades de producción –los repartimientos indios-, bajo control de un juez repartidor. Pese a que la encomienda nunca desapareció del todo, la tendencia fue a que el repartimiento de indios se transformara en la forma central de explotación”47.
De esta suerte, el sistema de encomiendas, lejos de desaparecer, simplemente continuó en pie y sólo cambió con relación a sus poseedores. Esta fue, al menos, la intención que tuvo la Corona al promulgar las nuevas leyes de indios. Y, ciertamente, el rechazo a estas disposiciones reales no se hizo esperar. Por doquier, abundaban los infractores de las mismas, lo que aparecía como una respuesta lógica a la ingratitud que la monarquía española expresaba ante los que la habían transformado en un colosal imperio.
Siendo que las nuevas leyes de indios limitaban grandemente la explotación del indio por parte del conquistador, éste se las ingeniaba para violarlas una y otra vez. En la provincia de Nicaragua, por ejemplo, Rodrigo de Contreras hacía de las suyas para no verse materialmente perjudicado a causa de esas leyes, las que, además, estipulaban que, en lo sucesivo, Nicaragua no tendría gobernadores. Como consecuencia de ello, Contreras dejó de ejercer esa función.
Como las disposiciones reales prohibían la posesión de encomiendas a gobernadores, Contreras traspasó fraudulentamente las suyas a su esposa e hijos48. Sin embargo, el fraude fue descubierto y denunciado por el Obispo Antonio Valdivieso, quien desde antes se había enemistado con aquél por una disputa en torno a la esclavitud de los indios.
Privados de sus indios, los hijos de Contreras, Pedro y Hernando, decidieron vengarse del Obispo por considerarlo autor de su desgracia: En contubernio, al parecer, con su madre, María de Peñalosa, hija, a su vez, de Pedrarias Dávila, el 26 de febrero de 1550, dieron muerte al Obispo a puñaladas, tras lo cual se rebelaron contra el poder real 49.
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[1]. Rodríguez, Ileana. Primer inventario del invasor. Editorial Nueva Nicaragua. 1984. p. 137.
[2]. Reyes Monterrey, José. Apuntamientos básicos para el estudio de la Historia general de Nicaragua. UNAN León 1989. pp. 66-67.
[3]. Arellano, Jorge Eduardo. Nueva Historia de Nicaragua Fondo Editorial CIRA. Managua, Nicaragua. p. 91.
[4]. Martínez Peláez, Severo. La Patria del Criollo. EDUCA, 1975. p. 65.
[5]. Ciertamente, mediante la Bula “Inter Caetera” del 4 de mayo de 1493, el Papa Alejandro VI, en nombre del Poder Divino y en el de Jesucristo, concedió a perpetuidad a los reyes de Castilla y León, así como a sus descendentes, todas las islas y continentes, descubiertos y por descubrirse, hacia el oeste y hacia el sur de una línea imaginaria trazada desde el polo Norte hasta el Polo Sur. Esto es, una línea que se encontraba a 100 millas hacia el oeste y hacia el sur de las islas Azores y las de Cabo Verde. Véase “Bula Intercaetera”del 4 de mayo de 1493. En: El catolicismo y el librepensamiento en los siglos XVI-XIX. Editorial “NAUKA”. Moscú 1980. pp. 30-33. (Obra en ruso). A pesar de esa “demarcación” papal y de los acuerdos entre España y Portugal para dividirse el mundo en dos partes iguales -a fin de evitar de ese modo el enfrentamiento bélico entre ambas-, la disputa por los territorios del mundo entre ambas naciones continuó. Y cuando los portugueses se apoderaron de la islas Moluscas, los españoles sufrieron con ello un terrible golpe. No obstante, repentinamente, el monarca español Carlos V, recibió una propuesta del experimentado marinero portugués Fernando de Magallanes -quien se había puesto a su servicio- en el sentido que, bordeando el continente americano y viajando siempre hacia occidente, España -que era la “dueña” de todo lo que en esa dirección se encontrara- podía llegar hasta las Moluscas y arrebatárselas a los portugueses. Malajovski, K. B. Historia del colonialismo en Oceanía. Editorial “NAUKA”. Redacción General de Literatura Oriental. Moscú, 1979. p. 12.
[6]. Cita de Historia General de los Hechos Castellanos. En: Ayón, Tomás. Ob. cit. pp. 205-206.
[7]. Centroamérica en los Cronistas de Indias. Oviedo. Introducción y notas de Eduardo Pérez Valle. Serie Cronistas Nº 5. Promoción Cultural Banco de América. 1977. p. 63.
[8]. Ibíd. p. 65.
[9]. Nicaragua…Y por eso defendemos la Frontera. Historia agraria de las Segovias Occidentales. CIERA-MIDINRA. 1984. p. 55.
[10]. Romero Vargas, Germán. Las estructuras sociales de Nicaragua en el siglo XVIII. Managua: Vanguardia 1987. p. 33.
[11]. Cardoso, Ciro F.S.; Pérez Brignoli, Héctor. Ob. cit. pp. 57-58.
[12]. Romero Vargas, Germán; Solórzano, Flor de Oro. Ob. cit. pp. 18-20.
[13]. Ibíd. p. 28.
[14]. Ibíd. pp. 28, 30.
[15]. Ibíd. pp. 15-18.
[16]. Ibíd. pp. 23-24.
[17]. Ibíd. p. 20.
[18]. Cardoso, Ciro F.S.; Pérez Brignoli, Héctor. Ob. cit. p. 59.
[19]. Morner, Magnus. La política de segregación y el mestizaje en la audiencia de Guatemala. En: Revista Conservadora del Pensamiento Centroamericano. Nº 103. Abril, 1969. pp. 41-43.
[20]. Stanley J; Bárbara H. Stein. La herencia colonial de América Latina. Siglo Veintiuno Editores. S.A. México. 1980. pp. 57, 59-62.
[21] . Ibíd. 63-64.
[22]. Ibíd. p. 66
[23]. Romero Vargas, Germán; Solórzano, Flor de Oro. Ob. cit. pp. 20-21
[24]. Ibíd. p. 20.
[25]. Ibíd. p. 22.
[26]. Sola Monserrat, Rose. Geografía y estructura económicas de Nicaragua.(En el contexto centroamericano y de América Latina). Universidad Centroamericana de Managua. 1989. p. 117.
[27]. Romero Vargas, Germán; Solórzano, Flor de Oro. Ob. cit. p. 23.
[28]. Martínez Peláez, Severo. Ob. cit. pp. 90-93.
[29]. Ibíd. 95-96.
[30]. Wittman, tibor; Corvina Kiadó. Ob. cit. p. 99.
[31]. Romero Vargas, Germán; Solórzano, Flor de Oro. Ob. cit. pp. 26-27.
[32]. Ibíd. p. 26.
[33]. Ibíd. p. 26.
[34]. Ayón, Tomás. Ob. cit p. 228.
[35]. Ibíd. p. 230.
[36]. Ibíd. p. 231.
[37]. Al respecto, el gran poeta y patriota cubano José Martí escribe: “...Es verdad que Las Casas por el amor de los indios, aconsejó al principio de la conquista que se siguiese trayendo esclavos negros, que resistían mejor el calor, pero luego que los vio padecer, se golpeaba el pecho, y decía: “¡con mi sangre quisiera pagar el pecado de aquel consejo que di por mi amor a los indios!...” Martí, José. El padre Las Casas. Nuevo Amanecer Cultural. Sábado 1 de agosto de 1992. p. 7.
[38]. Cita de Las Casas en: Abramova, Svetlana, Yurevna. África: Cuatro siglos de trata de esclavos. Editorial “NAUKA”. Redacción Central de Literatura Oriental. Moscú 1978. p. 14. Obra en ruso
[39]. Ayón, Tomás. Ob. cit.. pp. 233-234.
[40]. Rivas, Judith; Corominas, Jorge. Tres posturas antiguas y vigentes: la conquista. Nuevo Amanecer Cultural. Sábado 28 de septiembre de 1992.p.5.
[41]. De Las Casas, Bartolomé. El sermón de Montesinos del 21 de diciembre de 1511. En: Agenda Latino Americana 92.
[42]. Ayón, Tomás. Ob. cit. p. 234.
[43]. Ibíd. p. 226.
[44]. Ibíd. pp. 236, 248, 250.
[45]. Ibíd. p. 267.
[46]. Martínez Peláez, Severo. Ob. cit. pp. 73-74.
[47]. Cardoso, Ciro F.S; Pérez Brignoli, Héctor. Ob. cit. pp. 55-56.
[48]. Ayón, Tomás. Ob. cit. p. 278.
[49]. Gámez, José Dolores. Historia de Nicaragua. Ob. cit. pp. 156-157. El autor señala que el cronista Herrera negaba que la madre de los hermanos Contreras haya aprobado el asesinato del Obispo Valdivieso y que, por el contrario, los reprendió. Ibíd. Véase pie de página.
Aunque la consigna oficial de la colonización española consistía en pacificar, poblar y cristianizar al Nuevo Mundo, todo se hizo, como lo acusa la autora Ileana Rodríguez, a la inversa: la pacificación se tornó alboroto -violencia abierta o encubierta contra el nativo, diríamos nosotros-; la colonización, despoblamiento; la cristianización, endoctrinamiento: esto es, imposición forzosa de una doctrina 1.
En efecto, lejos de la fachada “civilizante” que se dio y se ha pretendido dar aún en el presente al dominio colonial, éste impuso a sangre y fuego, contando con el oportuno apoyo ideológico de la mayoría de los misioneros religiosos, una serie de instituciones de sometimiento y explotación al indio, al negro y a sus respectivas mezclas. Entre esas instituciones sobresalieron el repartimiento y la encomienda.
Estructuras coloniales
El repartimiento era la distribución de la tierra conquistada entre los conquistadores españoles, tierras que se adjudicaban a cada uno de ellos en particular, en determinada extensión, en calidad de propiedad privada, para la construcción de viviendas o para explotarlas para la ganadería o la agricultura.
La encomienda, en cambio, fue la forma encubierta de repartimiento de indios, que desde un inicio exigieron los conquistadores “como otra regalía o recompensa patrimonial” con el objeto de ocuparlos en calidad de mano de obra para explotar la tierra o para la realización de otros trabajos urbanos o rurales2. Dicho de otra forma, el repartimiento significaba el arrebato de tierras que el conquistador practicaba contra el indio, en tanto que la encomienda -supuestamente destinada a cuidarlo y cristianizarlo- implicaba, de hecho, la esclavitud encubierta impuesta al poblador americano. Se quería, así, dar la impresión de que éste no era propiedad privada del encomendero, cuando en realidad sí lo era.
Ahora bien, a la forma en que se legalizó la conquista del Nuevo Mundo se le denominó requerimiento lo que, al decir de Jorge Eduardo Arellano, era una “fórmula teocéntrica que permitía la esclavización de los indios y el despojo de sus bienes”3. Era, en principio, un documento que, la mayor de las veces, fue leído a mucha distancia de las poblaciones indias y, además, en el lenguaje de los conquistadores. Al respecto, el notable autor guatemalteco Severo Martínez Peláez, escribe:
“Demás está decir que este macabro truco legal sirvió en todas partes (...) para encubrir violaciones y ruina para los nativos. Hubo ocasiones en que se leyó desde lo alto de una colina, a distancia en que los indígenas no podían siquiera escucharlo, no digamos ya entenderlo. Otras veces se leyó a gritos mientras los indios huían por los montes. Hubo también en que se leyó desde la cubierta de un navío, antes de desembarcar a hacer redadas de esclavos”4.
El requerimiento, que fue la base del supuesto diálogo que Gil González “estableció” con Nicarao (¿Macuilmiquiztli?) y Diriangén, entre otros caciques, hacía "saber" a los aborígenes del Nuevo Mundo:
“Que había un sólo Dios, creador de todas las cosas, al cual sólo adoraban los hombres: y que todos los ídolos eran por inducción del diablo: y que este Dios crió, sobre todas las creaturas humanas, a este hombre, el más noble y mandó que fuese para su uso y servicio: y que para que el hombre viviese más políticamente y se apartase del mal y obrase bien, de manera que después de la muerte mereciese la eterna gloria, que está aparejada, ordenó ciertos mandamientos que se les habían de dar a entender con el tiempo, y estableció la Iglesia para bien de todos, y para ministro de esta Iglesia dejó a un hombre llamado San Pedro, con su poder, para que como Vicario suyo pudiese quitar y poner las cosas de él. Y que este San Pedro estableció reyes en el universo, los cuales habían estado y estaban debajo de la obediencia y amparo de la Iglesia: y que después de su muerte habían sucedido pontífices, a quienes había quedado su poder: y que uno de estos pontífices, teniendo noticias que las gentes de estas partes no conocían a Dios, sino que antes le ofendían adorando dioses falsos y haciendo otras abominaciones con que innumerables ánimas se iban al infierno, hizo donación de estas tierras a los católicos reyes de Castilla y de León5: y que por virtud de esta gracia les debían vasallaje: y que para les hacer saber estas cosas enviaba a los cristianos, para que entendiesen que todos los que quisiesen obedecer serían amparados en sus personas y bienes, sin hacer agravios, y que los que no quisiesen obedecer y dejar sus ritos serían castigados como gentes que no querían el conocimiento de Dios y eran rebeldes a su Rey natural y como tales se les haría la guerra” 6.
Nada puede acusar con tanta fuerza al dominio colonial, particularmente a un instrumento suyo como el requerimiento, que el argumento que en su contra provenga, sin que forzosamente sea esa la intención, de aquéllos que estaban plena y conscientemente a su servicio. Oviedo, el más respetado cronista de la Corona española, comprendiendo que los indios no podían comprender el requerimiento, en una ocasión aconsejó que si no había quien pudiera hacérselos comprender, se guardara hasta que hubiera un indio en una jaula, “para que despaçio lo aprenda é el señor obispo se lo dé á entender”7. El cronista expresaba que desearía que el requerimiento se hiciera “entender primero como cosa excusada (…) Yo pregunté después, el año de mil é quinientos e diez y seys, al dotor Palaçios Rubios, porqué él havia ordenado aquel requerimiento, si quedaba satisfecha la conciencia de los chripstianos con aquel requerimiento; é díxome que sí, si se hiçiesse como el requerimiento lo diçe. Mas parésçeme que se ría muchas veçes, quando yo le contaba desta jornada y otras que algunos capitanes después avian hecho, y mucho mas me pudiera yo reyr de él y de sus letras (que estaba reputado por grand varon, y por tal tenia lugar en el Consejo Real de Castilla), si pensaba que lo que diçe aquel requerimiento lo avian de entender los indios, sin discurso de años e tiempo” 8.
Mecanismo importante para la sujeción y explotación del indio fueron los llamados pueblos de indios. La razón de ser de tales pueblos consistía en garantizar la conservación del régimen colonial de la forma que sigue:
“El carácter agrupado de las viviendas [nativas] facilitaba grandemente el control de las autoridades españolas sobre ellos, sus prestaciones en trabajo a los vecinos españoles, y el pago del tributo, que iba en mayor parte a la Corona y en menor medida a los encomenderos... La forma de organización de los pueblos permitía a la vez que de ellos saliera mano de obra “de libre” contratación, muy barata y sin menoscabo de la obligatoria”9.
Ocurre, pues, que en la época anterior a la conquista, la población nativa tendía a la dispersión, pero, después de ello, la legislación colonial, a fin de facilitar la administración civil, militar y religiosa, impuso, al decir de Germán Romero el hábitat agrupado 10.
El orden agrario colonial
Según el modelo clásico de Severo Martínez Peláez, el dominio colonial impuso el siguiente orden agrario en Centroamérica:
a) El señorío de la Corona, por derecho de conquista, sobre la totalidad de las tierras que se obtienen mediante una merced (tierras realengas).
b) La tierra como aliciente para impulsar la conquista y la colonización, por la posibilidad de conversión del colono en latifundista.
c) Los derechos creados por la ocupación prolongada, lo que conjugado con la constante necesidad de fondos para el tesoro real llevó a que se permitiera la legalización “a posteriori” de la posesión de las tierras realengas o indígenas, usurpadas a través de una suma a la Corona (composición de tierras).
d) La asignación de suficientes tierras a los indígenas, con lo que se garantizaba la reproducción de la fuerza de trabajo.
e) El bloqueo agrario a los mestizos 11.
Uso y tenencia de la tierra y formas de propiedad indígena
En relación con el uso y tenencia de la tierra, la colonia estableció el siguiente orden:
-Tierras ejidales. Pertenecían a toda la comunidad indígena. Servían de reserva forestal, para todos los usos artesanales y de combustible. No se podían cultivar.
-Tierras del común. Eran las que se asignaban a las diferentes familias indias. Los españoles introdujeron la propiedad privada de la tierra 12.
Cada comunidad indígena poseía sus propios bienes colectivos (tierras, ganados y dinero en efectivo). Cada indígena tenía derecho al usufructo de unas parcelas, pero sin poder enajenarla de ninguna forma. Cultivaban maíz, frijoles, algodón y plátanos. Las únicas innovaciones técnicas fueron la carreta de tracción bovina y la macana 13.
Existían haciendas ganaderas cuyo producto se destinaba al culto de la religión, las cofradías -que existían en todos los pueblos- se creaban gracias a las limosnas de los indígenas.
Las cajas de comunidades eran otra forma de propiedad colectiva. Todos los indígenas estaban obligados a pagar el impuesto de comunidad, bajo la forma de prestación de servicios de pago en dinero efectivo 14.
Entre las poblaciones indígenas sólo existía la propiedad comunal de la tierra. Esta forma de propiedad, plantea Germán romero, fue protegida por las leyes españolas 15. Pero omite que la realidad era muy distinta a lo que las leyes rezaban, toda vez que el repartimiento y la encomienda, como señala Severo Martínez Peláez, se desarrollaron permanentemente a costa del indígena y sus bienes; incluso después que las Nuevas Leyes de Indias de 1542 transformaron estas estructuras en algo muy distinto de lo que habían sido al inicio de la época colonial. Así, según Germán Romero Vargas, a partir de estas leyes, los abusos contra los indígenas disminuyeron. Pero esta afirmación deja las cosas en un plano estrictamente positivista, ya que no explica la complejidad de los fenómenos que estuvieron presentes tras la promulgación de esas leyes.
Veremos, luego, más de cerca este asunto. Por ahora, sigamos el curso de los planteamientos de este autor respecto a las sociedades indígenas del Pacífico.
Las comunidades indígenas permanecieron en las mismas regiones que ocuparon durante siglos. El indígena que nacía en una comunidad vecina era considerado un extranjero o “laborío”16.
De la relación de los mestizos con la propiedad, Romero Vargas señala que era inexistente porque carecían de propiedad comunal. La mayoría de ellos carecía, además, de recursos económicos que le permitiera desplegar “una actividad agrícola o ganadera importante (...) aquellos que lograron acceder a la posesión de la tierra lo hicieron en pequeña escala y en forma independiente. Las tierras que utilizaban eran, en algunos casos, tomadas en arriendo de las que los indígenas tenían como propiedad comunal”. En otros casos, “se establecían en terrenos hasta entonces baldíos, a como hacían los españoles...”17 Con ello, el autor parece ignorar que los españoles también lo hicieron, como ya quedó expuesto, en las tierras de las comunidades indígenas.
Los cultivos principales del Pacífico fueron: maíz, frijoles, algodón y cacao (en menor escala, su producción rebasaba las meras necesidades domésticas).
Problemas del dominio colonial en relación con la población mestiza
Entre los más graves problemas que se presentaron al dominio colonial, se encuentra la acelerada multiplicación de los mestizos, quienes, en una sociedad de muy lento crecimiento económico, tenían pocas posibilidades de emplearse en la artesanía, en la carrera militar, en la administración y en el clero, donde ocupaban los más bajos peldaños. Se convertían “en labradores dependientes mediante arreglo con los hacendados”, se empleaban temporalmente en el campo (en los períodos de cosecha) y en la ciudad. Alternaban ese tipo de empleo con el “subempleo disfrazado, el precarismo, en tierras privadas, comunales o realengas, y aún con el bandidismo”.
Problemas agudos fueron, asimismo, la “instalación de mestizos (…) en los pueblos de indios (…) [porque ello] llevaba a una total dispersión del contenido, de las funciones y del significado de tales pueblos” y a la ladinización de indios que abandonaban sus pueblos para huir de los tributos, los repartimientos y las encomiendas, instalándose en los alrededores de las ciudades o de las haciendas18.
El mestizaje se impuso en el Nuevo Mundo pese a las políticas de la Corona para impedirlo, en el afán de lograr el aislamiento de los indígenas de los demás sectores sociales.
De acuerdo a la ley, ningún foráneo podía permanecer por más de tres días en un pueblo de indios, se tratara de español o mestizo. Sin embargo, aunque la legislación segregacionista fue abolida hasta la Independencia, la misma se fue gradualmente reduciendo a nada. Las políticas señaladas, se orientaban, al parecer, a impedir que los indígenas descuidaran la producción y el pago de tributos, recibiendo en sus pueblos a mercaderes españoles, mestizos, mulatos y negros libres, que les vendieran golosinas y otras cosas innecesarias, como vino, para quitarles el cacao -antes de su sazonamiento-, sus mujeres y sus hijas y evitaran el cobro de tributos19.
La necesidad del racismo para el dominio colonial
Las desigualdades sociales en la colonia, traducidas sobre todo en una injusta distribución de la riqueza, se vieron facilitadas, sin lugar a dudas, por los prejuicios raciales. Aunque, por otra parte, y sin que disminuyeran en nada estos prejuicios, la mezcla temprana entre españoles criollos y mujeres indígenas “de la élite proveyó a los españoles de complacientes aliados y colaboradores mestizos”. Sin embargo, más allá de este cruce inicial, el crecimiento de los criollos y de los mestizos se llegó a estimar una amenaza potencial para el dominio colonial.
En este orden de cosas, la cooperación que la nobleza indígena prestó a la Corona le sirvió para conservarse, pero con la condición de que exigiera tributos y trabajo a las masas indígenas. Ello para hacer del dominio colonial un dominio indirecto. Pero el racismo funcionó no sólo para mantener subyugado al indígena y al negro importado, “sino también para contener a los mestizos, los mulatos y las castas”.
A pesar de ello, las indias americanas aprendieron pronto que los hijos que ellas tuvieran con padres europeos podrían dejar de considerarse indios y podrían así librarse, entre otras cosas, de las levas y de los tributos20.
En lo que a los negros se refiere, siendo rechazados por blancos y por indios, y siendo, por supuesto, renuentes a su condición de esclavos, debieron sobrevivir “desarrollando su agresividad, crueldad y astucia”. Ahora bien, si la mezcla de razas era un hecho inevitable, no ocurría lo mismo con la ocupación de puestos importantes por parte de sus vástagos. Mas dadas las condiciones en que se desenvolvía la economía en el Nuevo Mundo, en el cual se subyugaba a indios y negros, para los blancos se planteó la necesidad de recurrir a capataces diestros en el manejo de la minería y de la agricultura, “vaqueros, arrieros, tejedores y herreros, de pequeños comerciantes y vendedores. Solamente hombres libres de status inferiores podían desempeñar y desempeñaron estas ocupaciones”.
Finalmente, debe decirse que el racismo afectó, en cierta medida, también a los criollos, pues en la medida en que se pensara que su sangre podía estar mezclada con la de indios o la de negros, en esa medida, se les consideraba inferiores a los peninsulares21. A partir de este supuesto, los últimos se estimaban a sí mismos representantes de la Corona y, por tanto, poseedores del derecho para asumir los cargos administrativos más importantes en las esferas civil, militar y eclesiástica22. (Ya ahondaremos al respecto de este fenómeno, cuando abordemos lo relativo a la independencia y sus causas.)
Atraso tecnológico. Introducción de ganado mayor y menor
En la época colonial, la agricultura y la ganadería fueron las actividades fundamentales. Los cambios registrados en relación con la época nativa fueron muy pocos y en la agricultura no alteraron radicalmente los sistemas de producción. En el cultivo del maíz y los frijoles se concentraba la mayor parte del tiempo destinado a la actividad laboral. El añil y el jiquilite se producían con fines de exportación. El desarrollo de la industria textil en Inglaterra en el siglo XVII, demandó de muchos colorantes como el añil, que se sembraba desde la época anterior al dominio colonial en Nicaragua, igual que el cacao en Chinandega y Rivas sobre todo23.
Según Romero Vargas, la introducción del ganado mayor y menor fue el aporte económico más notable de la colonización española: bovino, ovino, caprino, caballar, muladar. Se introdujeron, también así, las aves de corral, las gallinas, los patos, los gansos, los perros y los gatos. Los indígenas sólo tenían el chompipe (pavo) y unos perros comestibles 24.
El ganado en Nicaragua llegó a ser en la época colonial el mayor de Centroamérica. En León, Chinandega, Rivas y sobre todo en Chontales, hubo enormes haciendas ganaderas. Hubo hacendados con 15 mil reses 25.
Rose Sola Monserrat ofrece el siguiente panorama del desarrollo de la ganadería en Nicaragua durante la época colonial: “Nicaragua ofreció al ganado vacuno traído por los colonizadores hispanos un favorable medio para su rápida propagación. Los llanos de Chontales circundando los grandes lagos, la extensa llanura marginal del Pacífico, las mesetas centrales de Sébaco y Estelí cubiertas de pastos naturales, y la abundancia de agua dulce que caracteriza la cuenca lacustre, propiciaron su multiplicación. En la época colonial no sólo se utilizaba el ganado para obtener carne, sino también para comerciar con los cueros y el cebo. El ganado era llevado a las grandes ferias que se celebraban en distintos lugares del istmo centroamericano, siendo las ferias de Guatemala las más importantes”26.
En Nicaragua, sostiene nuevamente Germán Romero, no hubo actividad en la que se desarrollara el espíritu inventivo, “que hubiera podido mejorar y aumentar la producción”. Hoy, agrega, el país “todavía carga con aquella fuerza de inercia que retrasa el desarrollo económico del país”27.
Lo que Germán Romero soslaya es que esa carencia de espíritu inventivo tuvo sus raíces en el carácter parasitario de la clase gobernante de España y en el de sus representantes en el Nuevo Mundo; en la naturaleza caducante del sistema feudal que reinaba en la Península Ibérica, mismo que terminó imponiéndose a las tierras conquistadas.
En lo que a la población indígena, negra y mestiza se refiere, sus potencialidades de desarrollo estaban encadenadas por el dominio colonial, propiamente, por la explotación y opresión a la que se vieron sometidos estos sectores de la población. Es, pues, estimamos, una verdad a medias plantear la inexistencia de espíritu inventivo en Nicaragua, o en cualquier otro territorio colonial, sin hacer referencia a las causas que la condicionaban.
En cuanto a la realidad actual se refiere, el autor deja fuera de análisis la total dependencia del país respecto a los grandes capitales del mundo; representados por organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que imponen medidas que han impidido el desarrollo de Nicaragua y el de la mayoría de los países de la Tierra, dependencia que, ahora, dichosamente, comienza a liquidarse bajo los marcos de un profundo proceso de transformaciones que, en Nicaragua, lidera el Sandinismo.
Nacimiento de la nueva encomienda y del nuevo repartimiento
A partir de las Nuevas Leyes de Indias promulgadas en 1542, las encomiendas, expresa Martínez Peláez, ya no consistían en el repartimiento encubierto de indios sino en que a los favorecidos se les cedía una parte del tributo que los pueblos indígenas estaban obligados a pagarle a la Corona. Pero ello no tenía carácter hereditario. El autor plantea cómo, mediante lo que se llamó “composición” -que en realidad eran gratificaciones al Monarca-, la Corona disimulaba el incumplimiento de aspectos importantes de esas leyes por parte de los encomenderos.
Así las cosas, pese a la prohibición de heredar las encomiendas, éstas, mediante el procedimiento indicado, pasaban de padres a hijos, a una segunda, tercera, cuarta y hasta una quinta vida. Las nuevas encomiendas que nacieron con las Nuevas Leyes, se tornaron así perpetuas. Y se cedieron no sólo a los descendientes de los conquistadores, y colonos, sino también a personas que gozaban del favor real.
Parece, sin embargo, que no hubo aumento en la cantidad de encomiendas, dado que las que en adelante se entregaron se quitaban a los encomenderos que iban falleciendo.
Pero las anomalías llegaban también al campo de los abusos y molestias a los indios. Hay pruebas, acusa el autor mencionado, de que la prohibición a los encomenderos de cobrar tributos de forma directa fue desobedecido, pese a ser ello dictado igualmente por las leyes de 1542. Significa que, en vez de los corregidores, los cobraban los mismos encomenderos.
Respecto a la tierra, debe anotarse que se siguió donando por merced, pudiéndose adquirir mediante compra o usurpación, pese a que con ello se contravenía lo establecido por las Nuevas Leyes de separar la figura del encomendero de la del terrateniente. De esta suerte, muchos de los encomenderos terratenientes se esmeraban en buscar tierras en lugares cercanos a sus pueblos de encomienda. Gracias a ello, tenían la posibilidad de ejercer presión sobre los indígenas para obtener de ellos fuerza de trabajo barata para el cultivo de sus tierras28.
El nuevo repartimiento, que fue el mecanismo que terminó de someter al indio, consistía en obligar a los nativos a trabajar temporalmente en las haciendas de los criollos, pero bajo el entendido que debían regresar rigurosamente a sus pueblos para producir su propio sustento y tributo. Con esta otra estructura colonial, las Nuevas Leyes de Indias también se violentan 29.
Tibor Wittman y Corvina Kiadó señalan, coincidiendo con lo que plantea Severo Martínez Peláez, que la Colonia no respetó los bienes de las comunidades indígenas. Expresan que, aunque, en principio, el Estado admitía un reparto de tierras que no estuvieran cultivadas por los indígenas, en los hechos, tanto la encomienda como el repartimiento se constituyeron, desde el comienzo mismo, a costa de las comunidades indígenas, lo cual persistió a lo largo de toda la época colonial. La destrucción de las tierras comunitarias, después de la independencia, no hizo más que acelerarse30.
El nuevo Repartimiento y Encomienda en Nicaragua
El Repartimiento del siglo XVIII, según Germán Romero Vargas, era entonces una forma de indemnización para los españoles privados de la encomienda y uno de sus elementos, el tributo, pasó a manos de la Corona. Los trabajos públicos (construcción y reparación de fuertes, la construcción de la catedral de León, el mantenimiento de caminos, el transporte de armas y municiones) se realizaban por medio del repartimiento. éste se tornó, como puede constatarse, asignación de trabajo entre los indígenas. A veces, a éstos no sólo se les dejaba de pagar sino que, además, se les obligaba a suministrar los materiales de construcción, las herramientas y los animales.
Los indígenas debían, además, mantener al cura de la parroquia con raciones y servicios, esto es, con un abastecimiento semanal de vituallas y con prestación de servicios que aquél les demandaba, haciéndolos frecuentemente trabajar en sus haciendas particulares destinadas a la agricultura o a la ganadería. Peor aún, los trataba con insolencia y desprecio, sin escatimar palos, azotes y la picota. Los gobernadores se reservaban para sí la mano de obra indígena de la región de Granada (un tercio de la población de la provincia). Exigían vituallas y la prestación de servicios domésticos, sobre todo exigían la fabricación de todo tipo de artesanía que se vendía en la provincia y en el exterior, percibiendo por ello cuantiosas ganancias31.
Aunque el monto real del tributo que debían pagar los indios era de unos dos pesos (cuatro semanas de trabajo agrícola no calificado), su monto real era mucho más elevado, dado al precio irrisorio que se asignaba a cada producto que el indígena pagaba como tributo32.
Sólo a partir del siglo XVIII se comenzó a pagar el tributo en dinero, aunque en Sutiaba y Masaya, que fueron los núcleos indígenas más densamente poblados y los más pesadamente tasados, se siguió pagando con especies33.
La verdadera preocupación por el indio. Las Nuevas Leyes de Indias de 1542
La verdadera preocupación por el indio
A pesar de mostrarnos en toda su obra la crudeza del colonialismo en la persona de sus distintos representantes, desde la de los Reyes de España, hasta la de sus personeros en las colonias americanas, esto es, peninsulares, criollos y misioneros de distintas órdenes religiosas, Ayón trata, en fin de cuentas, de justificar la conquista y colonización de América. Pretende inculcar la idea de que las ambiciones personales de los conquistadores y sus descendientes, y no el sistema por ellos impuestos, fueron las causas de que los buenos propósitos que supuestamente se tuvo hacia los indios no dieran resultados. No de otra manera obliga a pensar, por ejemplo, la afirmación que sigue:
“Los repartimientos fueron inventados por Cristóbal Colón en 1499, pero es indudable que el noble Almirante jamás pudo pensar que con el tiempo habrían de convertirse en destrucción y tiranía”34. Empero, tal vez deseando aparecer como un investigador imparcial y objetivo de la época colonial y, quizá, hasta como un gran humanista, Ayón expresa: “Ese fatal sistema [el repartimiento] establecido en Santo Domingo, se hizo extensivo con todos sus abusos a las demás provincias de América, a medida que iban siendo descubiertas. Los monarcas procuraron regularizarlo por medio de repetidas disposiciones -agrega como deseando eximir de responsabilidad a la Corona- con las que unas veces atendían al alivio de los naturales y otras empeoraban su desgraciada situación” 35.
Preocupación por el indio hubo, lo que es indiscutible, pero no partiendo de su condición humana, sino de su calidad de fuente de riqueza. Partiendo de ello, Carlos V, en 1523 dispuso como justo y razonable que los indios sirvieran y dieran tributo a la Corona. A contrapelo de ello, los conquistadores y sus descendientes, enrostrando persistentemente lo que ellos habían hecho por España -al tomar posesión de territorios en nombre de la Corona- reclamaban, por su parte, el derecho a ser los más beneficiados en la explotación del indio y en el saqueo de sus riquezas. Esta fue la causa real que condujo a los criollos a plantearse la independencia y a luchar por ella. El interés por el indio no era, pues, humano, sino económico y, en razón de esto, era objeto de disputa entre la Corona y los criollos. Los peninsulares que vivían en América estaban del lado esencialmente de los soberanos de España.
A fin de salvaguardar los intereses de la Corona y situarlos por encima de los intereses de los criollos, Carlos V, en 1523 y luego en 1533, dispuso que ni virreyes, ni gobernadores, ni ministros, ni prelados, ni clérigos, ni hospitales, ni cofradías, etc., pudieran tener indios en encomienda, aduciendo que la experiencia demostraba que eso sólo provocaba desórdenes en el tratamiento que se les brindaba 36.
Amén de la disputa entre los representantes de la Colonia por el indio, la necesidad de evitar los excesos para que éste no tendiera a rebelarse, era otro de los factores que despertaban interés por el indio, ya que esa tendencia -que era real- significaba una amenaza constante para la estabilidad de la colonia y hasta para su propia existencia. En este sentido, había necesidad de frenar los desmanes de los criollos contra el indio. Debe considerarse, además, que la persecución indiscriminada a los naturales daba lugar a que, en ocasiones, no hubiera quien labrara la tierra y, por ende, a que sus frutos escasearan sensiblemente.
La muerte de americanos provocada por conquistadores preocupaba a los personeros de la Corona debido, entre otras cosas, a que ello implicaba su desaprovechamiento como fuerza de trabajo, hecho sobre el cual advertiría Bartolomé de Las Casas, que fue uno de los pocos religiosos que, al parecer, se preocupó y quiso a los indios.
Las Casas: sólo en la lucha en favor del indio
Presuntamente por su amor a los indios, Las Casas -al mismo tiempo que abogaba por la libertad de los pobladores del Nuevo Mundo- pidió, al emperador Carlos de Austria, sustituirlos en su condición de esclavos por negros. Éstos debían ser comprados en las costas de África e introducidos en América para emplearlos en las minas y en los cultivos de la tierra. Se afirma que, de esto, Las Casas se arrepintió profundamente37. Comprendió perfectamente que la reducción del negro a la esclavitud era igual de injusta que la impuesta al indio38. Y, por increíble que parezca -opina Ayón-, el emperador aprobó la idea de Las Casas de esclavizar al negro en vez de hacerlo con el indio, demostrando así, una vez más, su afán de defender a ultranza la conquista 39.
Al final de su vida, el padre Las Casas “Ya no afirmaba la existencia de una sóla religión verdadera [como lo hizo en un inicio], que lleva inevitablemente a equiparar a los indios con una fase anterior, y por lo tanto inferior, de la evolución de los europeos. Lo universal ya no es [para Las Casas] el Dios de la religión cristiana sino la religiosidad. Llegará a decir que los aztecas quizá son superiores en materia religiosa. La igualdad ya no se paga con el precio de la identidad”40.
Las Casas, citando a Montesinos, desnudó por completo a los conquistadores. Los fustigó, denunciando sus acciones contra el indio. Decía, por ejemplo: “...después de muertos solamente pesándoles [a los conquistadores] de que se les muriesen [los indios], por la falta de que en las minas de oro y en las otras granjerías les hacían...” “Decid: ¿Con qué derecho y con qué justicia tenes en tan cruel y horrible servidumbre a estos indios?”41.
Pero si Las Casas abogó porque se sustituyera la esclavitud del indio por la del negro, ¿fue entonces vano, como pensaba Ayón, que Las Casas afirmara: “La Religión cristiana es igual y se adapta a todas las naciones del mundo y a todos igualmente recibe y a ninguna quita su libertad ni sus señores, ni mete bajo de servidumbre, so color ni achaque de que son siervos a natura”?42.
Las Nuevas Leyes de Indias de 1542
Profundicemos ahora lo relativo a las nuevas leyes de Indias. El 14 de julio de 1531 falleció, a la edad de 90 años, Pedrarias Dávila, verdugo de indios, pero también de conquistadores como Vasco Núñez de Balboa y Francisco Hernández de Córdoba43. En el cargo le sucedió el licenciado Francisco de Castañeda, quien se mostró tan déspota y tan rapaz como él. Siendo repudiado, se largó de la provincia, dejándola en manos del Obispo Diego álvarez de Osorio. Posteriormente, en 1534, en el cargo de gobernador fue nominado legalmente Rodrigo de Contreras, yerno de Pedrarias44. Su gobernación coincidió con la presencia de Fray Bartolomé de las Casas, principal promotor de las Nuevas Leyes de indias que se promulgaron en 1542 por la Corona.
Básicamente las nuevas leyes exigían:
a) El traspaso de los indios encomendados a funcionarios reales y religiosos al patrimonio de la Corona.
b) Una sensible reducción de los repartimientos excesivamente grandes.
c) El impedimento a audiencias y virreyes para conceder nuevas encomiendas.
d) La transferencia a la Hacienda Real de las encomiendas de las personas fallecidas 45.
e) La privación de encomiendas a quien careciera de títulos.
f) La reducción sensible de las encomiendas a aquéllos que, teniendo títulos, dispusieran de muchos indios.
g) La privación de indios a quienes les dieran maltrato 46.
“En resumen dichas leyes suprimían la esclavitud de los indios e instauraban bajo la supervisión de las autoridades reales, un nuevo tipo de encomienda -no hereditaria en teoría (en la práctica lo fue con frecuencia), y sin implicar el ejercicio de un poder personal sobre los pueblos encomendados-, reduciéndola al simple derecho de compartir con el Rey los tributos debidos por los indios encomendados. Además, la otra pieza clave del sistema colonial de explotación se organizó: las levas de trabajadores temporales para las haciendas y otras unidades de producción –los repartimientos indios-, bajo control de un juez repartidor. Pese a que la encomienda nunca desapareció del todo, la tendencia fue a que el repartimiento de indios se transformara en la forma central de explotación”47.
De esta suerte, el sistema de encomiendas, lejos de desaparecer, simplemente continuó en pie y sólo cambió con relación a sus poseedores. Esta fue, al menos, la intención que tuvo la Corona al promulgar las nuevas leyes de indios. Y, ciertamente, el rechazo a estas disposiciones reales no se hizo esperar. Por doquier, abundaban los infractores de las mismas, lo que aparecía como una respuesta lógica a la ingratitud que la monarquía española expresaba ante los que la habían transformado en un colosal imperio.
Siendo que las nuevas leyes de indios limitaban grandemente la explotación del indio por parte del conquistador, éste se las ingeniaba para violarlas una y otra vez. En la provincia de Nicaragua, por ejemplo, Rodrigo de Contreras hacía de las suyas para no verse materialmente perjudicado a causa de esas leyes, las que, además, estipulaban que, en lo sucesivo, Nicaragua no tendría gobernadores. Como consecuencia de ello, Contreras dejó de ejercer esa función.
Como las disposiciones reales prohibían la posesión de encomiendas a gobernadores, Contreras traspasó fraudulentamente las suyas a su esposa e hijos48. Sin embargo, el fraude fue descubierto y denunciado por el Obispo Antonio Valdivieso, quien desde antes se había enemistado con aquél por una disputa en torno a la esclavitud de los indios.
Privados de sus indios, los hijos de Contreras, Pedro y Hernando, decidieron vengarse del Obispo por considerarlo autor de su desgracia: En contubernio, al parecer, con su madre, María de Peñalosa, hija, a su vez, de Pedrarias Dávila, el 26 de febrero de 1550, dieron muerte al Obispo a puñaladas, tras lo cual se rebelaron contra el poder real 49.
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[1]. Rodríguez, Ileana. Primer inventario del invasor. Editorial Nueva Nicaragua. 1984. p. 137.
[2]. Reyes Monterrey, José. Apuntamientos básicos para el estudio de la Historia general de Nicaragua. UNAN León 1989. pp. 66-67.
[3]. Arellano, Jorge Eduardo. Nueva Historia de Nicaragua Fondo Editorial CIRA. Managua, Nicaragua. p. 91.
[4]. Martínez Peláez, Severo. La Patria del Criollo. EDUCA, 1975. p. 65.
[5]. Ciertamente, mediante la Bula “Inter Caetera” del 4 de mayo de 1493, el Papa Alejandro VI, en nombre del Poder Divino y en el de Jesucristo, concedió a perpetuidad a los reyes de Castilla y León, así como a sus descendentes, todas las islas y continentes, descubiertos y por descubrirse, hacia el oeste y hacia el sur de una línea imaginaria trazada desde el polo Norte hasta el Polo Sur. Esto es, una línea que se encontraba a 100 millas hacia el oeste y hacia el sur de las islas Azores y las de Cabo Verde. Véase “Bula Intercaetera”del 4 de mayo de 1493. En: El catolicismo y el librepensamiento en los siglos XVI-XIX. Editorial “NAUKA”. Moscú 1980. pp. 30-33. (Obra en ruso). A pesar de esa “demarcación” papal y de los acuerdos entre España y Portugal para dividirse el mundo en dos partes iguales -a fin de evitar de ese modo el enfrentamiento bélico entre ambas-, la disputa por los territorios del mundo entre ambas naciones continuó. Y cuando los portugueses se apoderaron de la islas Moluscas, los españoles sufrieron con ello un terrible golpe. No obstante, repentinamente, el monarca español Carlos V, recibió una propuesta del experimentado marinero portugués Fernando de Magallanes -quien se había puesto a su servicio- en el sentido que, bordeando el continente americano y viajando siempre hacia occidente, España -que era la “dueña” de todo lo que en esa dirección se encontrara- podía llegar hasta las Moluscas y arrebatárselas a los portugueses. Malajovski, K. B. Historia del colonialismo en Oceanía. Editorial “NAUKA”. Redacción General de Literatura Oriental. Moscú, 1979. p. 12.
[6]. Cita de Historia General de los Hechos Castellanos. En: Ayón, Tomás. Ob. cit. pp. 205-206.
[7]. Centroamérica en los Cronistas de Indias. Oviedo. Introducción y notas de Eduardo Pérez Valle. Serie Cronistas Nº 5. Promoción Cultural Banco de América. 1977. p. 63.
[8]. Ibíd. p. 65.
[9]. Nicaragua…Y por eso defendemos la Frontera. Historia agraria de las Segovias Occidentales. CIERA-MIDINRA. 1984. p. 55.
[10]. Romero Vargas, Germán. Las estructuras sociales de Nicaragua en el siglo XVIII. Managua: Vanguardia 1987. p. 33.
[11]. Cardoso, Ciro F.S.; Pérez Brignoli, Héctor. Ob. cit. pp. 57-58.
[12]. Romero Vargas, Germán; Solórzano, Flor de Oro. Ob. cit. pp. 18-20.
[13]. Ibíd. p. 28.
[14]. Ibíd. pp. 28, 30.
[15]. Ibíd. pp. 15-18.
[16]. Ibíd. pp. 23-24.
[17]. Ibíd. p. 20.
[18]. Cardoso, Ciro F.S.; Pérez Brignoli, Héctor. Ob. cit. p. 59.
[19]. Morner, Magnus. La política de segregación y el mestizaje en la audiencia de Guatemala. En: Revista Conservadora del Pensamiento Centroamericano. Nº 103. Abril, 1969. pp. 41-43.
[20]. Stanley J; Bárbara H. Stein. La herencia colonial de América Latina. Siglo Veintiuno Editores. S.A. México. 1980. pp. 57, 59-62.
[21] . Ibíd. 63-64.
[22]. Ibíd. p. 66
[23]. Romero Vargas, Germán; Solórzano, Flor de Oro. Ob. cit. pp. 20-21
[24]. Ibíd. p. 20.
[25]. Ibíd. p. 22.
[26]. Sola Monserrat, Rose. Geografía y estructura económicas de Nicaragua.(En el contexto centroamericano y de América Latina). Universidad Centroamericana de Managua. 1989. p. 117.
[27]. Romero Vargas, Germán; Solórzano, Flor de Oro. Ob. cit. p. 23.
[28]. Martínez Peláez, Severo. Ob. cit. pp. 90-93.
[29]. Ibíd. 95-96.
[30]. Wittman, tibor; Corvina Kiadó. Ob. cit. p. 99.
[31]. Romero Vargas, Germán; Solórzano, Flor de Oro. Ob. cit. pp. 26-27.
[32]. Ibíd. p. 26.
[33]. Ibíd. p. 26.
[34]. Ayón, Tomás. Ob. cit p. 228.
[35]. Ibíd. p. 230.
[36]. Ibíd. p. 231.
[37]. Al respecto, el gran poeta y patriota cubano José Martí escribe: “...Es verdad que Las Casas por el amor de los indios, aconsejó al principio de la conquista que se siguiese trayendo esclavos negros, que resistían mejor el calor, pero luego que los vio padecer, se golpeaba el pecho, y decía: “¡con mi sangre quisiera pagar el pecado de aquel consejo que di por mi amor a los indios!...” Martí, José. El padre Las Casas. Nuevo Amanecer Cultural. Sábado 1 de agosto de 1992. p. 7.
[38]. Cita de Las Casas en: Abramova, Svetlana, Yurevna. África: Cuatro siglos de trata de esclavos. Editorial “NAUKA”. Redacción Central de Literatura Oriental. Moscú 1978. p. 14. Obra en ruso
[39]. Ayón, Tomás. Ob. cit.. pp. 233-234.
[40]. Rivas, Judith; Corominas, Jorge. Tres posturas antiguas y vigentes: la conquista. Nuevo Amanecer Cultural. Sábado 28 de septiembre de 1992.p.5.
[41]. De Las Casas, Bartolomé. El sermón de Montesinos del 21 de diciembre de 1511. En: Agenda Latino Americana 92.
[42]. Ayón, Tomás. Ob. cit. p. 234.
[43]. Ibíd. p. 226.
[44]. Ibíd. pp. 236, 248, 250.
[45]. Ibíd. p. 267.
[46]. Martínez Peláez, Severo. Ob. cit. pp. 73-74.
[47]. Cardoso, Ciro F.S; Pérez Brignoli, Héctor. Ob. cit. pp. 55-56.
[48]. Ayón, Tomás. Ob. cit. p. 278.
[49]. Gámez, José Dolores. Historia de Nicaragua. Ob. cit. pp. 156-157. El autor señala que el cronista Herrera negaba que la madre de los hermanos Contreras haya aprobado el asesinato del Obispo Valdivieso y que, por el contrario, los reprendió. Ibíd. Véase pie de página.
Conquista y colonización de Nicaragua. Parte 1
Manuel Moncada Fonseca
I. Conquista y colonización
¿Paz colonial?
Nicaragua fue “descubierta” por los españoles en 1502, año en que Colón efectuó su cuarto y último viaje al Nuevo Mundo. Y no fue con ello que se inició su historia. Tampoco es cierto “que la nueva historia indo-hispana” comenzara, como sostiene Pablo Antonio Cuadra, “por un diálogo entre el cacique Nicaragua y el conquistador Gil González Dávila”.i A contrapelo, entonces, de la supuesta paz que reinó durante el dominio colonial, los indígenas lo resistieron de muy diversas maneras:
Con cantares; con huelgas de sexo, esto es que los indígenas, escribe López de Gómora, “no dormían con sus mujeres para que no pariesen esclavos de españoles”, (Herrera plantea, en esencia, eso mismo); de siembra, como atestigua Las Casas, contando que una vez que se pretendió hacer un nuevo repartimiento de indios, éstos se negaron a sembrar para los españoles; con infanticidios y abortos; al respecto, otra vez Las Casas dice que “las mujeres paridas matan sus criaturas y las preñadas las echan fuera del cuerpo” ii; con infanticidios, suicidios y huelgas de hambre como contaba el cacique Gonzalo al italiano Girolano Benzoni: “...a tal punto llegaron las cosas – le dijo- que muchos (...) mataban a sus hijos, otros iban a colgarse, otros se morían de hambre” iii; con las armas en la mano, como lo hizo Diriangén, Nicarao (¿Macuilmiquiztli?) iv, y otros caciques. Quizá la simulación se deba considerar forma suigéneris de resistencia indígena al dominio colonial. Gámez, por ejemplo, habla de las repentinas conversiones de los indios en cristianos ante el temor que provocaba en ellos la presencia del invasor europeo v.
El encuentro de Nicarao y Gil González
Veamos, cómo pasaron las cosas en lo que a nicaraos y chorotegas se refiere. Los objetivos de Gil González con relación a Nicaragua no podían ser sino de dominación, considerando el mensaje que transmitiera al cacique Nicarao (¿Macuilmiquiztli?), asegurándole, por un lado, que no llegaba a causarle daño sino a enseñarle la fe cristiana y a "rogarle" obediencia al Rey de Castilla; por el otro, que de no condescender “a sus ruegos, le haría la guerra”. La respuesta del cacique fue que “aceptaba la amistad con que le brindaba [el conquistador], y recibiría también la religión católica si cuando conociese sus fundamentos le parecía conveniente” vi. Llama la atención el hecho que, al producirse el llamado “diálogo” entre el conquistador y Nicarao, éste expresara su disposición a recibir el cristianismo vii (aunque sólo fuera por aparentar ante el conquistador), pero no a deponer las armas viii. Con todo, es aún más significativo lo que ocurrió después de este encuentro "amistoso".
Tras contactarse con Nicarao, Gil González se internó en territorio nicaragüense y se encontró con el cacique Diriangén al que, igualmente, le “rogó” su cristianización. éste prometió responder al cabo de tres días, lo cual hizo pero armado con sus hombres para rechazar al invasor, lo que ocurrió en abril de 1523. Viéndose obligadas a retirarse, las fuerzas castellanas nuevamente atravesaron las tierras de Nicarao sin ningún problema. Sin embargo, al no más dejar atrás estos dominios, fueron atacados por los nicaraos ix.
Hechos semejantes se observaron en todo el continente americano a lo largo de los tres siglos de la dominación colonial. No obstante, los apologistas de este dominio siempre han insistido en presentar las cosas de otro modo, propiamente, desde la óptica idealizada con que la Corona Española y sus personeros enfocaron la colonia. La “cristianización” y la “civilización” de los nativos americanos sirvieron de manto a lo que, en verdad, se materializó en explotación despiadada del indio y en saqueo indiscriminado a sus riquezas. La espada y la cruz se combinaron malignamente para reducir al nativo americano a la más cruel esclavitud. Y por mucho que la reacción criolla se esfuerce hoy por glorificar el pasado colonial x -tratando así de justificar la “moderna” pero no-menos rapaz y opresora dominación del trabajo por el capital-: autores que estaban lejos de lo que hoy se llama izquierda reflejaron en sus escritos la naturaleza sanguinaria, explotadora y expoliadora de la colonia, aunque, por otra parte, trataran de defenderla a ultranza.
“La conquista de América -dice Ayón- es la lucha gigantesca de dos mundos. Por una parte se presenta un antiguo pueblo que, orgulloso con la gloria del triunfo obtenido en una guerra de siete siglos [contra el dominio árabe sobre España], se lanza a buscar en los confines de la tierra y en el seno de las naciones salvajes, nuevos horizontes para su espíritu y nueva savia para su sangre; y por otra parte aparece la raza americana, exuberante de vida y libertad, que al ver sus creencias amenazadas por extrañas creencias, sus altares destruidos, sus dioses profanados, su suelo regado de cadáveres y sus familias pereciendo entre las llamas de horrorosos incendios, rechaza con valor desesperado a sus enemigos y se empeña en cerrar las puertas a la luz de una civilización invasora” xi.
Lejos, pues, del diálogo que, supuestamente, dio inicio a las relaciones entre los conquistadores europeos y los nativos de Nicaragua, como anota Wheelock, esa historia se inició, por el contrario, “con una encarnizada lucha del indio contra el colonialista español, mantenida luego -lejos de cualquier diálogo- durante los tres siglos que duró la dominación peninsular”xii. Esta visión de las cosas es, por completo, diferente de la que la historiografía tradicional, generalmente de corte liberal o conservador, proporciona, interesada como está, en idealizar el pasado colonial para justificar el presente opresor y explotador.
¿Fue la de Centroamérica la peor parte de la emigración que llegó de España?
En lo que concierne propiamente al domino colonial en territorio centroamericano, al contrario de la idea de Gámez según la cual éste dominio fue peor acá que en ninguna otra parte del Nuevo Mundo, porque a su parecer las “remotas provincias de la América-Central (…) tuvieron la mala suerte de recibir la peor parte de la emigración que venía de España” xiii; para la autora Laurette Sejourne, La Española y Cuba se constituyeron en “el campo de experimentación de los futuros conquistadores de toda América”. Allí aprendieron a reducir a los indígenas a la condición de animales domésticos. Allí mismo, iniciaron “la lucha entre compatriotas, por medio del perjurio, el homicidio y el robo”. Y agrega algo aún más esclarecedor:
“El modelo creado en la Española hubo de servir para todo el continente, y la historia de la conquista no se modificará de un país a otro en razón del carácter específico de la geografía, de la cultura y del gobierno de cada uno de ellos”. Allí tuvieron lugar, indica, las primeras rebeliones y querellas para disputarse la riqueza y el poder; de igual forma, allí se registraron los primeros enfrentamientos sangrientos contra los enviados por la corona, así como las primeras condenas oficiales de muerte; sobre su suelo se perfeccionó y legalizó la trata de seres humanos y se instauró el repartimiento de hombres y tierras.
Respecto a la conquista de México, la autora expresa que los métodos de Cortés fueron calcados exactamente de los que otros conquistadores pusieron en práctica, con los mismos ataques sorpresa antes del amanecer, incendios, muchedumbres enloquecidas y desarmadas que terminaban reconociéndose culpables.
Así las cosas, no era fortuito que el emperramiento, como apunta la autora, fuera una tortura aplicada en América “legalmente contra los que no pagaban tributo” xvi.
¿A qué atribuir la violencia de los castellanos contra los americanos?
Y contra la idea expuesta también por Gámez, que atribuye la violencia de los castellanos -tanto entre sí como con los aborígenes- a la condición brutal y supersticiosa de una soldadesca recogida por lo común en los garitos, en las tabernas y en las inmediaciones de los presidios españoles xvii, Sejourne acota: “Ya antes de la llegada de los criminales puestos así en libertad [se refiere a los condenados a muerte que serían libres al cabo de dos años de exilio en América y a los condenados a cadena perpetua, quienes igualmente serían libres sólo que al año] la primera isla descubierta, umbral de un inmenso continente virgen, era víctima de disensiones y presa de la brutalidad” xviii.
Hay que añadir a esto un asunto de vital importancia: lo relativo a que algunos de los grandes conquistadores de América, fueron de origen noble. Hernán Cortés y Pedrarias Dávila, por ejemplo, lo fueron. Y, sin embargo, se distinguieron por una crueldad ilimitada, la perfidia y la intriga especialmente contra los indígenas, pero también contra los suyos. En efecto, el primero, era poseedor de una inmensa fortuna y del título de marqués xix. El segundo, había servido en la guerra de Castilla, en la cual adquirió la fama de valiente, era hermano del conde Puñonrostro, “Caballero de Segovia y pariente inmediato de varias personas de la nobleza y de valor de España”. El Obispo de Burgos intercedió en su favor ante el monarca, partiendo de los servicios que él prestara en la toma de Orán y de Bujía; de su rango de coronel de la infantería española y de que se había educado en la Real Casa. Gracias a ello, Pedrarias fue confirmado en su cargo de Gobernador del Darién xx.
Despoblamiento brutal por trato brutal y por enfermedades
Oviedo, en su Historia general y natural de las Indias, escribe que en Cuba, para 1548, había quinientas personas, pero que, entonces, la mayoría de los habitantes provenía de otras islas. Sin embargo, cuando ésta se descubrió había en ella un millón de nativos. No obstante, el cronista explicaba el hecho a partir de que las minas no eran muy ricas y de que la codicia de los hombres era insaciable. Por otra parte, acusaba a los indios de ser ociosos, viciosos, de poco trabajo, melancólicos y cobardes, mal inclinados, mentirosos, de poca memoria e inconstantes. “Muchos dellos por su pasatiempo, se mataron con ponzoña por no trabajar, y otros se ahorcaron con sus propias manos...” xxi
Bartolomé de Las Casas anota que en Nicaragua al principio había, según cálculos de sus compatriotas, más de seiscientas mil personas, pero en unos cuantos años esta población se redujo a entre doce y quince mil almas xxii. Germán Romero Vargas, partiendo del carácter interesado de las informaciones que suministran, a su parecer, Gil González, Las Casas y Oviedo, estima que la población de Nicaragua, en el momento inicial de la conquista, era de unos 100 mil aborígenes xxiii. Según Radell, citado por Cardoso y Pérez Brignoli, en las primer0as décadas de la conquista, la población de Nicaragua sobrepasaba más de un millón, pero producto del dominio colonial se vio reducida a 10.000.
Esta brusca disminución de la población se atribuye a las enfermedades, a las guerras, y a la exportación de esclavos (entre 200.000 y 500.000) xxiv.
En general, al despoblamiento de América contribuyó en gran medida una macabra importación europea -para la cual el indígena no estaba biológicamente preparado- consistente en viruelas, tétanos, enfermedades pulmonares, intestinales y venéreas, el tracoma, el tifus, la lepra, la fiebre amarilla, las caries de la boca. El antropólogo brasileño, Darey Ribeiro, citado por Eduardo Galeano, calcula “que más de la mitad de la población aborigen de América, Australia, y las islas oceánicas murió contaminada luego del primer contacto con los hombres blancos” xxv.
La barbarie contra el indígena obra del sistema colonial
Mas, no debe creerse que la barbarie contra el indígena era producto de individuos aislados. Era, por el contrario, un fenómeno derivado por entero del sistema colonial en su conjunto. No en vano, al cronista imperial Juan Ginés de Sepúlveda se le encargó la tarea de justificar el derecho de la Corona sobre los aborígenes del Nuevo Mundo. Amparándose en Aristóteles, Sepúlveda justificaba lo que él llamaba “las justas causas de las guerras contra los indios”. Según él, existía el derecho de someter por la fuerza a los que, dada su condición natural, debían sujetarse a la obediencia; lo perfecto debe gobernar a lo imperfecto, igual que lo excelente a su opuesto; hombres y animales están sujetos a esa norma. Por eso, las fieras y la mujer son dominadas por el hombre. Y siendo que, a su parecer, la diferencia esencial entre el hombre blanco -que él estima noble, inteligente virtuoso, etc.- y el bárbaro es la misma que existe entre el hombre y los monos; en consecuencia, el uso del arte de cazar debe dirigirse no sólo contra los animales sino también contra los hombres que rechazan el yugo esclavista, pese a que nacen para someterse. Por lo mismo, para Sepúlveda las víctimas se benefician con la avaricia de los conquistadores y es al vencido, y no al vencedor, a quien achaca la culpa de las rapiñas xxvi. Para él, las atrocidades de los españoles, aunque aborrecibles, no tenían la importancia que, según él, sí tenía la responsabilidad de los mismos en la imposición de la cultura cristiana a los aborígenes americanos xxvii.
Bartolomé de Las Casas, quien se pusiera a la cabeza de la defensa del indígena fue acusado de herejía, al aferrarse a la idea de igualdad humana; desconocimiento de la desigualdad de las razas, al negarse a admitir que entre los hombres unos están destinados a ser libres y a mandar y que, otros, siendo deficientes por naturaleza, por su propio bien, están destinados a la servidumbre y la sujeción que los primeros les impongan; desorden mental, siendo un hombre de “mente confusa” y de “delirio paranoico”, incapaz de admitir que la esencia humana tiene diversos niveles de realización xxviii.
Menosprecio racial a los nativos americanos
Conociendo la brutalidad que los castellanos mostraron contra el indígena en todos los territorios del Nuevo Mundo que estaban bajo su poder, Sejourne llega a una conclusión irrebatible: “La lectura de cualquier documento referente a la conquista da la certidumbre de que ninguna acusación podrá jamás ser tan terrible como los propios acontecimientos” xxix.
W. Howitt, citado por Marx en El Capital, escribe: “Las barbaries y las execrables atrocidades presuntamente cristianas en todas las regiones del mundo, y contra todos los pueblos a los cuales pudieron subyugar, no tienen paralelo en ninguna otra era de la historia universal, en ninguna raza, por salvaje, grosera, implacable y desvergonzada que fuese” xxx.
Para algunos como el conde de Bufón, los indios eran animales frígidos y débiles, no se registraba en ellos “ninguna actividad del alma”. El abate De Paw hablaba de que en América los indios degenerados alternaban con perros que no ladraban, “vacas incomestibles y camellos impotentes”. Para Voltaire, América estaba habitada por indios perezosos y estúpidos, sus cerdos tenían, algunos, el ombligo a la espalda, sus leones eran calvos y cobardes. Bacon, De maestre, Montesquieu, Hume y Bodin se negaron a reconocer como semejantes a los hombres “degradados” de América. Hegel se refirió a la impotencia física e intelectual de América. El padre Gregorio García, en el siglo XVIII, sostuvo que los indios eran perezosos, no creían en los misterios de Jesús, ni agradecían a los españoles por todo el bien que se les brindaba por su ascendencia judía xxxi.
Complicidad del clero en el crimen y en reparto del botín
Desde luego, los hombres de espada no actuaron sólos, sino en contubernio con los de sotana. En este aspecto, la opinión de Gámez resulta acertada, diciendo que los miembros del clero, en su mayoría, por codicia, no se oponían a la obra de iniquidad o esclavitud contra el indio, al contrario, ayudaban a ella “atentos únicamente á tomar su parte en el rico botín de los despojos” xxxii. Y en un tono más recio expresa: “El clero católico, que atendida su misión de paz, pudo servir para suavizar el yugo colonial, fue con muy contadas excepciones otro terrible azote para las colonias. Los clérigos que en aquel entonces recorrían el Nuevo Mundo, no se distinguían por la fe y cristiano ardor que exige el Evangelio (...) Gran número de frailes se trasladó a las colonias con la esperanza de gozar de una existencia libre y holgada y encontrar satisfacción a sus terrenales aspiraciones” xxxiii.
Sin embargo, más duros son aún los términos que utiliza el historiador francés Mauricio La Chate, citado por Gámez, para referirse a los que, desde las metrópolis, imponían su voluntad a los pueblos: “Los anales de la Historia política del siglo XVI debían ser trazados en caractéres de sangre, pues nunca las crueldades, los homicidios, los atentados, habían sido tan multiplicados y terribles; nunca los reyes y los papas habían cometido tantas atrocidades...” xxxiv.
Por su parte, Eduardo Galeano escribe: “La espada y la cruz marchaban juntas en la conquista y en el despojo colonial. Para arrancar la plata de América, se dieron cita en Potosí los capitanes y los ascetas, los caballeros de lidia y los apóstoles, los soldados y los frailes” xxxv. Tibor Wittman y Corvina Kiadó plantean que los religiosos supieron aprovechar con habilidad las calamidades naturales para infundir temor a Dios entre los indios. Y para imponer el cristianismo entre los indígenas, recurrían a las mismas creencias que éstos tenían. No es casual, señalan dichos autores, que la virgen de Guadalupe apareciera en el mismo lugar en el que, en México, rendían culto a la madre de su dios Tonantzin xxxvi.
La denuncia del crimen y del despojo
Durante la conquista, hubo voces, aunque pocas, que clamaron contra el maltrato a la población del continente americano. Otros, sin ser propiamente sus defensores -como cronistas interesados en recoger todo lo acaecido en el Nuevo Mundo-, quizá sin proponérselo, denunciaban las atrocidades que los suyos cometían en las tierras del mismo. Gracias a los cronistas, se sabe que Pedro Arias de Ávila, conocido como Pedrarias Dávila y quien se constituyera en el primer gobernador de la provincia de Nicaragua, hizo gala -al igual que la mayoría de los conquistadores y colonizadores del continente americano- de una crueldad sin límites contra los nativos de la misma. Hacía, por ejemplo, uso de perros feroces para dar muerte a los indios rebeldes. Primero les echaba perros jóvenes, de cuyos ataques los indios se defendían con el auxilio de garrotes; luego, ante la huída de los perros jóvenes, les lanzaba dos perros viejos que los hacían caer en tierra y, finalmente, soltaba contra ellos a los más feroces para que terminaran de despedazarlos xxxvii.
Con base en la lectura de las crónicas coloniales, Ayón señala: “Los naturales dados en encomienda eran errados, como los esclavos; y al repartirlos entre los señores, sucedía que correspondiendo un sólo pueblo a tres ó cuatro, cada cual tomaba el número de indios que se le señalaba, sin fijarse en la inhumana división que hacían de una misma familia, dejando al marido separado de su esposa, y a la madre lejos de sus tiernos hijos. El tributo que les exigían era exorbitante, y no se libraban de él ni aún los muchachos, quienes no pudiendo pagarlo se veían obligados a salir de los pueblos en cuadrillas de doscientos o cuatrocientos, sin exceptuar a los jóvenes, con el objeto de ir a recoger oro en los ríos, en donde algunos perecían miserablemente, hambrientos y sin abrigo” xxxviii.
Con relación a Nicaragua, Las Casas dice: “Pedían cada cuatro o cinco meses, o cada vez que alguno alcanzaba la gracia o licencia del gobernador, al cacique cincuenta esclavos, con amenaza de que sino los daba lo habían de quemar vivos o echar a los perros bravos. Iban los señores por sus pueblos y tomaban lo primero todos los huérfanos, y después pedían a quien tenía hijos legítimos, uno, y a quien tres hijas, las dos, y no de los más indispuestos, sino escogidos y de tal altura, como les daba el español una vara; y de esta manera cumplía el cacique el número que el tirano le pedía, con grandes alaridos y llantos del pueblo. Como esto se hacía tantas veces, asolaron desde el año de [15]23 hasta el año [15]33 todo aquel reino, llevando todas aquellas muchedumbres de indios, siendo tan libres como yo, a vender por esclavos a Panamá y al Perú donde todos son muertos” xxxix. García Peláez sostiene que para los americanos “esclavitud, tributo, encomienda, confiscación, destierro y muerte, era todo uno, y lo mismo la paz que la guerra” xl.
“Es verdad lo que digo, que si un cristiano español hubiese de ir desde esta ciudad de León o de la Granada a las Minas, y no supiese el camino no tiene necesidad de llevar quien se lo muestre ni preguntar por el camino, más que irse por el rastro de los huesos de los indios muertos que hay hasta allá. Sé de cierto, que hay hombres que en esta demora para que se coja oro, se le han muerto de su repartimiento doscientas personas, y otros que tenían buenos repartimientos, que ya no tienen indios para sacar oro...” xli.
El saqueo colonial y el desarrollo industrial de Europa
Según cálculos de Ernest Mandel -que sumó el valor de oro y plata saqueado al Nuevo Mundo hasta 1660; el botín saqueado en Indonesia por la Compañía Holandesa de las Indias Orientales, desde 1650 hasta 1780; las ganancias del capital francés proveniente de la trata de esclavos de las Antillas británicas y, finalmente, el saqueo inglés de las mismas-, el resultado de todo el saqueo practicado sobrepasa al valor total de la inversión realizada hacia 1880 en la totalidad de las industrias europeas. Y, por supuesto, lo que benefició a Europa, en las regiones sometidas al saqueo, por el contrario, impidió la acumulación originaria del capital industrial xlii.
Según cálculos de Alexandr von Humboldt, en medio siglo, entre 1750 y 1809, mediante las exportaciones de oro y plata, de México se evadió un excedente de unos cinco mil millones de dólares, según el valor que esta moneda tenía a fines de los años 60 xliii.
Conozcamos algunas de las valoraciones que el saqueo de América significó para Europa desde el punto de vista de acumulación de capital y de desarrollo industrial.
Eduardo Galeano plantea, en esencia, que el oro y la plata arrebatados por los europeos a sus dominios coloniales, además de estimular el desarrollo económico de las metrópolis, lo hizo posible xliv.
Marx manifiesta: “El descubrimiento de regiones auríferas y argentíferas de América, la reducción de los indígenas a la esclavitud, su soterramiento en las minas, su exterminio, los comienzos de la conquista y saqueo en las Indias Orientales, la transformación de África en una especie de madriguera comercial para la caza de los hombres de piel negra: tales son los procedimientos idílicos de acumulación primitiva que señalan la era capitalista en su aurora” xlv.
En su Manifiesto del Partido Comunista, Marx y Engels expresan: “El descubrimiento de América y la circunnavegación de África ofrecieron a la burguesía en ascenso un nuevo campo de actividad. Los mercados de la India y de China, la colonización de América, el intercambio con las colonias, la multiplicación de los medios de cambio y de las mercancías en general imprimieron al comercio, a la navegación y a la industria un impulso hasta entonces desconocido y aceleraron, con ello, el desarrollo del elemento revolucionario de la sociedad feudal en descomposición. (…) La gran industria ha creado el mercado mundial, ya preparado por el descubrimiento de América” xlvi.
Este texto fue publicado, el 28 de octubre de 2008, bajo el nombre "El caso de Nicaragua: Desmitificando la conquista", por Página Digital. http://www.paginadigital.com.ar/articulos/2008/2008prim/educacion10/mundo-28102008.asp; el 29 de septiembre del mismo año, el Servicio Informativo Ecuménico y Popular de El Salvador (SIEP).
http://ecumenico.org/leer.php/1564; en la misma fecha, Tercera Información. http://www.tercerainformacion.es/3i/article5755.html;
Citas
[i]. Cuadra, Pablo A. El Nicaragüense. EDUCA, Centroamérica. 1978. p. 20.
[ii]. Documento Nº 10. Las huelgas: sexual y de siembros. Documentos de la Historia de Nicaragua. 1523-1857. Recopilación de Antonio Esgueva Gómez. UCA, Managua. 1983. p. 41.
[iii]. Benzoni, Girolani. Fragmento de su obra Historia del Nuevo Mundo. En: Interpretación económica y social de la Historia de Nicaragua. Compilación del Doctor Jaime Wheelock Román para la Maestría en Historia ofrecida por el Departamento de Historia de la UNAN-Managua. Febrero de 1998. p. 131. (la numeración corresponde al fragmento indicado).
[iv]. Véase entrevista de El Nuevo Diario a Fernando Silva ( “Cacique Nicarao es puro invento”) y a Rafael Casanova (“No hubo Nicarao, todo es invento”), en las ediciones, respectivamente, del 12 y del 16 de septiembre del 2002.
[v]. Gámez, José Dolores. Historia de Nicaragua.. Madrid, 1955. p. 94.
[vi]. Ayón, Tomás. Ayón, Tomás. Historia de Nicaragua.. Obra en tres tomos, Tomo I. Madrid, 1956. pp. 154-155.
[vii]. “Estas repentinas conversiones al Cristianismo (…) no eran sinceras, obligados por el temor, creían con firmeza que salvar a bien poco precio sus vidas, con sólo consentir se les mojara la cabeza no tenía ninguna trascendencia. Se observó con mucha frecuencia, que los mismos bautizados que cerraban sus templos y botaban sus ídolos, en cuanto los españoles se alejaban, volvían a sus antiguos ritos”. Quintana Orozco, Ofman. Apuntes de historia de Nicaragua. Cuarta edición aumentada y corregida. Managua, Marzo de 1968. p. 24.
[viii]. Gámez, José Dolores. Ob. cit. p. 155.
[ix]. Ibíd. pp. 157-158. Véase también: Arellano, Jorge Eduardo. Nueva Historia de Nicaragua. Fondo Editorial CIRA, Managua, Nicaragua, 1990.p.92.
[x]. “Una de las cosas más asombrosas de los exploradores españoles –casi tan notable como la misma exploración- es el espíritu humanitario y progresivo que desde el principio hasta el fin caracterizó sus instituciones”. Enciclopedia Autodidáctica Quillet. México, 1964. Tomo I. p. 41. Otro texto, plantea: “Y corresponde a España en pleno apogeo de su gloria como pueblo cristiano, el recibir estas tierras [las del Nuevo Mundo] como regalo del señor”. Siso Martínez, JM; Bártoli, Humberto. Mi Historia Universal. Trillas. Segunda reimpresión. México. Noviembre de 1990. p. 205. En contraste con esto, en un tercer texto leemos: “Nuestros aborígenes vivieron más de trescientos años bajo la absoluta dominación española.¡He aquí las raíces de nuestra tragedia al presente!” Y en el párrafo que sigue leemos: “LA PROVINCIA FUE UN BOTÍN DE ORO Y ESCLAVOS EN DONDE EL REY TENÍA PARTICIPACIÓN”. Lainez, Francisco. Nicaragua: Colonialismo español, yanqui y ruso. Serviprensa Centroamericana. Guatemala, 1987. p. 88.
[xi]. Ayón. Tomás. Ob. cit. p. 114.
[xii]. Wheelock Román, Jaime. Raíces Indígenas de la Lucha Anticolonialista en Nicaragua. Managua, 1985. p. 1.
[xiii]. José Dolores Gámez. Ob. cit. p. 114.
[xiv]. Sejourne, Laurette. I. Antiguas Culturas Precolombinas. Siglo veintiuno. Cuarta edición en castellano. Diciembre de 1973. p. 14.
[xv]. Ibíd. p. 33.
[xvi]. Ibíd. p. 65.
[xvii] . Gámez, José Dolores. Ob. cit. p. 114.
[xviii]. Sejourne, Laurette. Ob. cit. p. 13.
[xix]. Ibíd. pp. 29-42.
[xx]. Ayón, Tomás. Ob. cit. pp. 128-129.
[xxi]. Cita de Oviedo. Sejourne, Laurette. Ob. cit. pp. 29-30.
[xxii]. Las casas, Bartolomé de. Carta a un personaje de la corte. Compilación del Doctor Jaime Wheelock Román. Ob. cit. pp. 71-72. (La numeración es acá asunto de cada parte de la compilación, está en correspondencia con la numeración de cada una de esas partes).
[xxiii]. Romero Vargas, Germán; Solórzano, Flor de Oro. Las poblaciones indígenas de Nicaragua. En: Persistencia Indígena en Nicaragua. CIDCA UCA. 1992. p. 15.
[xxiv]. Cardoso, Ciro F.S.; Pérez Brignoli, Héctor. Centroamérica y la Economía Occidental 1520-1980. Editorial Universidad de Costa Rica. 1983. pp. 54-55.
[xxv]. Galeano, Eduardo. Las Venas abiertas de América Latina. Siglo veintiuno editores, 5ª edición. 1973. pp. 27-28.
[xxvi]. Sejourne, Laurette. Ob. cit. pp. 72-74.
[xxvii]. Coe, Snow y Benson. Atlas Cultural de la América Antigua. Civilizaciones precolombinas. Ob. cit. p. 22.
[xxviii]. Sejourne, Laurette. Ob. cit. p. 80.
[xxix]. Ibíd. pp. 76-77.
[xxx]. Marx, Carlos. El Capital. Tomo I. Editorial Librerías Allende S.A. Méjico 1980. p. 732.
[xxxi]. Sejourne, Laurette. Ob. cit. pp. 62-63.
[xxxii]. Gámez, José Dolores. Ob. cit. p. 129.
[xxxiii]. Ibíd. pp. 118-119.
[xxxiv]. Ibíd. p. 121.
[xxxv]. Galeano, Eduardo. Ob. cit. p. 31.
[xxxvi]. Wittman, tibor; Corvina Kiadó. Historia de América Latina. Imprenta Athenaeum. Hungría 1980. pp. 95, 97.
[xxxvii]. Véase cita de Oviedo. Ayón, Tomás. Ob. cit. p. 214.
[xxxviii]. Ibíd. p. 227.
[xxxix]. Ibíd. p. 227-228.
[xl]. Véase cita de García Peláez. Ibíd. p. 227.
[xli]. Cita del tomo III de los Documentos para la Historia de Nicaragua. En: Nicaragua…Y por eso defendemos la frontera. Historia agraria de las Segovias Occidentales. CIERA-MIDINRA. 1984. p. 57.
[xlii]. Galeano, Eduardo. Ob. cit. p.43.
[xliii]. Ibíd. pp. 54-55.
[xliv]. Ibíd. p. 35.
[xlv]. Marx, Carlos. El Capital. Ob. cit. p. 731.
[xlvi]. Marx, Carlos; Engels, Federico. Manifiesto del Partido Comunista. En: Marx, C; Engels, F. Obras Escogidas, en tres tomos. Tomo I. Editorial Progreso, Moscú. 1974. p. 112.
I. Conquista y colonización
¿Paz colonial?
Nicaragua fue “descubierta” por los españoles en 1502, año en que Colón efectuó su cuarto y último viaje al Nuevo Mundo. Y no fue con ello que se inició su historia. Tampoco es cierto “que la nueva historia indo-hispana” comenzara, como sostiene Pablo Antonio Cuadra, “por un diálogo entre el cacique Nicaragua y el conquistador Gil González Dávila”.i A contrapelo, entonces, de la supuesta paz que reinó durante el dominio colonial, los indígenas lo resistieron de muy diversas maneras:
Con cantares; con huelgas de sexo, esto es que los indígenas, escribe López de Gómora, “no dormían con sus mujeres para que no pariesen esclavos de españoles”, (Herrera plantea, en esencia, eso mismo); de siembra, como atestigua Las Casas, contando que una vez que se pretendió hacer un nuevo repartimiento de indios, éstos se negaron a sembrar para los españoles; con infanticidios y abortos; al respecto, otra vez Las Casas dice que “las mujeres paridas matan sus criaturas y las preñadas las echan fuera del cuerpo” ii; con infanticidios, suicidios y huelgas de hambre como contaba el cacique Gonzalo al italiano Girolano Benzoni: “...a tal punto llegaron las cosas – le dijo- que muchos (...) mataban a sus hijos, otros iban a colgarse, otros se morían de hambre” iii; con las armas en la mano, como lo hizo Diriangén, Nicarao (¿Macuilmiquiztli?) iv, y otros caciques. Quizá la simulación se deba considerar forma suigéneris de resistencia indígena al dominio colonial. Gámez, por ejemplo, habla de las repentinas conversiones de los indios en cristianos ante el temor que provocaba en ellos la presencia del invasor europeo v.
El encuentro de Nicarao y Gil González
Veamos, cómo pasaron las cosas en lo que a nicaraos y chorotegas se refiere. Los objetivos de Gil González con relación a Nicaragua no podían ser sino de dominación, considerando el mensaje que transmitiera al cacique Nicarao (¿Macuilmiquiztli?), asegurándole, por un lado, que no llegaba a causarle daño sino a enseñarle la fe cristiana y a "rogarle" obediencia al Rey de Castilla; por el otro, que de no condescender “a sus ruegos, le haría la guerra”. La respuesta del cacique fue que “aceptaba la amistad con que le brindaba [el conquistador], y recibiría también la religión católica si cuando conociese sus fundamentos le parecía conveniente” vi. Llama la atención el hecho que, al producirse el llamado “diálogo” entre el conquistador y Nicarao, éste expresara su disposición a recibir el cristianismo vii (aunque sólo fuera por aparentar ante el conquistador), pero no a deponer las armas viii. Con todo, es aún más significativo lo que ocurrió después de este encuentro "amistoso".
Tras contactarse con Nicarao, Gil González se internó en territorio nicaragüense y se encontró con el cacique Diriangén al que, igualmente, le “rogó” su cristianización. éste prometió responder al cabo de tres días, lo cual hizo pero armado con sus hombres para rechazar al invasor, lo que ocurrió en abril de 1523. Viéndose obligadas a retirarse, las fuerzas castellanas nuevamente atravesaron las tierras de Nicarao sin ningún problema. Sin embargo, al no más dejar atrás estos dominios, fueron atacados por los nicaraos ix.
Hechos semejantes se observaron en todo el continente americano a lo largo de los tres siglos de la dominación colonial. No obstante, los apologistas de este dominio siempre han insistido en presentar las cosas de otro modo, propiamente, desde la óptica idealizada con que la Corona Española y sus personeros enfocaron la colonia. La “cristianización” y la “civilización” de los nativos americanos sirvieron de manto a lo que, en verdad, se materializó en explotación despiadada del indio y en saqueo indiscriminado a sus riquezas. La espada y la cruz se combinaron malignamente para reducir al nativo americano a la más cruel esclavitud. Y por mucho que la reacción criolla se esfuerce hoy por glorificar el pasado colonial x -tratando así de justificar la “moderna” pero no-menos rapaz y opresora dominación del trabajo por el capital-: autores que estaban lejos de lo que hoy se llama izquierda reflejaron en sus escritos la naturaleza sanguinaria, explotadora y expoliadora de la colonia, aunque, por otra parte, trataran de defenderla a ultranza.
“La conquista de América -dice Ayón- es la lucha gigantesca de dos mundos. Por una parte se presenta un antiguo pueblo que, orgulloso con la gloria del triunfo obtenido en una guerra de siete siglos [contra el dominio árabe sobre España], se lanza a buscar en los confines de la tierra y en el seno de las naciones salvajes, nuevos horizontes para su espíritu y nueva savia para su sangre; y por otra parte aparece la raza americana, exuberante de vida y libertad, que al ver sus creencias amenazadas por extrañas creencias, sus altares destruidos, sus dioses profanados, su suelo regado de cadáveres y sus familias pereciendo entre las llamas de horrorosos incendios, rechaza con valor desesperado a sus enemigos y se empeña en cerrar las puertas a la luz de una civilización invasora” xi.
Lejos, pues, del diálogo que, supuestamente, dio inicio a las relaciones entre los conquistadores europeos y los nativos de Nicaragua, como anota Wheelock, esa historia se inició, por el contrario, “con una encarnizada lucha del indio contra el colonialista español, mantenida luego -lejos de cualquier diálogo- durante los tres siglos que duró la dominación peninsular”xii. Esta visión de las cosas es, por completo, diferente de la que la historiografía tradicional, generalmente de corte liberal o conservador, proporciona, interesada como está, en idealizar el pasado colonial para justificar el presente opresor y explotador.
¿Fue la de Centroamérica la peor parte de la emigración que llegó de España?
En lo que concierne propiamente al domino colonial en territorio centroamericano, al contrario de la idea de Gámez según la cual éste dominio fue peor acá que en ninguna otra parte del Nuevo Mundo, porque a su parecer las “remotas provincias de la América-Central (…) tuvieron la mala suerte de recibir la peor parte de la emigración que venía de España” xiii; para la autora Laurette Sejourne, La Española y Cuba se constituyeron en “el campo de experimentación de los futuros conquistadores de toda América”. Allí aprendieron a reducir a los indígenas a la condición de animales domésticos. Allí mismo, iniciaron “la lucha entre compatriotas, por medio del perjurio, el homicidio y el robo”. Y agrega algo aún más esclarecedor:
“El modelo creado en la Española hubo de servir para todo el continente, y la historia de la conquista no se modificará de un país a otro en razón del carácter específico de la geografía, de la cultura y del gobierno de cada uno de ellos”. Allí tuvieron lugar, indica, las primeras rebeliones y querellas para disputarse la riqueza y el poder; de igual forma, allí se registraron los primeros enfrentamientos sangrientos contra los enviados por la corona, así como las primeras condenas oficiales de muerte; sobre su suelo se perfeccionó y legalizó la trata de seres humanos y se instauró el repartimiento de hombres y tierras.
Respecto a la conquista de México, la autora expresa que los métodos de Cortés fueron calcados exactamente de los que otros conquistadores pusieron en práctica, con los mismos ataques sorpresa antes del amanecer, incendios, muchedumbres enloquecidas y desarmadas que terminaban reconociéndose culpables.
Así las cosas, no era fortuito que el emperramiento, como apunta la autora, fuera una tortura aplicada en América “legalmente contra los que no pagaban tributo” xvi.
¿A qué atribuir la violencia de los castellanos contra los americanos?
Y contra la idea expuesta también por Gámez, que atribuye la violencia de los castellanos -tanto entre sí como con los aborígenes- a la condición brutal y supersticiosa de una soldadesca recogida por lo común en los garitos, en las tabernas y en las inmediaciones de los presidios españoles xvii, Sejourne acota: “Ya antes de la llegada de los criminales puestos así en libertad [se refiere a los condenados a muerte que serían libres al cabo de dos años de exilio en América y a los condenados a cadena perpetua, quienes igualmente serían libres sólo que al año] la primera isla descubierta, umbral de un inmenso continente virgen, era víctima de disensiones y presa de la brutalidad” xviii.
Hay que añadir a esto un asunto de vital importancia: lo relativo a que algunos de los grandes conquistadores de América, fueron de origen noble. Hernán Cortés y Pedrarias Dávila, por ejemplo, lo fueron. Y, sin embargo, se distinguieron por una crueldad ilimitada, la perfidia y la intriga especialmente contra los indígenas, pero también contra los suyos. En efecto, el primero, era poseedor de una inmensa fortuna y del título de marqués xix. El segundo, había servido en la guerra de Castilla, en la cual adquirió la fama de valiente, era hermano del conde Puñonrostro, “Caballero de Segovia y pariente inmediato de varias personas de la nobleza y de valor de España”. El Obispo de Burgos intercedió en su favor ante el monarca, partiendo de los servicios que él prestara en la toma de Orán y de Bujía; de su rango de coronel de la infantería española y de que se había educado en la Real Casa. Gracias a ello, Pedrarias fue confirmado en su cargo de Gobernador del Darién xx.
Despoblamiento brutal por trato brutal y por enfermedades
Oviedo, en su Historia general y natural de las Indias, escribe que en Cuba, para 1548, había quinientas personas, pero que, entonces, la mayoría de los habitantes provenía de otras islas. Sin embargo, cuando ésta se descubrió había en ella un millón de nativos. No obstante, el cronista explicaba el hecho a partir de que las minas no eran muy ricas y de que la codicia de los hombres era insaciable. Por otra parte, acusaba a los indios de ser ociosos, viciosos, de poco trabajo, melancólicos y cobardes, mal inclinados, mentirosos, de poca memoria e inconstantes. “Muchos dellos por su pasatiempo, se mataron con ponzoña por no trabajar, y otros se ahorcaron con sus propias manos...” xxi
Bartolomé de Las Casas anota que en Nicaragua al principio había, según cálculos de sus compatriotas, más de seiscientas mil personas, pero en unos cuantos años esta población se redujo a entre doce y quince mil almas xxii. Germán Romero Vargas, partiendo del carácter interesado de las informaciones que suministran, a su parecer, Gil González, Las Casas y Oviedo, estima que la población de Nicaragua, en el momento inicial de la conquista, era de unos 100 mil aborígenes xxiii. Según Radell, citado por Cardoso y Pérez Brignoli, en las primer0as décadas de la conquista, la población de Nicaragua sobrepasaba más de un millón, pero producto del dominio colonial se vio reducida a 10.000.
Esta brusca disminución de la población se atribuye a las enfermedades, a las guerras, y a la exportación de esclavos (entre 200.000 y 500.000) xxiv.
En general, al despoblamiento de América contribuyó en gran medida una macabra importación europea -para la cual el indígena no estaba biológicamente preparado- consistente en viruelas, tétanos, enfermedades pulmonares, intestinales y venéreas, el tracoma, el tifus, la lepra, la fiebre amarilla, las caries de la boca. El antropólogo brasileño, Darey Ribeiro, citado por Eduardo Galeano, calcula “que más de la mitad de la población aborigen de América, Australia, y las islas oceánicas murió contaminada luego del primer contacto con los hombres blancos” xxv.
La barbarie contra el indígena obra del sistema colonial
Mas, no debe creerse que la barbarie contra el indígena era producto de individuos aislados. Era, por el contrario, un fenómeno derivado por entero del sistema colonial en su conjunto. No en vano, al cronista imperial Juan Ginés de Sepúlveda se le encargó la tarea de justificar el derecho de la Corona sobre los aborígenes del Nuevo Mundo. Amparándose en Aristóteles, Sepúlveda justificaba lo que él llamaba “las justas causas de las guerras contra los indios”. Según él, existía el derecho de someter por la fuerza a los que, dada su condición natural, debían sujetarse a la obediencia; lo perfecto debe gobernar a lo imperfecto, igual que lo excelente a su opuesto; hombres y animales están sujetos a esa norma. Por eso, las fieras y la mujer son dominadas por el hombre. Y siendo que, a su parecer, la diferencia esencial entre el hombre blanco -que él estima noble, inteligente virtuoso, etc.- y el bárbaro es la misma que existe entre el hombre y los monos; en consecuencia, el uso del arte de cazar debe dirigirse no sólo contra los animales sino también contra los hombres que rechazan el yugo esclavista, pese a que nacen para someterse. Por lo mismo, para Sepúlveda las víctimas se benefician con la avaricia de los conquistadores y es al vencido, y no al vencedor, a quien achaca la culpa de las rapiñas xxvi. Para él, las atrocidades de los españoles, aunque aborrecibles, no tenían la importancia que, según él, sí tenía la responsabilidad de los mismos en la imposición de la cultura cristiana a los aborígenes americanos xxvii.
Bartolomé de Las Casas, quien se pusiera a la cabeza de la defensa del indígena fue acusado de herejía, al aferrarse a la idea de igualdad humana; desconocimiento de la desigualdad de las razas, al negarse a admitir que entre los hombres unos están destinados a ser libres y a mandar y que, otros, siendo deficientes por naturaleza, por su propio bien, están destinados a la servidumbre y la sujeción que los primeros les impongan; desorden mental, siendo un hombre de “mente confusa” y de “delirio paranoico”, incapaz de admitir que la esencia humana tiene diversos niveles de realización xxviii.
Menosprecio racial a los nativos americanos
Conociendo la brutalidad que los castellanos mostraron contra el indígena en todos los territorios del Nuevo Mundo que estaban bajo su poder, Sejourne llega a una conclusión irrebatible: “La lectura de cualquier documento referente a la conquista da la certidumbre de que ninguna acusación podrá jamás ser tan terrible como los propios acontecimientos” xxix.
W. Howitt, citado por Marx en El Capital, escribe: “Las barbaries y las execrables atrocidades presuntamente cristianas en todas las regiones del mundo, y contra todos los pueblos a los cuales pudieron subyugar, no tienen paralelo en ninguna otra era de la historia universal, en ninguna raza, por salvaje, grosera, implacable y desvergonzada que fuese” xxx.
Para algunos como el conde de Bufón, los indios eran animales frígidos y débiles, no se registraba en ellos “ninguna actividad del alma”. El abate De Paw hablaba de que en América los indios degenerados alternaban con perros que no ladraban, “vacas incomestibles y camellos impotentes”. Para Voltaire, América estaba habitada por indios perezosos y estúpidos, sus cerdos tenían, algunos, el ombligo a la espalda, sus leones eran calvos y cobardes. Bacon, De maestre, Montesquieu, Hume y Bodin se negaron a reconocer como semejantes a los hombres “degradados” de América. Hegel se refirió a la impotencia física e intelectual de América. El padre Gregorio García, en el siglo XVIII, sostuvo que los indios eran perezosos, no creían en los misterios de Jesús, ni agradecían a los españoles por todo el bien que se les brindaba por su ascendencia judía xxxi.
Complicidad del clero en el crimen y en reparto del botín
Desde luego, los hombres de espada no actuaron sólos, sino en contubernio con los de sotana. En este aspecto, la opinión de Gámez resulta acertada, diciendo que los miembros del clero, en su mayoría, por codicia, no se oponían a la obra de iniquidad o esclavitud contra el indio, al contrario, ayudaban a ella “atentos únicamente á tomar su parte en el rico botín de los despojos” xxxii. Y en un tono más recio expresa: “El clero católico, que atendida su misión de paz, pudo servir para suavizar el yugo colonial, fue con muy contadas excepciones otro terrible azote para las colonias. Los clérigos que en aquel entonces recorrían el Nuevo Mundo, no se distinguían por la fe y cristiano ardor que exige el Evangelio (...) Gran número de frailes se trasladó a las colonias con la esperanza de gozar de una existencia libre y holgada y encontrar satisfacción a sus terrenales aspiraciones” xxxiii.
Sin embargo, más duros son aún los términos que utiliza el historiador francés Mauricio La Chate, citado por Gámez, para referirse a los que, desde las metrópolis, imponían su voluntad a los pueblos: “Los anales de la Historia política del siglo XVI debían ser trazados en caractéres de sangre, pues nunca las crueldades, los homicidios, los atentados, habían sido tan multiplicados y terribles; nunca los reyes y los papas habían cometido tantas atrocidades...” xxxiv.
Por su parte, Eduardo Galeano escribe: “La espada y la cruz marchaban juntas en la conquista y en el despojo colonial. Para arrancar la plata de América, se dieron cita en Potosí los capitanes y los ascetas, los caballeros de lidia y los apóstoles, los soldados y los frailes” xxxv. Tibor Wittman y Corvina Kiadó plantean que los religiosos supieron aprovechar con habilidad las calamidades naturales para infundir temor a Dios entre los indios. Y para imponer el cristianismo entre los indígenas, recurrían a las mismas creencias que éstos tenían. No es casual, señalan dichos autores, que la virgen de Guadalupe apareciera en el mismo lugar en el que, en México, rendían culto a la madre de su dios Tonantzin xxxvi.
La denuncia del crimen y del despojo
Durante la conquista, hubo voces, aunque pocas, que clamaron contra el maltrato a la población del continente americano. Otros, sin ser propiamente sus defensores -como cronistas interesados en recoger todo lo acaecido en el Nuevo Mundo-, quizá sin proponérselo, denunciaban las atrocidades que los suyos cometían en las tierras del mismo. Gracias a los cronistas, se sabe que Pedro Arias de Ávila, conocido como Pedrarias Dávila y quien se constituyera en el primer gobernador de la provincia de Nicaragua, hizo gala -al igual que la mayoría de los conquistadores y colonizadores del continente americano- de una crueldad sin límites contra los nativos de la misma. Hacía, por ejemplo, uso de perros feroces para dar muerte a los indios rebeldes. Primero les echaba perros jóvenes, de cuyos ataques los indios se defendían con el auxilio de garrotes; luego, ante la huída de los perros jóvenes, les lanzaba dos perros viejos que los hacían caer en tierra y, finalmente, soltaba contra ellos a los más feroces para que terminaran de despedazarlos xxxvii.
Con base en la lectura de las crónicas coloniales, Ayón señala: “Los naturales dados en encomienda eran errados, como los esclavos; y al repartirlos entre los señores, sucedía que correspondiendo un sólo pueblo a tres ó cuatro, cada cual tomaba el número de indios que se le señalaba, sin fijarse en la inhumana división que hacían de una misma familia, dejando al marido separado de su esposa, y a la madre lejos de sus tiernos hijos. El tributo que les exigían era exorbitante, y no se libraban de él ni aún los muchachos, quienes no pudiendo pagarlo se veían obligados a salir de los pueblos en cuadrillas de doscientos o cuatrocientos, sin exceptuar a los jóvenes, con el objeto de ir a recoger oro en los ríos, en donde algunos perecían miserablemente, hambrientos y sin abrigo” xxxviii.
Con relación a Nicaragua, Las Casas dice: “Pedían cada cuatro o cinco meses, o cada vez que alguno alcanzaba la gracia o licencia del gobernador, al cacique cincuenta esclavos, con amenaza de que sino los daba lo habían de quemar vivos o echar a los perros bravos. Iban los señores por sus pueblos y tomaban lo primero todos los huérfanos, y después pedían a quien tenía hijos legítimos, uno, y a quien tres hijas, las dos, y no de los más indispuestos, sino escogidos y de tal altura, como les daba el español una vara; y de esta manera cumplía el cacique el número que el tirano le pedía, con grandes alaridos y llantos del pueblo. Como esto se hacía tantas veces, asolaron desde el año de [15]23 hasta el año [15]33 todo aquel reino, llevando todas aquellas muchedumbres de indios, siendo tan libres como yo, a vender por esclavos a Panamá y al Perú donde todos son muertos” xxxix. García Peláez sostiene que para los americanos “esclavitud, tributo, encomienda, confiscación, destierro y muerte, era todo uno, y lo mismo la paz que la guerra” xl.
“Es verdad lo que digo, que si un cristiano español hubiese de ir desde esta ciudad de León o de la Granada a las Minas, y no supiese el camino no tiene necesidad de llevar quien se lo muestre ni preguntar por el camino, más que irse por el rastro de los huesos de los indios muertos que hay hasta allá. Sé de cierto, que hay hombres que en esta demora para que se coja oro, se le han muerto de su repartimiento doscientas personas, y otros que tenían buenos repartimientos, que ya no tienen indios para sacar oro...” xli.
El saqueo colonial y el desarrollo industrial de Europa
Según cálculos de Ernest Mandel -que sumó el valor de oro y plata saqueado al Nuevo Mundo hasta 1660; el botín saqueado en Indonesia por la Compañía Holandesa de las Indias Orientales, desde 1650 hasta 1780; las ganancias del capital francés proveniente de la trata de esclavos de las Antillas británicas y, finalmente, el saqueo inglés de las mismas-, el resultado de todo el saqueo practicado sobrepasa al valor total de la inversión realizada hacia 1880 en la totalidad de las industrias europeas. Y, por supuesto, lo que benefició a Europa, en las regiones sometidas al saqueo, por el contrario, impidió la acumulación originaria del capital industrial xlii.
Según cálculos de Alexandr von Humboldt, en medio siglo, entre 1750 y 1809, mediante las exportaciones de oro y plata, de México se evadió un excedente de unos cinco mil millones de dólares, según el valor que esta moneda tenía a fines de los años 60 xliii.
Conozcamos algunas de las valoraciones que el saqueo de América significó para Europa desde el punto de vista de acumulación de capital y de desarrollo industrial.
Eduardo Galeano plantea, en esencia, que el oro y la plata arrebatados por los europeos a sus dominios coloniales, además de estimular el desarrollo económico de las metrópolis, lo hizo posible xliv.
Marx manifiesta: “El descubrimiento de regiones auríferas y argentíferas de América, la reducción de los indígenas a la esclavitud, su soterramiento en las minas, su exterminio, los comienzos de la conquista y saqueo en las Indias Orientales, la transformación de África en una especie de madriguera comercial para la caza de los hombres de piel negra: tales son los procedimientos idílicos de acumulación primitiva que señalan la era capitalista en su aurora” xlv.
En su Manifiesto del Partido Comunista, Marx y Engels expresan: “El descubrimiento de América y la circunnavegación de África ofrecieron a la burguesía en ascenso un nuevo campo de actividad. Los mercados de la India y de China, la colonización de América, el intercambio con las colonias, la multiplicación de los medios de cambio y de las mercancías en general imprimieron al comercio, a la navegación y a la industria un impulso hasta entonces desconocido y aceleraron, con ello, el desarrollo del elemento revolucionario de la sociedad feudal en descomposición. (…) La gran industria ha creado el mercado mundial, ya preparado por el descubrimiento de América” xlvi.
Este texto fue publicado, el 28 de octubre de 2008, bajo el nombre "El caso de Nicaragua: Desmitificando la conquista", por Página Digital. http://www.paginadigital.com.ar/articulos/2008/2008prim/educacion10/mundo-28102008.asp; el 29 de septiembre del mismo año, el Servicio Informativo Ecuménico y Popular de El Salvador (SIEP).
http://ecumenico.org/leer.php/1564; en la misma fecha, Tercera Información. http://www.tercerainformacion.es/3i/article5755.html;
Citas
[i]. Cuadra, Pablo A. El Nicaragüense. EDUCA, Centroamérica. 1978. p. 20.
[ii]. Documento Nº 10. Las huelgas: sexual y de siembros. Documentos de la Historia de Nicaragua. 1523-1857. Recopilación de Antonio Esgueva Gómez. UCA, Managua. 1983. p. 41.
[iii]. Benzoni, Girolani. Fragmento de su obra Historia del Nuevo Mundo. En: Interpretación económica y social de la Historia de Nicaragua. Compilación del Doctor Jaime Wheelock Román para la Maestría en Historia ofrecida por el Departamento de Historia de la UNAN-Managua. Febrero de 1998. p. 131. (la numeración corresponde al fragmento indicado).
[iv]. Véase entrevista de El Nuevo Diario a Fernando Silva ( “Cacique Nicarao es puro invento”) y a Rafael Casanova (“No hubo Nicarao, todo es invento”), en las ediciones, respectivamente, del 12 y del 16 de septiembre del 2002.
[v]. Gámez, José Dolores. Historia de Nicaragua.. Madrid, 1955. p. 94.
[vi]. Ayón, Tomás. Ayón, Tomás. Historia de Nicaragua.. Obra en tres tomos, Tomo I. Madrid, 1956. pp. 154-155.
[vii]. “Estas repentinas conversiones al Cristianismo (…) no eran sinceras, obligados por el temor, creían con firmeza que salvar a bien poco precio sus vidas, con sólo consentir se les mojara la cabeza no tenía ninguna trascendencia. Se observó con mucha frecuencia, que los mismos bautizados que cerraban sus templos y botaban sus ídolos, en cuanto los españoles se alejaban, volvían a sus antiguos ritos”. Quintana Orozco, Ofman. Apuntes de historia de Nicaragua. Cuarta edición aumentada y corregida. Managua, Marzo de 1968. p. 24.
[viii]. Gámez, José Dolores. Ob. cit. p. 155.
[ix]. Ibíd. pp. 157-158. Véase también: Arellano, Jorge Eduardo. Nueva Historia de Nicaragua. Fondo Editorial CIRA, Managua, Nicaragua, 1990.p.92.
[x]. “Una de las cosas más asombrosas de los exploradores españoles –casi tan notable como la misma exploración- es el espíritu humanitario y progresivo que desde el principio hasta el fin caracterizó sus instituciones”. Enciclopedia Autodidáctica Quillet. México, 1964. Tomo I. p. 41. Otro texto, plantea: “Y corresponde a España en pleno apogeo de su gloria como pueblo cristiano, el recibir estas tierras [las del Nuevo Mundo] como regalo del señor”. Siso Martínez, JM; Bártoli, Humberto. Mi Historia Universal. Trillas. Segunda reimpresión. México. Noviembre de 1990. p. 205. En contraste con esto, en un tercer texto leemos: “Nuestros aborígenes vivieron más de trescientos años bajo la absoluta dominación española.¡He aquí las raíces de nuestra tragedia al presente!” Y en el párrafo que sigue leemos: “LA PROVINCIA FUE UN BOTÍN DE ORO Y ESCLAVOS EN DONDE EL REY TENÍA PARTICIPACIÓN”. Lainez, Francisco. Nicaragua: Colonialismo español, yanqui y ruso. Serviprensa Centroamericana. Guatemala, 1987. p. 88.
[xi]. Ayón. Tomás. Ob. cit. p. 114.
[xii]. Wheelock Román, Jaime. Raíces Indígenas de la Lucha Anticolonialista en Nicaragua. Managua, 1985. p. 1.
[xiii]. José Dolores Gámez. Ob. cit. p. 114.
[xiv]. Sejourne, Laurette. I. Antiguas Culturas Precolombinas. Siglo veintiuno. Cuarta edición en castellano. Diciembre de 1973. p. 14.
[xv]. Ibíd. p. 33.
[xvi]. Ibíd. p. 65.
[xvii] . Gámez, José Dolores. Ob. cit. p. 114.
[xviii]. Sejourne, Laurette. Ob. cit. p. 13.
[xix]. Ibíd. pp. 29-42.
[xx]. Ayón, Tomás. Ob. cit. pp. 128-129.
[xxi]. Cita de Oviedo. Sejourne, Laurette. Ob. cit. pp. 29-30.
[xxii]. Las casas, Bartolomé de. Carta a un personaje de la corte. Compilación del Doctor Jaime Wheelock Román. Ob. cit. pp. 71-72. (La numeración es acá asunto de cada parte de la compilación, está en correspondencia con la numeración de cada una de esas partes).
[xxiii]. Romero Vargas, Germán; Solórzano, Flor de Oro. Las poblaciones indígenas de Nicaragua. En: Persistencia Indígena en Nicaragua. CIDCA UCA. 1992. p. 15.
[xxiv]. Cardoso, Ciro F.S.; Pérez Brignoli, Héctor. Centroamérica y la Economía Occidental 1520-1980. Editorial Universidad de Costa Rica. 1983. pp. 54-55.
[xxv]. Galeano, Eduardo. Las Venas abiertas de América Latina. Siglo veintiuno editores, 5ª edición. 1973. pp. 27-28.
[xxvi]. Sejourne, Laurette. Ob. cit. pp. 72-74.
[xxvii]. Coe, Snow y Benson. Atlas Cultural de la América Antigua. Civilizaciones precolombinas. Ob. cit. p. 22.
[xxviii]. Sejourne, Laurette. Ob. cit. p. 80.
[xxix]. Ibíd. pp. 76-77.
[xxx]. Marx, Carlos. El Capital. Tomo I. Editorial Librerías Allende S.A. Méjico 1980. p. 732.
[xxxi]. Sejourne, Laurette. Ob. cit. pp. 62-63.
[xxxii]. Gámez, José Dolores. Ob. cit. p. 129.
[xxxiii]. Ibíd. pp. 118-119.
[xxxiv]. Ibíd. p. 121.
[xxxv]. Galeano, Eduardo. Ob. cit. p. 31.
[xxxvi]. Wittman, tibor; Corvina Kiadó. Historia de América Latina. Imprenta Athenaeum. Hungría 1980. pp. 95, 97.
[xxxvii]. Véase cita de Oviedo. Ayón, Tomás. Ob. cit. p. 214.
[xxxviii]. Ibíd. p. 227.
[xxxix]. Ibíd. p. 227-228.
[xl]. Véase cita de García Peláez. Ibíd. p. 227.
[xli]. Cita del tomo III de los Documentos para la Historia de Nicaragua. En: Nicaragua…Y por eso defendemos la frontera. Historia agraria de las Segovias Occidentales. CIERA-MIDINRA. 1984. p. 57.
[xlii]. Galeano, Eduardo. Ob. cit. p.43.
[xliii]. Ibíd. pp. 54-55.
[xliv]. Ibíd. p. 35.
[xlv]. Marx, Carlos. El Capital. Ob. cit. p. 731.
[xlvi]. Marx, Carlos; Engels, Federico. Manifiesto del Partido Comunista. En: Marx, C; Engels, F. Obras Escogidas, en tres tomos. Tomo I. Editorial Progreso, Moscú. 1974. p. 112.
Neoliberalismo y elecciones en México
Adrián Sotelo
Rebelión
La mayor parte de los comentaristas del proceso electoral de México, centran sus afirmaciones y análisis en cuestiones absolutamente superficiales, generalmente relativas a los resultados de las encuestas, a las características, "virtudes", hábitos, costumbres, historias de vida, los defectos de los candidatos, el comportamiento de los partidos políticos, etc. Difícilmente consiguen profundizar sobre algún aspecto de las propuestas para valorar su pertinencia en la coyuntura actual inserta en la crisis del capitalismo mundial. Mucho menos les interesa vislumbrar si, dentro de los supuestos proyectos de los partidos y sus candidatos, existen siquiera intenciones de transformar al país, en qué sentido y cómo se alcanzaría ese objetivo.
Evidentemente ignoran, desestiman o refutan, que el proceso electoral se inscribe en el contexto de un país capitalista históricamente subdesarrollado y dependiente, como es México, con toda su secuela de atraso, desempleo, miseria y precariedad social en que están inmersas las mayorías del país y que son estas últimas determinaciones las que hegemonizan la contienda electoral y lo condicionan en todas sus etapas.
Con campañas millonarias que despliegan sin miramientos y apoyadas oficialmente por el Estado, a la partidocracia sólo le interesa el marketing, despertar el morbo entre la población y lo que se venda; las nimiedades, los temas de moda (similares a los argumentos chatarra de las telenovelas); la superficialidad de planteamientos que no comprometen. Es esta dimensión la que distingue a los partidos políticos que contienden por la presidencia de la República, siendo que lo que verdaderamente los hermana, esencialmente, es su identidad y compromiso con las políticas neoliberales, aunque éstas se presenten bajo distintos ropajes y perspectivas ideológicas.
La realidad es que a los partidos y sus miembros sólo les interesa el show mediático, las prebendas, los dineros y asegurar su futuro una vez que son "elegidos" como "representantes populares". Dice el refrán popular que una vez pasadas las elecciones jamás se les vuelve a ver a los susodichos representantes, los cuales, eso sí, toman las decisiones al margen y a las espaldas del pueblo y los ciudadanos.
Que si tal o cual candidato va a combatir la corrupción, si va a crear más empleos, atender y resolver los problemas de seguridad o combatir el narcotráfico; que si se van a crear más instituciones gubernamentales para atender determinados asuntos; que si se van a privatizar las empresas del sector público y en qué medida se haría, etc. Temas que las más de las veces sólo gravitan en el interés de quienes los esgrimen y sirven para justificar su presencia en las elecciones y garantizar, de este modo, sus clientelas políticas para —y he aquí el máximo objetivo perseguido— en el futuro asegurar sus prebendas y beneficios que les otorga el sistema político mexicano, uno de cuyos tentáculos es justamente la partidocracia que se articula bien —y retroalimenta— dentro de la estructura del poder del Estado capitalista.
La prensa oficial y los medios privados de comunicación han consagrado la supuesta existencia de una "izquierda" mexicana, que así se ha autoproclamado, para "demostrar" que existe un régimen político presuntamente "democrático" en México, a pesar de la marcada marginalidad política y social que padece la mayoría de los ciudadanos sujetos al sistema de dominación que los mantiene alejados de la toma de decisiones estratégicas relativas a los asuntos fundamentales y de la vida pública del país.
Como se sabe, el mando político del Estado lo tiene la burguesía y las facciones oligárquicas del gran capital nacional y extranjero, que lideran el proceso económico y político de la nación. Generalmente, los partidos políticos hacen el papel de bisagra entre esas fracciones y la población, la cual queda a merced de las decisiones y efectos de la toma de decisiones estratégicas que realizan las autoridades de los tres niveles del Estado y del poder legislativo. Incluso conviene al sistema mantener a la población sumida en la ignorancia funcional respecto a las problemáticas del país que afectan y determinan su existencia.
Asuntos vitales como salud, vivienda, educación, alimentación, bienestar social, desempleo, inflación, etc. están completamente alejados de las necesidades de las mayorías de la población, y ya no se diga de los problemas histórico-estructurales como la dependencia, el subdesarrollo, el atraso y la subordinación al sistema imperialista de Estados Unidos. Todos estos asuntos y problemáticas son dejados al libre arbitrio de las burocracias políticas del Estado y la partidocracia, quienes los usufructúan a su capricho y de acuerdo con sus intereses partidarios e individuales.
Frente a la privatización de la principal empresa estatal del país, Petróleos Mexicanos (PEMEX), que ha venido ocurriendo en los hechos, y que se ha intensificado durante el último decenio por los dos gobiernos neoliberales de la derecha, el candidato de las autoproclamadas "izquierdas" recientemente declaró públicamente que, de llegar a la presidencia de la República, respetaría los contratos privados ya existentes concesionados al capital privado nacional y extranjero en ese sector. Nada más agradable para el capital internacional que este mensaje que le envía las señales suficientes para garantizar que continuaría con la ejecución de las políticas neoliberales que se han aplicado en México en las últimas tres décadas. Y es obvio suponer que este sería el mismo destino de las otras empresas y sectores estratégicos todavía en manos del sector público.
De esta forma, si un candidato proclama una privatización a ultranza, el otro, más "mesurado", pero igualmente comprometido con las políticas neoliberales, lo haría de manera silenciosa, y con una cierta dosis de demagogia para que no le desvalorice, en público, sus bonos que lo acreditan como un presidente de "izquierda" que "cumple" con sus “compromisos” de campaña.
Entre otras, es esta la razón por la cual distintos voceros y autoridades del Estado norteamericano han reiterado que estarían dispuestos a "trabajar" con cualquiera de los tres candidatos que resulte triunfador. Lo que significa que, desde la perspectiva estratégica de Estados Unidos y de su tradicional ubicación de México como su patio trasero, consideran que de ningún modo se pondría en tela de juicio el proyecto de dominación imperialista que mantiene a México postrado como uno de los países dependientes más subordinados a Estados Unidos en materia económica, financiera, comercial, tecnológica y militar.
Los partidos tradicionales (PRI y PAN) hacen bien su labor de manera congruente al apoyar el proyecto neoliberal y cuando se comprometen a continuar en la misma senda que los gobiernos precedentes. Esta ha sido la tónica de la mayoría de los gobiernos latinoamericanos una vez que atraviesan por sus respectivos procesos electorales y son electos sus candidatos como presidentes de la república. A diferencia de gobiernos que se pueden caracterizar como progresistas, particularmente los de Bolivia y Venezuela que, sin romper con el capitalismo y con sus prácticas de explotación, dominación clasista y prevalencia de la propiedad privada de los medios de producción, se han dado a la tarea de desarrollar un proyecto más a tono con los intereses de la población. Sin embargo, es evidente que, a largo plazo, estas políticas de contenido populista y nacionalista, más tarde que temprano, chocan con los intereses capitalistas de la oligarquía y el imperialismo.
Con motivo de las próximas elecciones presidenciales en México intelectuales, simpatizantes y partidarios identificados con el candidato de las llamadas izquierdas, sostienen que hay que acudir a las urnas a depositar el voto a favor del candidato de aquéllas y no abstenerse porque de lo contrario se le hace el "juego a la derecha", como si esa fuera la solución a los graves y grandes problemas nacionales que afectan a las clases trabajadoras y a las mayorías de la nación.
Consideramos que esta es la salida más fácil para justificar una actitud que no encara frontalmente, y en esencia, las problemáticas estructurales y ancestrales que mantienen al país sumergido en el sistema centro-periferia que reproduce las relaciones de dependencia. No obstante que esta postura política resulta atractiva para quienes reducen la práctica política al simple ejercicio del voto, sin embargo, en el fondo termina por legitimar un sistema político que representa los intereses de las clases dominantes y perpetúa las relaciones sociales de explotación y miseria que son constituyentes del capitalismo dependiente mexicano.
Sin embargo sobre este último punto volveremos en otra oportunidad.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
Rebelión
La mayor parte de los comentaristas del proceso electoral de México, centran sus afirmaciones y análisis en cuestiones absolutamente superficiales, generalmente relativas a los resultados de las encuestas, a las características, "virtudes", hábitos, costumbres, historias de vida, los defectos de los candidatos, el comportamiento de los partidos políticos, etc. Difícilmente consiguen profundizar sobre algún aspecto de las propuestas para valorar su pertinencia en la coyuntura actual inserta en la crisis del capitalismo mundial. Mucho menos les interesa vislumbrar si, dentro de los supuestos proyectos de los partidos y sus candidatos, existen siquiera intenciones de transformar al país, en qué sentido y cómo se alcanzaría ese objetivo.
Evidentemente ignoran, desestiman o refutan, que el proceso electoral se inscribe en el contexto de un país capitalista históricamente subdesarrollado y dependiente, como es México, con toda su secuela de atraso, desempleo, miseria y precariedad social en que están inmersas las mayorías del país y que son estas últimas determinaciones las que hegemonizan la contienda electoral y lo condicionan en todas sus etapas.
Con campañas millonarias que despliegan sin miramientos y apoyadas oficialmente por el Estado, a la partidocracia sólo le interesa el marketing, despertar el morbo entre la población y lo que se venda; las nimiedades, los temas de moda (similares a los argumentos chatarra de las telenovelas); la superficialidad de planteamientos que no comprometen. Es esta dimensión la que distingue a los partidos políticos que contienden por la presidencia de la República, siendo que lo que verdaderamente los hermana, esencialmente, es su identidad y compromiso con las políticas neoliberales, aunque éstas se presenten bajo distintos ropajes y perspectivas ideológicas.
La realidad es que a los partidos y sus miembros sólo les interesa el show mediático, las prebendas, los dineros y asegurar su futuro una vez que son "elegidos" como "representantes populares". Dice el refrán popular que una vez pasadas las elecciones jamás se les vuelve a ver a los susodichos representantes, los cuales, eso sí, toman las decisiones al margen y a las espaldas del pueblo y los ciudadanos.
Que si tal o cual candidato va a combatir la corrupción, si va a crear más empleos, atender y resolver los problemas de seguridad o combatir el narcotráfico; que si se van a crear más instituciones gubernamentales para atender determinados asuntos; que si se van a privatizar las empresas del sector público y en qué medida se haría, etc. Temas que las más de las veces sólo gravitan en el interés de quienes los esgrimen y sirven para justificar su presencia en las elecciones y garantizar, de este modo, sus clientelas políticas para —y he aquí el máximo objetivo perseguido— en el futuro asegurar sus prebendas y beneficios que les otorga el sistema político mexicano, uno de cuyos tentáculos es justamente la partidocracia que se articula bien —y retroalimenta— dentro de la estructura del poder del Estado capitalista.
La prensa oficial y los medios privados de comunicación han consagrado la supuesta existencia de una "izquierda" mexicana, que así se ha autoproclamado, para "demostrar" que existe un régimen político presuntamente "democrático" en México, a pesar de la marcada marginalidad política y social que padece la mayoría de los ciudadanos sujetos al sistema de dominación que los mantiene alejados de la toma de decisiones estratégicas relativas a los asuntos fundamentales y de la vida pública del país.
Como se sabe, el mando político del Estado lo tiene la burguesía y las facciones oligárquicas del gran capital nacional y extranjero, que lideran el proceso económico y político de la nación. Generalmente, los partidos políticos hacen el papel de bisagra entre esas fracciones y la población, la cual queda a merced de las decisiones y efectos de la toma de decisiones estratégicas que realizan las autoridades de los tres niveles del Estado y del poder legislativo. Incluso conviene al sistema mantener a la población sumida en la ignorancia funcional respecto a las problemáticas del país que afectan y determinan su existencia.
Asuntos vitales como salud, vivienda, educación, alimentación, bienestar social, desempleo, inflación, etc. están completamente alejados de las necesidades de las mayorías de la población, y ya no se diga de los problemas histórico-estructurales como la dependencia, el subdesarrollo, el atraso y la subordinación al sistema imperialista de Estados Unidos. Todos estos asuntos y problemáticas son dejados al libre arbitrio de las burocracias políticas del Estado y la partidocracia, quienes los usufructúan a su capricho y de acuerdo con sus intereses partidarios e individuales.
Frente a la privatización de la principal empresa estatal del país, Petróleos Mexicanos (PEMEX), que ha venido ocurriendo en los hechos, y que se ha intensificado durante el último decenio por los dos gobiernos neoliberales de la derecha, el candidato de las autoproclamadas "izquierdas" recientemente declaró públicamente que, de llegar a la presidencia de la República, respetaría los contratos privados ya existentes concesionados al capital privado nacional y extranjero en ese sector. Nada más agradable para el capital internacional que este mensaje que le envía las señales suficientes para garantizar que continuaría con la ejecución de las políticas neoliberales que se han aplicado en México en las últimas tres décadas. Y es obvio suponer que este sería el mismo destino de las otras empresas y sectores estratégicos todavía en manos del sector público.
De esta forma, si un candidato proclama una privatización a ultranza, el otro, más "mesurado", pero igualmente comprometido con las políticas neoliberales, lo haría de manera silenciosa, y con una cierta dosis de demagogia para que no le desvalorice, en público, sus bonos que lo acreditan como un presidente de "izquierda" que "cumple" con sus “compromisos” de campaña.
Entre otras, es esta la razón por la cual distintos voceros y autoridades del Estado norteamericano han reiterado que estarían dispuestos a "trabajar" con cualquiera de los tres candidatos que resulte triunfador. Lo que significa que, desde la perspectiva estratégica de Estados Unidos y de su tradicional ubicación de México como su patio trasero, consideran que de ningún modo se pondría en tela de juicio el proyecto de dominación imperialista que mantiene a México postrado como uno de los países dependientes más subordinados a Estados Unidos en materia económica, financiera, comercial, tecnológica y militar.
Los partidos tradicionales (PRI y PAN) hacen bien su labor de manera congruente al apoyar el proyecto neoliberal y cuando se comprometen a continuar en la misma senda que los gobiernos precedentes. Esta ha sido la tónica de la mayoría de los gobiernos latinoamericanos una vez que atraviesan por sus respectivos procesos electorales y son electos sus candidatos como presidentes de la república. A diferencia de gobiernos que se pueden caracterizar como progresistas, particularmente los de Bolivia y Venezuela que, sin romper con el capitalismo y con sus prácticas de explotación, dominación clasista y prevalencia de la propiedad privada de los medios de producción, se han dado a la tarea de desarrollar un proyecto más a tono con los intereses de la población. Sin embargo, es evidente que, a largo plazo, estas políticas de contenido populista y nacionalista, más tarde que temprano, chocan con los intereses capitalistas de la oligarquía y el imperialismo.
Con motivo de las próximas elecciones presidenciales en México intelectuales, simpatizantes y partidarios identificados con el candidato de las llamadas izquierdas, sostienen que hay que acudir a las urnas a depositar el voto a favor del candidato de aquéllas y no abstenerse porque de lo contrario se le hace el "juego a la derecha", como si esa fuera la solución a los graves y grandes problemas nacionales que afectan a las clases trabajadoras y a las mayorías de la nación.
Consideramos que esta es la salida más fácil para justificar una actitud que no encara frontalmente, y en esencia, las problemáticas estructurales y ancestrales que mantienen al país sumergido en el sistema centro-periferia que reproduce las relaciones de dependencia. No obstante que esta postura política resulta atractiva para quienes reducen la práctica política al simple ejercicio del voto, sin embargo, en el fondo termina por legitimar un sistema político que representa los intereses de las clases dominantes y perpetúa las relaciones sociales de explotación y miseria que son constituyentes del capitalismo dependiente mexicano.
Sin embargo sobre este último punto volveremos en otra oportunidad.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
Olga Salanueva: “Nosotros no guardamos odio”
Tras cumplir 13 años de prisión en Estados Unidos, acusado de ser un agente cubano, René González deberá ahora permanecer en libertad condicionada durante los tres próximos años en el Distrito Sur de la Florida. Su esposa Olga Salanueva, se pregunta en voz alta, ¿si dicen que es un peligro para esa sociedad qué objetivo tiene tenerlo allí?
-Una vez liberado su marido no podrá regresar a Cuba y tendrá que vivir en la Florida
-La propia sentencia estipuló un accesorio que dice que una vez René salga de prisión no podrá acercarse a los lugares donde se reúnen los que se dedican a actividades terroristas contra nuestro país, que previsora fue la juez, ella sabe que existen esas personas pero que van a seguir con sus actividades contra la población cubana.
-¿Por qué en la Florida y no en otro estado?
Es un castigo porque los Cinco no se han arrepentido, contra ellos han volcado todo el odio de un imperio y ahora quieren que sea un escarmiento para que nadie nunca más se atreva a molestar a los terroristas que evidentemente están amparados por el gobierno norteamericano.
¿Ustedes temen por su vida?
-Por supuesto, porque cuando decimos que hay organizaciones terroristas al sur de la Florida es porque tenemos evidencias y estas son los miles de muertos y mutilados en nuestro país por las acciones violentas, de víctimas inocentes como los deportistas del avión de Barbados o el turista italiano Fabio di Celmo. Entonces ¿cuánto más peligro correrá un agente que está identificado como una de las personas que los monitoreaba y declarado públicamente un luchador antiterrorista?
-¿Le resultará más fácil ahora poder visitar a su esposo?
-La última vez que yo solicité una visa me declararon inelegible permanentemente para entrar en Estados Unidos, eso fue estando él en prisión. Imagínate ahora, yo no tengo ninguna posibilidad.
-Cuando comenzó el proceso judicial ustedes pensarían que era un túnel que no tenía final, ¿qué sensación tienen ahora que va a ser liberado?
-Desde el punto de vista familiar es sumamente indignante, porque el hogar de René está en Cuba, con sus hijas, con su pueblo, parece que no es suficiente el ensañamiento que tuvieron con nosotros durante estos trece años porque ellos tienen ansia de venganza.
-¿Cómo se imaginan el futuro cuando estén juntos?
-Para nosotros será cerrar un ciclo, soñamos con pasar la vida juntos y tratar de borrar todo esto porque no hacemos nada tampoco con guardarlo con odio, nosotros no guardamos odio, ellos lo hicieron todo con el más noble de los sentimientos por defender la vida y proteger a los seres humanos.
-¿Ustedes pensaron que se podría haber dado una solución global al caso?
-Siempre, incluso cuando se conocieron las sentencias los familiares nos dábamos ánimo unos a otros, luego nos fueron enredando con la maneja legal que es el sistema norteamericano, muy lenta en el tiempo.
-En Cuba se encuentra preso un norteamericano, Alan Gross, ¿se podría dar un intercambio de prisioneros?
-No hay comparación entre René, que ya cumplió su sentencia y Gross, que apenas lleva un año y medio en prisión, además sumando las condenas del resto de los Cinco es bastante desproporcionado el saldo, pero incluso hay que tener cuidado con lo que hizo Gross aquí, a él sí le encaja perfectamente la acusación de conspirar contra un gobierno.
-¿La liberación de los Cinco mejoraría las relaciones entre Cuba y Estados Unidos?
-Para el gobierno de Cuba los Cinco son una prioridad pero Estados Unidos se empeñan en no darle una solución al tema, igual que con el bloqueo, en sus manos está solucionarlo.
(Tomado de La República, España)
-Una vez liberado su marido no podrá regresar a Cuba y tendrá que vivir en la Florida
-La propia sentencia estipuló un accesorio que dice que una vez René salga de prisión no podrá acercarse a los lugares donde se reúnen los que se dedican a actividades terroristas contra nuestro país, que previsora fue la juez, ella sabe que existen esas personas pero que van a seguir con sus actividades contra la población cubana.
-¿Por qué en la Florida y no en otro estado?
Es un castigo porque los Cinco no se han arrepentido, contra ellos han volcado todo el odio de un imperio y ahora quieren que sea un escarmiento para que nadie nunca más se atreva a molestar a los terroristas que evidentemente están amparados por el gobierno norteamericano.
¿Ustedes temen por su vida?
-Por supuesto, porque cuando decimos que hay organizaciones terroristas al sur de la Florida es porque tenemos evidencias y estas son los miles de muertos y mutilados en nuestro país por las acciones violentas, de víctimas inocentes como los deportistas del avión de Barbados o el turista italiano Fabio di Celmo. Entonces ¿cuánto más peligro correrá un agente que está identificado como una de las personas que los monitoreaba y declarado públicamente un luchador antiterrorista?
-¿Le resultará más fácil ahora poder visitar a su esposo?
-La última vez que yo solicité una visa me declararon inelegible permanentemente para entrar en Estados Unidos, eso fue estando él en prisión. Imagínate ahora, yo no tengo ninguna posibilidad.
-Cuando comenzó el proceso judicial ustedes pensarían que era un túnel que no tenía final, ¿qué sensación tienen ahora que va a ser liberado?
-Desde el punto de vista familiar es sumamente indignante, porque el hogar de René está en Cuba, con sus hijas, con su pueblo, parece que no es suficiente el ensañamiento que tuvieron con nosotros durante estos trece años porque ellos tienen ansia de venganza.
-¿Cómo se imaginan el futuro cuando estén juntos?
-Para nosotros será cerrar un ciclo, soñamos con pasar la vida juntos y tratar de borrar todo esto porque no hacemos nada tampoco con guardarlo con odio, nosotros no guardamos odio, ellos lo hicieron todo con el más noble de los sentimientos por defender la vida y proteger a los seres humanos.
-¿Ustedes pensaron que se podría haber dado una solución global al caso?
-Siempre, incluso cuando se conocieron las sentencias los familiares nos dábamos ánimo unos a otros, luego nos fueron enredando con la maneja legal que es el sistema norteamericano, muy lenta en el tiempo.
-En Cuba se encuentra preso un norteamericano, Alan Gross, ¿se podría dar un intercambio de prisioneros?
-No hay comparación entre René, que ya cumplió su sentencia y Gross, que apenas lleva un año y medio en prisión, además sumando las condenas del resto de los Cinco es bastante desproporcionado el saldo, pero incluso hay que tener cuidado con lo que hizo Gross aquí, a él sí le encaja perfectamente la acusación de conspirar contra un gobierno.
-¿La liberación de los Cinco mejoraría las relaciones entre Cuba y Estados Unidos?
-Para el gobierno de Cuba los Cinco son una prioridad pero Estados Unidos se empeñan en no darle una solución al tema, igual que con el bloqueo, en sus manos está solucionarlo.
(Tomado de La República, España)
Congresista cubanoamericana incita el odio contra René González
La Congresista Ileana Ros-Lehtinen, republicana por Miami y de origen cubano, dijo el lunes que René González es un “villano” con las “manos manchadas de sangre”, y añadió que era “muy preocupante” su próxima liberación de una cárcel de la Florida.
René, que ha estado durante 13 años presos por monitorear a grupos terroristas de Miami, saldrá de la prisión de Marianna el viernes. Él es el primero de los Cinco cubanos presos en los Estados Unidos, que saldrán en libertad.
“René González, al igual que el régimen al que sirve, es un enemigo de Estados Unidos”, dijo Ros-Lehtinen al Miami Herald este lunes. La congresista es conocida en Cuba como “La loba feroz” por su odio contra Cuba, su apoyo al terrorista Luis Posada Carriles y su participación en el intento de secuestro del niño Elián González en Miami.
Según el Miami Herald, la congresista -también jefa del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes- añadió: “(René) tiene sangre americana en sus manos y dedicó su vida a hacer daño a nuestro país en nombre de un régimen que es un estado patrocinador del terrorismo. René González es considerado como un héroe en Cuba por sus actos en contra de los Estados Unidos. Su libertad supervisada debe tener los controles más estrictos y la Administración de Obama tiene que tomar todas las precauciones para proteger la seguridad de los EEUU y al pueblo estadounidense contra este enemigo de nuestra nación.”
René, que ha estado durante 13 años presos por monitorear a grupos terroristas de Miami, saldrá de la prisión de Marianna el viernes. Él es el primero de los Cinco cubanos presos en los Estados Unidos, que saldrán en libertad.
“René González, al igual que el régimen al que sirve, es un enemigo de Estados Unidos”, dijo Ros-Lehtinen al Miami Herald este lunes. La congresista es conocida en Cuba como “La loba feroz” por su odio contra Cuba, su apoyo al terrorista Luis Posada Carriles y su participación en el intento de secuestro del niño Elián González en Miami.
Según el Miami Herald, la congresista -también jefa del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes- añadió: “(René) tiene sangre americana en sus manos y dedicó su vida a hacer daño a nuestro país en nombre de un régimen que es un estado patrocinador del terrorismo. René González es considerado como un héroe en Cuba por sus actos en contra de los Estados Unidos. Su libertad supervisada debe tener los controles más estrictos y la Administración de Obama tiene que tomar todas las precauciones para proteger la seguridad de los EEUU y al pueblo estadounidense contra este enemigo de nuestra nación.”
Internet: instrumento de guerra mediática contra Cuba
Dunnia Castillo Galán y Eddy Mac Donald Torres
Rebelión
Si alguien hubiese dicho a Gutenberg cuando creó la imprenta en el siglo XVl que llegaría el momento en que los hombres casi prescindirían de los materiales impresos sustituyéndolos por otros en formato digital, los que podrían leerse escuchando música proveniente del mismo artefacto, o tal vez, mientras se recibe un mensaje electrónico; estamos completamente convencidos que este se hubiese sentido ofendido o creería que trataban de demeritar su conquista, sin embargo, el tiempo ha sido testigo.
La Revolución Científico-Técnica simboliza la evolución de la humanidad en la conquista de un mundo cada vez más interconectado hasta alcanzar la globalización, fenómeno objetivo producido por el propio desarrollo de las fuerzas productivas alcanzadas a lo largo de la historia de la humanidad, cuyo punto climático es visible en las tecnologías de la informática y las comunicaciones, donde en apenas segundos es posible reducir las distancias.
Con el surgimiento y evolución de Internet los medios de comunicación masiva (MCM) han tomado mayor auge por las posibilidades de esparcimiento que brinda la red. Esto también ha provocado que los países dueños de las transnacionales de la información impongan sus “verdades” al mundo; las que en ocasiones de tanto repetirse, son asimiladas como ciertas por los destinatarios, sobre todo, si estos no tiene ningún contacto con la fuente de información y por tanto, no cuentan con juicios obtenidos de la experiencia que les permitan comparar.
Partiendo del criterio de que la comunicación mediática, o sea, la comunicación a través de la radio, la televisión, la prensa escrita, el cine y la Internet, se sustenta en la difusión sistemática y organizada de informaciones preparadas para auditorios numerosos y heterogéneos; se desprende que estas informaciones van orientadas a la confirmación de los valores espirituales, normas morales y jurídicas de una sociedad, o de una parte de ella, con el fin de ejercer influencia sobre los estados de ánimo, opiniones, valoraciones y decisiones a un gran número de personas.
En la actualidad, la enorme abundancia de MCM y la desproporción existente en el reparto de ellos a escala mundial, trae consigo influencias marcadas en el orden político ideológico contemporáneo. Las grandes transnacionales de la comunicación de los países desarrollados, convierten en intrascendentes informaciones necesarias a la población de los países subdesarrollados.
Como es del conocimiento de muchos, desde los propios orígenes del proceso revolucionario cubano, la intención del gobierno de los Estados Unidos ha sido destruir cualquier vestigio de la nueva sociedad a través diversas formas de agresión; por lo que el cuarto poder, como se le denomina a los medios, también ha sido usado para atacar a la Revolución Cubana tratando de desacreditarla a escala internacional.
La mentira, la manipulación, el ocultamiento manifiesto de la realidad de un país, región, grupo social o individuo que represente un riesgo potencial contra los intereses espurios de una minoría empoderada, resultan ser las manifestaciones de la guerra mediática contra Cuba.
El estudioso de temas latinoamericanos Abner Barrera Rivera, nos permite aproximarnos a esta tendencia a través de la disección de un artículo del periódico La Nación de Costa Rica:
(…) La práctica de desinformar que ejerce este medio, es mucho más evidente cuando aborda asuntos relacionados con la Revolución Cubana. Tratando de desprestigiar así, el único proceso político popular latinoamericano y revolucionario que el imperialismo estadounidense no ha podido derrocar.
Tergiversar la realidad cubana constituye según nuestra apreciación, el hecho más recurrente. Para la realización de la investigación de las cuales se extrajo este artículo, comprobamos lo afirmado a partir de un material previo publicado por Antonio Rodríguez Salvador donde se expusieron los siguientes datos:
(…) Si uno se toma un minuto, y busca en la barra de Google la expresión “violencia en La Habana” (así entrecomillada para que el resultado sea literal) queda anonadado. (…) Hoy 25 de noviembre de 2011 a las 2: 30 de la tarde, en Google aparecen nada menos y nada más que 2 070 000 páginas que “dan fe” de esa violencia. ¡Cómo lo leyó: más de dos millones! Comparémoslo, por ejemplo, con “violencia en Ciudad Juárez” (115 000); “violencia en Bagdad” (69 200); “violencia en Medellín” (94 400); en tanto, San Pedro Sula, tercera ciudad más violenta del mundo, solo consigue 5 910 entradas.
Una semana posterior a la publicación de ese artículo, realizamos una comparación de los datos aportados, y lo reflejado por Google evidenció la realidad de lo expuesto. Obsérvese solo este botón de muestra:
Con la terminología “violencia en La Habana” aparecieron 2 100 000 artículos relacionados, cifra insólita cual si fuese extraída de una obra de ficción; sobre “violencia en Ciudad Juárez”, reflejada por los medios como una da las más inseguras del continente, 575 000; “violencia en Bagdad”, capital de un país ocupado militarmente, mostró 69 900; San Pedro Sula, segunda ciudad de Honduras, donde se dio un golpe de estado y se reprime constantemente a la población, solo muestreó 4 870; mientras que en Nueva York, uno de los centros de ebullición del Movimiento de los Indignados en el globo terráqueo, quienes diariamente aparecen en las pantallas de los MCM siendo ultrajados físicamente, reflejó la irrisoria cifra de 7 555 páginas.
Otro sondeo realizado en la red de redes, en este caso al hecho de la muerte de Laura Pollán, principal líder del grupo contrarrevolucionario Damas de Blanco -creado por la Oficina de Intereses de los Estados Unidos en La Habana, a raíz de ser enjuiciados sus familiares por delitos contra la seguridad del país en el año 2003- en apenas 30 segundos se encontraron 435 000 páginas referenciadas. Las posturas predominantes al hablar sobre el tema fueron, la mayor parte del tiempo, negativas y tendenciosas.
Los medios derechistas aprovecharon la situación para desacreditar al gobierno cubano, responsabilizándolo de la muerte de una mujer con serias afecciones de salud, en las que objetivamente, no influyen los médicos ni las autoridades de Cuba.
El tratamiento de esta temática resulta bastante delicado por el cúmulo de información encontrada en la web, generalmente asociada a incriminar al gobierno cubano creando la fantástica idea de la eliminación física a un adversario “ideológico”, además de inventar un clima de inseguridad y violación de los derechos ciudadanos diseminando ideas como la militarización del hospital, impedimento normal del velorio e incluso reprimendas a los que intentaban participar en la ceremonia.
Aunque la mayoría de los habitantes de la isla y los que conocen de esta, saben que esas acusaciones son inciertas, por el número de repeticiones, todas estas noticias pueden resultar creíbles a los que no conocen la realidad del tema. Una vez más se manifiesta la intención de mostrar al gobierno cubano como terrorista y asesino, poniéndose de manifiesto el uso macabro que le dan los enemigos del proceso revolucionario cubano a los medios de comunicación.
Si bien son ciertas las ventajas y posibilidades que brinda Internet, no podemos perder de vista los usos que los medios digitales de comunicación al servicio del gobierno de los EEUU y sus acólitos hacen de estos, siempre con la intencionalidad de tergiversar todo lo referente al tema Cuba.
Para mostrar como los MCM constituyen escenarios de operaciones contra Cuba, no alcanzarían estas páginas, porque lamentablemente los ejemplos son millones, no obstante, solo intentamos darles un pequeño e ilustrativo acercamiento hacia un fenómeno real y objetivo que intenta generar visiones y estados de opinión acordes a la política desarrollada por la clase empoderada en el imperio.
Combatir el modelo de vida cubano es objetivo primordial para mostrar al mundo que las rebeliones contra lo recetado por las potencias tienen consecuencias nefastas. Solo se admite pensar en lo políticamente correcto definido previamente por los grupos de poder supranacionales con sede en Washington, u otra capital imperial.
Quien pretenda asumir una posición independiente y soberana, será satanizado hasta el cansancio, tendrá que enfrentarse a la mentira repetida infinidad de ocasiones, traducida en gigantesca verdad para los receptores de ese mensaje, siendo irremediablemente objeto de la manipulación burda y/o inteligente; en fin, se le declarará una guerra de ideas, símbolos e imágenes, precediendo el bombardeo físico y la intervención militar de ser necesaria sino son plenamente cumplidos los planes desestabilizadores.
La contraofensiva ideológica de Cuba, se deberá sustentar en el inevitable rumbo de su sistema social en constante perfeccionamiento, y en la carrera permanente por alcanzar mayores resultados educativos que permitan emplear las nuevas tecnologías de la comunicación, no solo para su defensa activa, sino además para crear conocimiento acumulado por más de medio de siglo de genuino, profundo y diverso hecho cultural que es en sí misma la Revolución.
Dunnia Castillo Galán: Graduada de Periodismo en el año 2011 en la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba. Actualmente se desarrolla como profesora de la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI).
Eddy Mac Donald Torres: Graduado de Cultura Física en el año 2001 y especialista en análisis de información. Actualmente se desarrolla como profesor de Debates Históricos y Contemporáneos en la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI).
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
Rebelión
Si alguien hubiese dicho a Gutenberg cuando creó la imprenta en el siglo XVl que llegaría el momento en que los hombres casi prescindirían de los materiales impresos sustituyéndolos por otros en formato digital, los que podrían leerse escuchando música proveniente del mismo artefacto, o tal vez, mientras se recibe un mensaje electrónico; estamos completamente convencidos que este se hubiese sentido ofendido o creería que trataban de demeritar su conquista, sin embargo, el tiempo ha sido testigo.
La Revolución Científico-Técnica simboliza la evolución de la humanidad en la conquista de un mundo cada vez más interconectado hasta alcanzar la globalización, fenómeno objetivo producido por el propio desarrollo de las fuerzas productivas alcanzadas a lo largo de la historia de la humanidad, cuyo punto climático es visible en las tecnologías de la informática y las comunicaciones, donde en apenas segundos es posible reducir las distancias.
Con el surgimiento y evolución de Internet los medios de comunicación masiva (MCM) han tomado mayor auge por las posibilidades de esparcimiento que brinda la red. Esto también ha provocado que los países dueños de las transnacionales de la información impongan sus “verdades” al mundo; las que en ocasiones de tanto repetirse, son asimiladas como ciertas por los destinatarios, sobre todo, si estos no tiene ningún contacto con la fuente de información y por tanto, no cuentan con juicios obtenidos de la experiencia que les permitan comparar.
Partiendo del criterio de que la comunicación mediática, o sea, la comunicación a través de la radio, la televisión, la prensa escrita, el cine y la Internet, se sustenta en la difusión sistemática y organizada de informaciones preparadas para auditorios numerosos y heterogéneos; se desprende que estas informaciones van orientadas a la confirmación de los valores espirituales, normas morales y jurídicas de una sociedad, o de una parte de ella, con el fin de ejercer influencia sobre los estados de ánimo, opiniones, valoraciones y decisiones a un gran número de personas.
En la actualidad, la enorme abundancia de MCM y la desproporción existente en el reparto de ellos a escala mundial, trae consigo influencias marcadas en el orden político ideológico contemporáneo. Las grandes transnacionales de la comunicación de los países desarrollados, convierten en intrascendentes informaciones necesarias a la población de los países subdesarrollados.
Como es del conocimiento de muchos, desde los propios orígenes del proceso revolucionario cubano, la intención del gobierno de los Estados Unidos ha sido destruir cualquier vestigio de la nueva sociedad a través diversas formas de agresión; por lo que el cuarto poder, como se le denomina a los medios, también ha sido usado para atacar a la Revolución Cubana tratando de desacreditarla a escala internacional.
La mentira, la manipulación, el ocultamiento manifiesto de la realidad de un país, región, grupo social o individuo que represente un riesgo potencial contra los intereses espurios de una minoría empoderada, resultan ser las manifestaciones de la guerra mediática contra Cuba.
El estudioso de temas latinoamericanos Abner Barrera Rivera, nos permite aproximarnos a esta tendencia a través de la disección de un artículo del periódico La Nación de Costa Rica:
(…) La práctica de desinformar que ejerce este medio, es mucho más evidente cuando aborda asuntos relacionados con la Revolución Cubana. Tratando de desprestigiar así, el único proceso político popular latinoamericano y revolucionario que el imperialismo estadounidense no ha podido derrocar.
Tergiversar la realidad cubana constituye según nuestra apreciación, el hecho más recurrente. Para la realización de la investigación de las cuales se extrajo este artículo, comprobamos lo afirmado a partir de un material previo publicado por Antonio Rodríguez Salvador donde se expusieron los siguientes datos:
(…) Si uno se toma un minuto, y busca en la barra de Google la expresión “violencia en La Habana” (así entrecomillada para que el resultado sea literal) queda anonadado. (…) Hoy 25 de noviembre de 2011 a las 2: 30 de la tarde, en Google aparecen nada menos y nada más que 2 070 000 páginas que “dan fe” de esa violencia. ¡Cómo lo leyó: más de dos millones! Comparémoslo, por ejemplo, con “violencia en Ciudad Juárez” (115 000); “violencia en Bagdad” (69 200); “violencia en Medellín” (94 400); en tanto, San Pedro Sula, tercera ciudad más violenta del mundo, solo consigue 5 910 entradas.
Una semana posterior a la publicación de ese artículo, realizamos una comparación de los datos aportados, y lo reflejado por Google evidenció la realidad de lo expuesto. Obsérvese solo este botón de muestra:
Con la terminología “violencia en La Habana” aparecieron 2 100 000 artículos relacionados, cifra insólita cual si fuese extraída de una obra de ficción; sobre “violencia en Ciudad Juárez”, reflejada por los medios como una da las más inseguras del continente, 575 000; “violencia en Bagdad”, capital de un país ocupado militarmente, mostró 69 900; San Pedro Sula, segunda ciudad de Honduras, donde se dio un golpe de estado y se reprime constantemente a la población, solo muestreó 4 870; mientras que en Nueva York, uno de los centros de ebullición del Movimiento de los Indignados en el globo terráqueo, quienes diariamente aparecen en las pantallas de los MCM siendo ultrajados físicamente, reflejó la irrisoria cifra de 7 555 páginas.
Otro sondeo realizado en la red de redes, en este caso al hecho de la muerte de Laura Pollán, principal líder del grupo contrarrevolucionario Damas de Blanco -creado por la Oficina de Intereses de los Estados Unidos en La Habana, a raíz de ser enjuiciados sus familiares por delitos contra la seguridad del país en el año 2003- en apenas 30 segundos se encontraron 435 000 páginas referenciadas. Las posturas predominantes al hablar sobre el tema fueron, la mayor parte del tiempo, negativas y tendenciosas.
Los medios derechistas aprovecharon la situación para desacreditar al gobierno cubano, responsabilizándolo de la muerte de una mujer con serias afecciones de salud, en las que objetivamente, no influyen los médicos ni las autoridades de Cuba.
El tratamiento de esta temática resulta bastante delicado por el cúmulo de información encontrada en la web, generalmente asociada a incriminar al gobierno cubano creando la fantástica idea de la eliminación física a un adversario “ideológico”, además de inventar un clima de inseguridad y violación de los derechos ciudadanos diseminando ideas como la militarización del hospital, impedimento normal del velorio e incluso reprimendas a los que intentaban participar en la ceremonia.
Aunque la mayoría de los habitantes de la isla y los que conocen de esta, saben que esas acusaciones son inciertas, por el número de repeticiones, todas estas noticias pueden resultar creíbles a los que no conocen la realidad del tema. Una vez más se manifiesta la intención de mostrar al gobierno cubano como terrorista y asesino, poniéndose de manifiesto el uso macabro que le dan los enemigos del proceso revolucionario cubano a los medios de comunicación.
Si bien son ciertas las ventajas y posibilidades que brinda Internet, no podemos perder de vista los usos que los medios digitales de comunicación al servicio del gobierno de los EEUU y sus acólitos hacen de estos, siempre con la intencionalidad de tergiversar todo lo referente al tema Cuba.
Para mostrar como los MCM constituyen escenarios de operaciones contra Cuba, no alcanzarían estas páginas, porque lamentablemente los ejemplos son millones, no obstante, solo intentamos darles un pequeño e ilustrativo acercamiento hacia un fenómeno real y objetivo que intenta generar visiones y estados de opinión acordes a la política desarrollada por la clase empoderada en el imperio.
Combatir el modelo de vida cubano es objetivo primordial para mostrar al mundo que las rebeliones contra lo recetado por las potencias tienen consecuencias nefastas. Solo se admite pensar en lo políticamente correcto definido previamente por los grupos de poder supranacionales con sede en Washington, u otra capital imperial.
Quien pretenda asumir una posición independiente y soberana, será satanizado hasta el cansancio, tendrá que enfrentarse a la mentira repetida infinidad de ocasiones, traducida en gigantesca verdad para los receptores de ese mensaje, siendo irremediablemente objeto de la manipulación burda y/o inteligente; en fin, se le declarará una guerra de ideas, símbolos e imágenes, precediendo el bombardeo físico y la intervención militar de ser necesaria sino son plenamente cumplidos los planes desestabilizadores.
La contraofensiva ideológica de Cuba, se deberá sustentar en el inevitable rumbo de su sistema social en constante perfeccionamiento, y en la carrera permanente por alcanzar mayores resultados educativos que permitan emplear las nuevas tecnologías de la comunicación, no solo para su defensa activa, sino además para crear conocimiento acumulado por más de medio de siglo de genuino, profundo y diverso hecho cultural que es en sí misma la Revolución.
Dunnia Castillo Galán: Graduada de Periodismo en el año 2011 en la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba. Actualmente se desarrolla como profesora de la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI).
Eddy Mac Donald Torres: Graduado de Cultura Física en el año 2001 y especialista en análisis de información. Actualmente se desarrolla como profesor de Debates Históricos y Contemporáneos en la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI).
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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