Alberto Pinzón Sánchez
Rebelión
“Conozco a mi hermano” dice el antiguo presidente de la sociedad Interamericana de prensa (SIP) Enrique Santos Calderón, en una entrevista “chusca” concedida a la revista Semana (24.11 2012) en donde entre otras cosas, sibilinamente le escoge negociadores a la contraparte en la mesa de la Habana, y con su lenguaje irrespetuoso típico, los critica por su excesiva publicidad: Al “viejito Pascuas, la reinita holandesa, la viuda de Tirofijo, y la efigie de Trinidad”.
Claro que sin decir nada de la simpatía desbordante del general Mora, la locuacidad imparable del jefe de la delegación estatal colombiana, la presencia tan activa del innominado general Naranjo (estaba en Méjico haciendo una vueltica) o de las diarias declaraciones y provocaciones que el Hulk, ministro de guerra, hace todos los días en su antiguo diario familiar.
A renglón seguido dice: “(Mi hermano) el presidente está jugado, y si esto se empantana del todo, no dudará en levantarse de la mesa”. Como si el pueblo colombiano no conociera en carne propia la ludopatía del gobernante; su maña fullera de tahúr y simulador exquisito, su fría capacidad de tomar decisiones momentáneas según el naipe que esté sobre la mesa y no de acuerdo a plan de largo plazo, su frialdad “verdaderamente positiva” para eliminar adversarios con quienes minutos antes estaba hablando de Paz (Raúl Reyes, Alfonso Cano)y luego extasiado brindar con Wiski sobre sus cadáveres, ó, cambiar diametralmente de juego como lo hizo con Rafael Pardo, culpándolo públicamente de ser aliado de las Farc cuando se le atravesó como candidato a la presidencia, para luego, según la carta jugada con el partido Liberal, nombrarlo como ministro de trabajo y en fin: no todas las quejas personales contra JM Santos enumeradas el senador antioqueño Juan Carlos Vélez, son falsas.
Pero no es solamente la presión del tiempo express que pretende descargar sobre la mesa de la Habana, sino la advertencia que hace incluso sobre todo el proceso de paz, como una derivación del fallo de la Corte Internacional de Justicia, sobre el diferendo colombo nicaragüense. Dice el entrevistado:
“La tensión con Nicaragua es un nubarrón que ha aparecido. Es peligroso y puede afectar el proceso y tensionar de nuevo el entorno regional. Hay que evitar que prospere en la sociedad colombiana el chauvinismo beligerante. Una actitud belicosa con Nicaragua podría frenar el compromiso de Chávez con el proceso e incluso a los cubanos”
Advertencia seria que confirma los hechos que estamos presenciando en la realidad colombiana: Una doble estrategia Estatal para adelantar dicho proceso de paz, en donde aparte de las conversaciones de la Habana, el musculado ministro de guerra Pinzón y el alto mando militar, en concordancia con los enemigos “conocidos y abiertos” de la paz, y en paralelo, preparan cuidadosamente las provocaciones y la carta de póker que haga levantar impulsivamente al jugador de la mesa de la Habana para que desemboque en el escenario ideal para el Imperialismo trasnacional:
Guerra interna en Colombia y guerra en Caribe, a partir del portaviones que Uribe Vélez construyó en la isla de San Andrés como complemento de las otras 9 bases estadounidenses en el interior de Colombia y que, arrastre consigo a los enemigos ideológicos de EEUU (sandinismo nicaragüense, bolivarismo venezolano y castrismo cubano) para ajustar cuentas de una vez por todas con ellos.
La Oligarquía vendepatria colombiana estaba segura que, habiendo en al Corte Internacional de Justicia de la Haya, un representante de los EEUU, otro de Inglaterra y otro de Francia (potencias todas con grandes intereses territoriales en el Caribe) sus intereses de lacayo sublime en el Caribe estaban muy bien resguardados. Pero el fallo proferido les ha dado un golpe jurídico inesperado, cuyas repercusiones políticas al interior de Colombia, apenas empiezan a presentarse. Pues la ambigüedad del jugador de póker, esperando la carta favorable para decidir una postura internacional del Estado colombiano sobre tal fallo, junto con los “pataleos de ahogado” que se están dando para ganar un tiempo que es perdido porque solamente le dejará el mismo problema a los siguientes gobernantes de Colombia; ha generado un vacío político ampliamente utilizado por los militaristas, latifundistas y paramilitares del Ejercito Anti restitución de Tierras (EAT) para dar al traste con el proceso de paz de la Habana.
Así pues que el pueblo trabajador colombiano movilizado conscientemente en toda la geografía del país, en favor de una Salida Política al histórico conflicto social y armado colombiano, conociendo bien al hermano de don Enriquito, debe redoblar esfuerzos de todo tipo para desenmascarar y neutralizar esta marrulla oligárquica que se está adobando, y levantar aún más alto la bandera de la solución diplomática de los conflictos colombianos sean ellos internos como la guerra contrainsurgente geoestratégica, o internacionales como el que se acaba de presentar en el Caribe colombiano con Nicaragua.
(*) Alberto Pinzón Sánchez es médico y antropólogo colombiano.
miércoles, 28 de noviembre de 2012
Estados Unidos y Cuba, dos caras de una moneda
Eddy Mac Donald Torres y Dunnia Castillo Galán
Rebelión
Desde tiempos remotos, tal vez cuando se conformó la primera colectividad en la historia de la humanidad, los primitivos debieron sentir la necesidad de organizarse y ponerse de acuerdo para cazar, pescar, recolectar o trasladarse a mejores sitios que permitieran la subsistencia. Esa lógica consustancial a los seres humanos –gregarios por antonomasia-, ha venido evolucionando paralela al devenir humano.
La antiquísima Grecia señalada como cuna de lo que hasta nuestros días llega como el concepto de democracia (entiéndase etimológicamente la palabra demos: pueblo y Kratéo: yo gobierno), nos legó una filosofía, doctrina y concepto teórico-práctico que ha tenido tantas definiciones como pensadores han desarrollado este tema:
“Filosofía o sistema social que sostiene que el individuo. Solo por su calidad de persona humana y sin consideración a sus cualidades, rango, status o patrimonio, debe participar en los asuntos de la comunidad y ejercer en ellos la dirección que proporcionalmente le corresponde.”1
“Doctrina favorable a la intervención del pueblo en el gobierno.”2
“Predominio del pueblo en el gobierno de un Estado.”3
Estos conceptos demuestran lo esencial que para la vida de los seres humanos resulta la organización de la sociedad y la participación de los ciudadanos en la toma de decisiones a diferentes niveles, no obstante, en la etapa más reciente en la terminología política y mediática se ha empleado muy limitadamente. El elemento de los partidos políticos y las elecciones han significado el non plus ultra de la modernidad ante la democracia.
A pesar de que en las civilizaciones antiguas occidentales -como Grecia y Roma-, no existían partidos políticos sino concepciones acorde con la época esclavista de ese período de la historia humana, en la actualidad se pretende nuclear alrededor de esta teoría la vida y muerte de una sociedad.
En días recientes como cada cuatro años el mundo gira no solo sobre su imaginario eje, sino además lo hace por dos acontecimientos que sustraen a buena parte de los seres racionales en este planeta, nos estamos refiriendo a los Juegos Olímpicos de verano –en esa etapa del año- y en las postrimerías del ciclo de trescientos sesenta y cinco días las denominadas elecciones de los EE.UU. (la Roma de estos tiempos), las cuales suelen concitar sentimientos encontrados, como atracción y repulsión.
Una aproximación a la galopante realidad norteamericana nos permitiría arrojar algo de luz a esa sociedad maniquea por naturaleza y modélica por construcción mediática (los soberanos modernos) para el resto de los mortales en este mundo -catalogado excelentemente por Eduardo Galeano-, como al revés.
Tomemos por ejemplo los pasados comicios presidenciales y congresionales (donde se eligen todos los representantes a la Cámara y 33 senadores de 100), así como 11 gobernadores, alcaldes y jueces en los E.U.A., además el pueblo norteño tuvo que acudir a las urnas para aprobar enmiendas, leyes federales y de los estados. Todo esto de por sí ya es una enrevesada faena, súmele que tienen que hacerlo un día entre semana -caso bastante exclusivo- no siempre contando con la venia de los dueños o jefes de los puestos laborales, elemento que es un indicador sine qua non para una simplificada asistencia a los sufragios.
Ahondemos algo más en este importante proceso, en materia de recursos para ser postulado por alguno de los partidos políticos hegemónicos, tiene necesariamente que contar con el apoyo de las élites de poder económico y político, es decir, o se es millonario o se cuenta con el respaldo de estos. Tan solo los candidatos a la presidencia del enorme país al norte del continente americano, se gastaron en promociones televisivas más de 2 mil millones de dólares, práctica vergonzosa para una economía de cuyo vientre salen más desamparados y excluidos de los derechos inalienables.
Un adagio popular estadounidense reza que no hay nada más parecido a un demócrata que un republicano o viceversa, sin embargo, en ese país existen otros partidos, aunque sin papel protagónico en la política y toma del poder, ¿por qué exigir entonces a otros pueblos del mundo el pluripartidismo si ellos pragmáticamente no lo ejercen?
Dentro de las acusaciones a los gobiernos, países y pueblos que no tienen comprendido en su sistema político el multipartidismo, se puede encontrar la alusión con frecuencia casi absoluta a una supuesta carencia de democracia ¿acaso habrá que negar la historia antigua y el surgimiento de las formas de gobiernos por la sencilla razón de la inexistencia de partidos políticos? ¿No será esto una contradicción mayúscula para quienes pretenden dar cátedra de libertades y democracia?
En extremo un porciento minoritario de individuos, familias, países y/o grupos económicos controlan el 95 % de las riquezas que se producen en el mundo y conducen al planeta al grado de tensión más elevado hasta ahora conocido. No obstante, son los más a quienes les corresponden menos recursos pero sí las mayores responsabilidades para salir de tamaña peligrosidad, ¿en este trabalenguas quiénes salen perdiendo siempre, los menos o los más?
La superpotencia ha visto estremecido sus bordes por los menos que se hacen llamar Ocupa, comenzando sus protestas por el símbolo de la dominación económica –Wall Street-, extendida en los momentos actuales a todo el país. Entre Obama y Romney habrán votado por el primero coronado a la postre nuevamente como inquilino de la casa oval, ¿conocerán estas valerosas personas que tanto uno como el otro son hombres del sistema y no del pueblo, similar sería decir, que representan al uno por ciento y no al 99?
¿Será conocido por el pueblo de los Estados Unidos de América que el voto popular es un espejismo y no decide quien asume trono y cetro del mundo? ¿Se habrán enterado que en el 2000 George. W. Bush –quien encabezara esta debacle y uno de los períodos más oscuros para la humanidad-, llegó a la jefatura imperial por medio del fraude validado por un voto de la corte suprema de justicia, un mes después que fuera felicitado el Vicepresidente Albert Gore por dignatarios de otros países del mundo por haber ganado este, el voto popular?
Creemos que estarían satisfechos los ciudadanos norteamericanos si su inscripción para votar fuera automática y gratuita al arribar a la edad legalmente establecida para ejercer ese derecho. Encontrarían el paraíso en la tierra si los partidos políticos no intervinieran en las elecciones y fuesen los propios vecinos en asambleas de barrios quienes propusieran a sus representantes y que esos mismos representantes llegados desde el barrio y lugares más recónditos del país, pudieran estar en el Congreso para legislar por ellos y para ellos.
Diría el poeta, qué cosa fuera, si en los EE.UU., los estudiantes, campesinos, obreros o empresarios pequeños se hicieran presentes en la institución que aprueba las leyes, o al menos, si fuesen consultados mayoritariamente por su gobierno para enrumbar la economía, política y sociedad misma.
Serían enormemente felices los del 99% de la población norteña si por encima de diferencias tales como el color de la piel, sexo, religión o capacidad adquisitiva -monetariamente hablando-, sus voces contaran y se escucharan sin mediar escándalo alguno por la proximidad y conveniencia de las elecciones. Acogerían con enorme alegría ser protegidos y tratados con dignidad ante cualquier eventualidad natural por su gobierno, teniendo este a los seres humanos como el centro de su gestión.
Hospitales, escuelas, teatros, campos deportivos e institutos científicos estarían abiertos al talento, ponderando la máxima que este es masivo, sin importar el dinero de la chequera para entrar a estos sitios. Parecería un sueño elevado a una impensable potencia para los ciudadanos estadunidenses, sin embargo, qué casualidad, hay un país pequeño al que llaman Cuba donde esto es una realidad.
Nuevamente habría que esbozar que es te mundo está al revés, sino entonces ¿por qué se demoniza y critica por la falta de garantías democráticas a este país caribeño? O será acaso que esa no es una democracia, podría alguien por favor explicárnosla.
Referencias bibliográficas:
1- Diccionario de sociología de Henry Pratt Fairchild, Fondo de Cultura Económica, México
2-Sinónimos Iter 2000, Sopena Editorial Ramón Sopena S.A., Barcelona.
3- Dual Sopena ilustrado, Editorial Ramón Sopena S.A., Barcelona
Rebelión
Desde tiempos remotos, tal vez cuando se conformó la primera colectividad en la historia de la humanidad, los primitivos debieron sentir la necesidad de organizarse y ponerse de acuerdo para cazar, pescar, recolectar o trasladarse a mejores sitios que permitieran la subsistencia. Esa lógica consustancial a los seres humanos –gregarios por antonomasia-, ha venido evolucionando paralela al devenir humano.
La antiquísima Grecia señalada como cuna de lo que hasta nuestros días llega como el concepto de democracia (entiéndase etimológicamente la palabra demos: pueblo y Kratéo: yo gobierno), nos legó una filosofía, doctrina y concepto teórico-práctico que ha tenido tantas definiciones como pensadores han desarrollado este tema:
“Filosofía o sistema social que sostiene que el individuo. Solo por su calidad de persona humana y sin consideración a sus cualidades, rango, status o patrimonio, debe participar en los asuntos de la comunidad y ejercer en ellos la dirección que proporcionalmente le corresponde.”1
“Doctrina favorable a la intervención del pueblo en el gobierno.”2
“Predominio del pueblo en el gobierno de un Estado.”3
Estos conceptos demuestran lo esencial que para la vida de los seres humanos resulta la organización de la sociedad y la participación de los ciudadanos en la toma de decisiones a diferentes niveles, no obstante, en la etapa más reciente en la terminología política y mediática se ha empleado muy limitadamente. El elemento de los partidos políticos y las elecciones han significado el non plus ultra de la modernidad ante la democracia.
A pesar de que en las civilizaciones antiguas occidentales -como Grecia y Roma-, no existían partidos políticos sino concepciones acorde con la época esclavista de ese período de la historia humana, en la actualidad se pretende nuclear alrededor de esta teoría la vida y muerte de una sociedad.
En días recientes como cada cuatro años el mundo gira no solo sobre su imaginario eje, sino además lo hace por dos acontecimientos que sustraen a buena parte de los seres racionales en este planeta, nos estamos refiriendo a los Juegos Olímpicos de verano –en esa etapa del año- y en las postrimerías del ciclo de trescientos sesenta y cinco días las denominadas elecciones de los EE.UU. (la Roma de estos tiempos), las cuales suelen concitar sentimientos encontrados, como atracción y repulsión.
Una aproximación a la galopante realidad norteamericana nos permitiría arrojar algo de luz a esa sociedad maniquea por naturaleza y modélica por construcción mediática (los soberanos modernos) para el resto de los mortales en este mundo -catalogado excelentemente por Eduardo Galeano-, como al revés.
Tomemos por ejemplo los pasados comicios presidenciales y congresionales (donde se eligen todos los representantes a la Cámara y 33 senadores de 100), así como 11 gobernadores, alcaldes y jueces en los E.U.A., además el pueblo norteño tuvo que acudir a las urnas para aprobar enmiendas, leyes federales y de los estados. Todo esto de por sí ya es una enrevesada faena, súmele que tienen que hacerlo un día entre semana -caso bastante exclusivo- no siempre contando con la venia de los dueños o jefes de los puestos laborales, elemento que es un indicador sine qua non para una simplificada asistencia a los sufragios.
Ahondemos algo más en este importante proceso, en materia de recursos para ser postulado por alguno de los partidos políticos hegemónicos, tiene necesariamente que contar con el apoyo de las élites de poder económico y político, es decir, o se es millonario o se cuenta con el respaldo de estos. Tan solo los candidatos a la presidencia del enorme país al norte del continente americano, se gastaron en promociones televisivas más de 2 mil millones de dólares, práctica vergonzosa para una economía de cuyo vientre salen más desamparados y excluidos de los derechos inalienables.
Un adagio popular estadounidense reza que no hay nada más parecido a un demócrata que un republicano o viceversa, sin embargo, en ese país existen otros partidos, aunque sin papel protagónico en la política y toma del poder, ¿por qué exigir entonces a otros pueblos del mundo el pluripartidismo si ellos pragmáticamente no lo ejercen?
Dentro de las acusaciones a los gobiernos, países y pueblos que no tienen comprendido en su sistema político el multipartidismo, se puede encontrar la alusión con frecuencia casi absoluta a una supuesta carencia de democracia ¿acaso habrá que negar la historia antigua y el surgimiento de las formas de gobiernos por la sencilla razón de la inexistencia de partidos políticos? ¿No será esto una contradicción mayúscula para quienes pretenden dar cátedra de libertades y democracia?
En extremo un porciento minoritario de individuos, familias, países y/o grupos económicos controlan el 95 % de las riquezas que se producen en el mundo y conducen al planeta al grado de tensión más elevado hasta ahora conocido. No obstante, son los más a quienes les corresponden menos recursos pero sí las mayores responsabilidades para salir de tamaña peligrosidad, ¿en este trabalenguas quiénes salen perdiendo siempre, los menos o los más?
La superpotencia ha visto estremecido sus bordes por los menos que se hacen llamar Ocupa, comenzando sus protestas por el símbolo de la dominación económica –Wall Street-, extendida en los momentos actuales a todo el país. Entre Obama y Romney habrán votado por el primero coronado a la postre nuevamente como inquilino de la casa oval, ¿conocerán estas valerosas personas que tanto uno como el otro son hombres del sistema y no del pueblo, similar sería decir, que representan al uno por ciento y no al 99?
¿Será conocido por el pueblo de los Estados Unidos de América que el voto popular es un espejismo y no decide quien asume trono y cetro del mundo? ¿Se habrán enterado que en el 2000 George. W. Bush –quien encabezara esta debacle y uno de los períodos más oscuros para la humanidad-, llegó a la jefatura imperial por medio del fraude validado por un voto de la corte suprema de justicia, un mes después que fuera felicitado el Vicepresidente Albert Gore por dignatarios de otros países del mundo por haber ganado este, el voto popular?
Creemos que estarían satisfechos los ciudadanos norteamericanos si su inscripción para votar fuera automática y gratuita al arribar a la edad legalmente establecida para ejercer ese derecho. Encontrarían el paraíso en la tierra si los partidos políticos no intervinieran en las elecciones y fuesen los propios vecinos en asambleas de barrios quienes propusieran a sus representantes y que esos mismos representantes llegados desde el barrio y lugares más recónditos del país, pudieran estar en el Congreso para legislar por ellos y para ellos.
Diría el poeta, qué cosa fuera, si en los EE.UU., los estudiantes, campesinos, obreros o empresarios pequeños se hicieran presentes en la institución que aprueba las leyes, o al menos, si fuesen consultados mayoritariamente por su gobierno para enrumbar la economía, política y sociedad misma.
Serían enormemente felices los del 99% de la población norteña si por encima de diferencias tales como el color de la piel, sexo, religión o capacidad adquisitiva -monetariamente hablando-, sus voces contaran y se escucharan sin mediar escándalo alguno por la proximidad y conveniencia de las elecciones. Acogerían con enorme alegría ser protegidos y tratados con dignidad ante cualquier eventualidad natural por su gobierno, teniendo este a los seres humanos como el centro de su gestión.
Hospitales, escuelas, teatros, campos deportivos e institutos científicos estarían abiertos al talento, ponderando la máxima que este es masivo, sin importar el dinero de la chequera para entrar a estos sitios. Parecería un sueño elevado a una impensable potencia para los ciudadanos estadunidenses, sin embargo, qué casualidad, hay un país pequeño al que llaman Cuba donde esto es una realidad.
Nuevamente habría que esbozar que es te mundo está al revés, sino entonces ¿por qué se demoniza y critica por la falta de garantías democráticas a este país caribeño? O será acaso que esa no es una democracia, podría alguien por favor explicárnosla.
Referencias bibliográficas:
1- Diccionario de sociología de Henry Pratt Fairchild, Fondo de Cultura Económica, México
2-Sinónimos Iter 2000, Sopena Editorial Ramón Sopena S.A., Barcelona.
3- Dual Sopena ilustrado, Editorial Ramón Sopena S.A., Barcelona
EE.UU. y Cuba, ¿hasta cuándo?
Lázaro Fariñas
Rebelión
Como soy cubano de nacimiento y porque quiero a Cuba como mi verdadera Patria, y porque me he pasado toda mi vida adulta viviendo en los EE.UU., país que quiero sinceramente, de donde soy ciudadano desde hace muchísimos años y en donde han nacido mis hijas y mis nietos, deseo que ambos lleguen a tener, algún día, una relación normal y de respeto. Mirándolo objetivamente, lo que deseo no es nada anormal. Consiste únicamente en que dos naciones, que están a solo unas pocas millas de distancia, dejen atrás las grandes diferencias que por años han tenido y restablezcan relaciones políticas y diplomáticas con el mayor respeto a la soberanía e independencia de ambas.
Varios hechos se saben: Uno, que con el triunfo revolucionario de 1959, Cuba por fin llegó a conquistar su verdadera independencia; dos, que el gobierno revolucionario, con todo su derecho, nacionalizó propiedades de norteamericanos en Cuba; tres, que debido a esas confiscaciones, el gobierno de los Estados Unidos le implantó a Cuba una serie de sanciones económicas; cuatro, que el gobierno de EE.UU. rompió, unilateralmente, las relaciones diplomáticas con la isla de Cuba, y cinco, que desde aquellos primeros años de la revolución cubana, este país comenzó una política agresiva de subversión que ha continuado, con más o menos intensidad, hasta los días de hoy, es decir, por más de cinco décadas.
Si la nacionalización de las propiedades norteamericanas en la isla marca el comienzo de esa política en contra de Cuba, ese argumento no tiene base, porque, primero, cualquier nación soberana tiene el derecho de confiscar propiedades y segundo, porque el gobierno cubano, desde el mismo principio, ofreció compensar el valor de las mismas.
Siempre me he negado a pensar que ese argumento que el gobierno norteamericano utilizó para romper las relaciones y comenzar una política absurda y criminal contra Cuba haya sido, realmente, la razón para que esta política haya continuado por tantos años. Por supuesto, se sabe que ese argumento de confiscación de propiedades hace muchísimo tiempo que las diferentes administraciones de este país no lo esgrimen para continuar con la agresión hacia su vecino cercano. Al pasar el tiempo, los pretextos han cambiado, de acuerdo a las circunstancias o a los intereses del momento.
Las relaciones con el bloque socialista, los derechos humanos, las tropas en Angola, la falta de elecciones para la democracia representativa, la falta de libertad de prensa, etc., etc., han sido utilizados por EE.UU. como argumentos en diferentes periodos para evitar construir un puente de entendimiento y confianza entre ambas naciones. Cuando no ha sido Juana, ha sido su hermana, pero siempre han encontrado o buscado una razón para pasarse con fichas. Lo curioso es que nunca han sacado a relucir la verdadera razón para seguir aplicándole a Cuba esa irracional y criminal política.
Nunca he oído a ningún funcionario del gobierno de los Estados Unidos decir que la razón para seguir lloviendo sobre lo mojado, en relación con Cuba, es que este país no le perdona al pueblo cubano que se haya decidido a ser libre y soberano y a no aceptar que la política de Washington sea la que impere en Cuba. No hay nada más. No hay ninguna otra razón. Es simple. En el establecimiento político de los Estados Unidos no se acepta que Cuba haya apostado por su independencia. No se aceptó después del Tratado de París, hace más de cien años, ni se acepta ahora, ya entrado el siglo XXI. Lo máximo que se aceptó fue una república mediatizada, primero, con una enmienda que le daba el derecho a EE.UU. a intervenir en los asuntos de Cuba, y, al abolirse la desgraciada enmienda, lo más que se aceptó fue que el embajador norteamericano tuviera la última palabra en la política interna de Cuba. Seamos serios, todos los presidentes cubanos de la república, hasta 1959, gobernaban a Cuba mirando hacia el norte. Gobernaban esperando las señas que les hacían desde Washington. Una llamada desde "la" embajada a Palacio, cambiaba leyes, decretos y resoluciones. Los presidentes cubanos tenían un nivel mínimo de autonomía. Cuando de los intereses de EE.UU. se trataba, jugaban con la cadena, pero nunca con el mono.
En los últimos tiempos, el gobierno cubano le ha hecho varias propuestas al gobierno de EEUU para sentarse a conversar en igualdad de condiciones y con respeto mutuo. Hasta el momento, al menos públicamente, no ha habido una respuesta positiva por parte de autoridades norteamericanas. El Presidente Barack Obama, que acaba de ser reelegido, tiene en sus manos la posible resolución del conflicto entre ambas naciones.
Hace unos días, el Canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla, en la Asamblea General de las Naciones Unidas, hizo otra vez el planteamiento. ¿Lo aceptará el Presidente Obama o continuará esa errónea política que ha llevado a los Estados Unidos a estar solo contra el mundo? En sus manos está la solución. La pelota está en su cancha.
Rebelión
Como soy cubano de nacimiento y porque quiero a Cuba como mi verdadera Patria, y porque me he pasado toda mi vida adulta viviendo en los EE.UU., país que quiero sinceramente, de donde soy ciudadano desde hace muchísimos años y en donde han nacido mis hijas y mis nietos, deseo que ambos lleguen a tener, algún día, una relación normal y de respeto. Mirándolo objetivamente, lo que deseo no es nada anormal. Consiste únicamente en que dos naciones, que están a solo unas pocas millas de distancia, dejen atrás las grandes diferencias que por años han tenido y restablezcan relaciones políticas y diplomáticas con el mayor respeto a la soberanía e independencia de ambas.
Varios hechos se saben: Uno, que con el triunfo revolucionario de 1959, Cuba por fin llegó a conquistar su verdadera independencia; dos, que el gobierno revolucionario, con todo su derecho, nacionalizó propiedades de norteamericanos en Cuba; tres, que debido a esas confiscaciones, el gobierno de los Estados Unidos le implantó a Cuba una serie de sanciones económicas; cuatro, que el gobierno de EE.UU. rompió, unilateralmente, las relaciones diplomáticas con la isla de Cuba, y cinco, que desde aquellos primeros años de la revolución cubana, este país comenzó una política agresiva de subversión que ha continuado, con más o menos intensidad, hasta los días de hoy, es decir, por más de cinco décadas.
Si la nacionalización de las propiedades norteamericanas en la isla marca el comienzo de esa política en contra de Cuba, ese argumento no tiene base, porque, primero, cualquier nación soberana tiene el derecho de confiscar propiedades y segundo, porque el gobierno cubano, desde el mismo principio, ofreció compensar el valor de las mismas.
Siempre me he negado a pensar que ese argumento que el gobierno norteamericano utilizó para romper las relaciones y comenzar una política absurda y criminal contra Cuba haya sido, realmente, la razón para que esta política haya continuado por tantos años. Por supuesto, se sabe que ese argumento de confiscación de propiedades hace muchísimo tiempo que las diferentes administraciones de este país no lo esgrimen para continuar con la agresión hacia su vecino cercano. Al pasar el tiempo, los pretextos han cambiado, de acuerdo a las circunstancias o a los intereses del momento.
Las relaciones con el bloque socialista, los derechos humanos, las tropas en Angola, la falta de elecciones para la democracia representativa, la falta de libertad de prensa, etc., etc., han sido utilizados por EE.UU. como argumentos en diferentes periodos para evitar construir un puente de entendimiento y confianza entre ambas naciones. Cuando no ha sido Juana, ha sido su hermana, pero siempre han encontrado o buscado una razón para pasarse con fichas. Lo curioso es que nunca han sacado a relucir la verdadera razón para seguir aplicándole a Cuba esa irracional y criminal política.
Nunca he oído a ningún funcionario del gobierno de los Estados Unidos decir que la razón para seguir lloviendo sobre lo mojado, en relación con Cuba, es que este país no le perdona al pueblo cubano que se haya decidido a ser libre y soberano y a no aceptar que la política de Washington sea la que impere en Cuba. No hay nada más. No hay ninguna otra razón. Es simple. En el establecimiento político de los Estados Unidos no se acepta que Cuba haya apostado por su independencia. No se aceptó después del Tratado de París, hace más de cien años, ni se acepta ahora, ya entrado el siglo XXI. Lo máximo que se aceptó fue una república mediatizada, primero, con una enmienda que le daba el derecho a EE.UU. a intervenir en los asuntos de Cuba, y, al abolirse la desgraciada enmienda, lo más que se aceptó fue que el embajador norteamericano tuviera la última palabra en la política interna de Cuba. Seamos serios, todos los presidentes cubanos de la república, hasta 1959, gobernaban a Cuba mirando hacia el norte. Gobernaban esperando las señas que les hacían desde Washington. Una llamada desde "la" embajada a Palacio, cambiaba leyes, decretos y resoluciones. Los presidentes cubanos tenían un nivel mínimo de autonomía. Cuando de los intereses de EE.UU. se trataba, jugaban con la cadena, pero nunca con el mono.
En los últimos tiempos, el gobierno cubano le ha hecho varias propuestas al gobierno de EEUU para sentarse a conversar en igualdad de condiciones y con respeto mutuo. Hasta el momento, al menos públicamente, no ha habido una respuesta positiva por parte de autoridades norteamericanas. El Presidente Barack Obama, que acaba de ser reelegido, tiene en sus manos la posible resolución del conflicto entre ambas naciones.
Hace unos días, el Canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla, en la Asamblea General de las Naciones Unidas, hizo otra vez el planteamiento. ¿Lo aceptará el Presidente Obama o continuará esa errónea política que ha llevado a los Estados Unidos a estar solo contra el mundo? En sus manos está la solución. La pelota está en su cancha.
AMLO: las batallas tienen que ser nacionales, no regionales; más aún, internacionales
Pedro Echeverría V.
Rebelión
1. Le escuché a Andrés Manuel López Obrador (AMLO) decir algo así: “las batallas deben ser nacionales para no dividirnos en luchas regionales o parciales”. Estoy de acuerdo y no he encontrado el discurso para citar con precisión; pero no importa porque la idea es la que me interesa, porque así solitos, así débiles, aislados y sin solidaridad, el gobierno y los empresarios con mucha facilidad nos golpean y se imponen. Estoy de acuerdo; yo mismo en mis artículos le doy mucha prioridad a lo nacional e internacional porque pienso que es lo determinante. Pero me he preguntado: ¿qué hacer ante decenas de miles de problemas y protestas en el campo, las fábricas, las escuelas, la represión, los asesinatos que sufren a diario en toda la República? Poseo la plena convicción de que la lucha es nacional, más aún internacional, pero allí están los problemas y hay que darles solución.
2. Por ello hay que insistir en que el nuevo partido MORENA al mismo tiempo en que da la batalla nacional general como la lucha contra la privatización, por la defensa del petróleo, la electricidad, del agua, los recursos forestales y naturales, tiene la obligación de apoyar luchas particulares de los pueblos y ciudades como los de defensa de tierras, de créditos, de salarios, contra despidos, la represión, los asesinatos. Sólo en la medida en que los pueblos vean que los de MORENA están luchando junto a ellos en sus pequeños problemas, reconocerán que este partido es distinto. Mientras MORENA sale a la calle contra la privatización, sus militantes tienen la convicción de sumarse a todos las luchas de los pueblos por la justicia social, la igualdad y contra la represión. De estas pequeñas batallas pueden salir los movimientos de masas y los futuros legisladores.
3. Estas pequeñas luchas regionales son reacciones inmediatas de los pueblos y no pueden evitarse; al contrario, los luchadores sociales debemos impulsarlas y defenderlas donde estas se presenten. Obvio, sería otra cosa si contáramos con una organización nacional de masas siempre dispuesta a apoyar y armar una gran bronca nacional e internacional. Si así fuera, nadie se atrevería a ofender, a tocar o reprimir a los trabajadores, aunque vivieran en pueblos lejanos. Y este debería ser el objetivo de MORENA: transformarse en una organización con fuerza y presencia nacional que se haga respetar por su gran capacidad movilizadora, es decir, que sea un poder real frente al gobierno, los empresarios, el Estado. El PRI y el PAN son el gobierno y el PRD camina hacia ahí, ¿Acaso no solo MORENA tiene la oportunidad de jugar este papel de apoyo a las luchas?
4. Me parecería una crueldad ver que en los pequeños pueblos indígenas y campesinos estén golpeando a las familias y los de MORENA no quieran meterse porque son “pequeñas batallas intrascendentes”. Quizá no hay que promoverlas o encabezarlas, pero es indudable de que se debe participar. Recuerdo que Marx decía algo así de los obreros de la Comuna: si ellos han determinado tomar el cielo nuestro compromiso es ayudarlos. ¿O vamos a esperar sentados –como preguntaba Fidel Castro- que pase frente a nosotros el cadáver del imperialismo? Para formar un partido MORENA fuerte y combativo, además de tener muy claras las ideas de oposición permanente al capitalismo, se tiene que luchar codo con codo en las batallas de los trabajadores.
5. Por esto el Congreso de fundación MORENA debe ser definitivo: tiene que sacar el acuerdo de que todos sus militantes se comprometan a apoyar directamente las luchas sociales del pueblo, mientras sus representantes exigen arriba a los gobernantes la solución de los problemas de abajo, de los trabajadores. Algún clásico de marxismo demostró que la izquierda parlamentaria sólo es útil cuando cuenta con un movimiento de masas que la apoya y la vigila; si no es así, vale entonces un carajo. ¿Por qué piensan que la población en México le mienta la madre a los partidos que nunca luchan pero sí cobran sueldos millonarios? ¿Por qué la población exige que desaparezcan los partidos y sus funcionarios inútiles e ineficientes?
6. Ningún trabajador, estudiante o luchador social debe salir descontento o desanimado del Congreso de MORENA pensando en que todo fue más de lo mismo porque se han repetido los mismos vicios de todos los partidos que se dicen de izquierda; no el PRI o el PAN que son empresariales. Al contrario se debe salir contento del Congreso, con mayor visión y entusiasmo porque se van a atacar de frente los problemas nacionales contra la privatización; pero también porque ahora sí un partido (MORENA) estará participando en cada una de las batallas de los pueblos. Por ello AMLO tiene mucha razón al dar prioridad a los problemas nacionales como único camino para enfrentar las luchas locales que son las que harán fuerte a MORENA.
Blog del autor: http://pedroecheverriav.wordpress.com
Rebelión
1. Le escuché a Andrés Manuel López Obrador (AMLO) decir algo así: “las batallas deben ser nacionales para no dividirnos en luchas regionales o parciales”. Estoy de acuerdo y no he encontrado el discurso para citar con precisión; pero no importa porque la idea es la que me interesa, porque así solitos, así débiles, aislados y sin solidaridad, el gobierno y los empresarios con mucha facilidad nos golpean y se imponen. Estoy de acuerdo; yo mismo en mis artículos le doy mucha prioridad a lo nacional e internacional porque pienso que es lo determinante. Pero me he preguntado: ¿qué hacer ante decenas de miles de problemas y protestas en el campo, las fábricas, las escuelas, la represión, los asesinatos que sufren a diario en toda la República? Poseo la plena convicción de que la lucha es nacional, más aún internacional, pero allí están los problemas y hay que darles solución.
2. Por ello hay que insistir en que el nuevo partido MORENA al mismo tiempo en que da la batalla nacional general como la lucha contra la privatización, por la defensa del petróleo, la electricidad, del agua, los recursos forestales y naturales, tiene la obligación de apoyar luchas particulares de los pueblos y ciudades como los de defensa de tierras, de créditos, de salarios, contra despidos, la represión, los asesinatos. Sólo en la medida en que los pueblos vean que los de MORENA están luchando junto a ellos en sus pequeños problemas, reconocerán que este partido es distinto. Mientras MORENA sale a la calle contra la privatización, sus militantes tienen la convicción de sumarse a todos las luchas de los pueblos por la justicia social, la igualdad y contra la represión. De estas pequeñas batallas pueden salir los movimientos de masas y los futuros legisladores.
3. Estas pequeñas luchas regionales son reacciones inmediatas de los pueblos y no pueden evitarse; al contrario, los luchadores sociales debemos impulsarlas y defenderlas donde estas se presenten. Obvio, sería otra cosa si contáramos con una organización nacional de masas siempre dispuesta a apoyar y armar una gran bronca nacional e internacional. Si así fuera, nadie se atrevería a ofender, a tocar o reprimir a los trabajadores, aunque vivieran en pueblos lejanos. Y este debería ser el objetivo de MORENA: transformarse en una organización con fuerza y presencia nacional que se haga respetar por su gran capacidad movilizadora, es decir, que sea un poder real frente al gobierno, los empresarios, el Estado. El PRI y el PAN son el gobierno y el PRD camina hacia ahí, ¿Acaso no solo MORENA tiene la oportunidad de jugar este papel de apoyo a las luchas?
4. Me parecería una crueldad ver que en los pequeños pueblos indígenas y campesinos estén golpeando a las familias y los de MORENA no quieran meterse porque son “pequeñas batallas intrascendentes”. Quizá no hay que promoverlas o encabezarlas, pero es indudable de que se debe participar. Recuerdo que Marx decía algo así de los obreros de la Comuna: si ellos han determinado tomar el cielo nuestro compromiso es ayudarlos. ¿O vamos a esperar sentados –como preguntaba Fidel Castro- que pase frente a nosotros el cadáver del imperialismo? Para formar un partido MORENA fuerte y combativo, además de tener muy claras las ideas de oposición permanente al capitalismo, se tiene que luchar codo con codo en las batallas de los trabajadores.
5. Por esto el Congreso de fundación MORENA debe ser definitivo: tiene que sacar el acuerdo de que todos sus militantes se comprometan a apoyar directamente las luchas sociales del pueblo, mientras sus representantes exigen arriba a los gobernantes la solución de los problemas de abajo, de los trabajadores. Algún clásico de marxismo demostró que la izquierda parlamentaria sólo es útil cuando cuenta con un movimiento de masas que la apoya y la vigila; si no es así, vale entonces un carajo. ¿Por qué piensan que la población en México le mienta la madre a los partidos que nunca luchan pero sí cobran sueldos millonarios? ¿Por qué la población exige que desaparezcan los partidos y sus funcionarios inútiles e ineficientes?
6. Ningún trabajador, estudiante o luchador social debe salir descontento o desanimado del Congreso de MORENA pensando en que todo fue más de lo mismo porque se han repetido los mismos vicios de todos los partidos que se dicen de izquierda; no el PRI o el PAN que son empresariales. Al contrario se debe salir contento del Congreso, con mayor visión y entusiasmo porque se van a atacar de frente los problemas nacionales contra la privatización; pero también porque ahora sí un partido (MORENA) estará participando en cada una de las batallas de los pueblos. Por ello AMLO tiene mucha razón al dar prioridad a los problemas nacionales como único camino para enfrentar las luchas locales que son las que harán fuerte a MORENA.
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El nacimiento del Morena como partido
Eduardo Nava Hernández
Rebelión
Finalmente se concretó, este 20 de noviembre, la transformación del Movimiento de Regeneración Nacional en partido político, anunciada de hecho en la plancha del Zócalo el pasado 9 de septiembre. A marchas forzadas desde esta última fecha pero con el trabajo de promoción y afiliación que desde 2006 ha hecho Andrés Manuel López Obrador a las diferentes modalidades que le imprimió a su movimiento, la organización se enfila finalmente a constituirse formalmente como una nueva expresión de la izquierda electoral mexicana.
Hace exactamente seis años, después del resultado fraudulento de la elección presidencial, López Obrador fue proclamado en la convocada Convención Nacional Democrática como cabeza del llamado gobierno legítimo, modalidad que fue preferida en ese momento a la de un movimiento de resistencia a la imposición. Más adelante, en 2008, en una tácita corrección, se constituyó como Movimiento de Defensa del Petróleo que tuvo como logro frenar parcial y temporalmente desde las calles y desde los foros organizados en el poder Legislativo, la iniciativa calderonista de privatización energética. Finalmente, el movimiento lopezobradorista se constituyó como el Movimiento de Regeneración Nacional que ahora se formaliza como organización electoral. Es, como lo comentaba en mi anterior colaboración, el acta de emancipación del movimiento con respecto de los partidos que hasta ahora le dieron viabilidad y un rostro en los procesos electorales, particularmente del PRD como partido de origen del mismo López Obrador; y al mismo tiempo una encrucijada para las izquierdas electorales.
La transición de movimiento a partido no será fácil e implica inclusiones y exclusiones cuya magnitud no es posible determinar en estos momentos. Hay indudablemente muchos ciudadanos que se integrarán entusiastamente a la naciente agrupación sin haber pertenecido con anterioridad a ninguno de los partidos —PRT, PT y MC— que albergaron al lopezobradorismo, y algunos (al parecer, minoritariamente) provenientes de estas mismas agrupaciones con registro electoral. Pero se marginarán muchos porque desean permanecer en éstas o simplemente porque no quieren militar en ningún partido y preferirían haber conservado al Morena como movimiento.
Pero no es ésta la única de las paradojas y dilemas que envuelven a la nueva agrupación. El movimiento del que nace no es la movilización social en un sentido amplio sino la electoral a cuya cabeza siempre estuvo el político tabasqueño. Se encuentra, así, distanciada con respecto de múltiples expresiones que aparecían no ha mucho como aliadas próximas —destacadamente el movimiento Yosoy132 y otras de las que conformaron el Frente Nacional contra la Imposición el pasado mes de julio—, sobre todo en virtud de la decisión del lopezobradorismo de no movilizarse en las calles mientras se litigaba contra el fraude en las instancias judiciales en julio y agosto pasados. Ahora, el nuevo Morena-partido convoca a para el próximo 1 de diciembre la protesta contra la asunción de Enrique Peña Nieto, pero sin la certidumbre de que a esa convocatoria se sumen los contingentes que se mantuvieron en la protesta durante ese crucial periodo. Recordemos también la abstinencia del Morena frente a las manifestaciones por la reforma a la Ley Federal del Trabajo que inútilmente las bancadas izquierdistas intentaron modificar —sólo parcialmente— en el ámbito legislativo.
Así, mientras se realizaba a puerta cerrada el congreso fundacional del partido lopezobradorista en la ciudad de México, el SME, la UNT y otras agrupaciones sindicales se manifestaban en el aeropuerto de la ciudad de México y en la Plaza de la República contra la reforma laboral recientemente aprobada por el PAN y el PRI. Acaso no haya mejor testimonio que éste de que el Morena y la movilización social marchan por caminos distintos, tal vez paralelos pero hoy por hoy no convergentes. Eso es grave para una agrupación que pretende, al menos declarativamente, constituirse en el ámbito electoral pero conservarse al mismo tiempo como movimiento; y más aún para las expectativas de dar una salida de carácter popular a la grave situación en que se debate el país.
El reto para Morena-partido de constituirse como expresión del movimiento social general para no quedarse meramente en lo electoral y, más aún, para tener eficacia en lo electoral, no parece cumplirse ni se refleja en su recién integrada dirigencia, donde parece haber prevalecido como criterio más la cercanía personal, política o ideológica con el liderazgo de López Obrador que con los movimientos de la sociedad. En otras palabras, no parece que Morena esté en capacidad de llenar el enorme vacío existente de una expresión política de la inconformidad social y los movimientos de masas, sino encaminarse tan sólo a la vía electoral, como lo hizo en su momento el PRD con los desastrosos resultados que todos conocemos.
México necesita llenar ese vacío, y lo requiere de inmediato. La apuesta no puede ser tan sólo al liderazgo carismático, por fuerte que éste sea, sino a la conformación de un amplio tejido horizontal de las múltiples expresiones de ese descontento. La viabilidad de Morena como partido movimiento radica en ello, y aún está a tiempo de entenderlo y de enfilarse por ese sendero. Es seguro que hay en sus bases y en muchas de sus estructuras intermedias la vocación para entroncar no sólo en alianzas con las otras izquierdas electorales sino también con la legítima inconformidad surgida de todos los poros de la sociedad. El silencio frente a los grandes conflictos que atraviesan a la sociedad, o el combatir tan sólo las expresiones más evidentes de un sistema en proceso de descomposición pero no al sistema mismo no son el camino adecuado para ello; pero el movimiento se demuestra andando y es en éste donde se habrá de ver de qué talante resulta ser el nuevo partido.
Rebelión
Finalmente se concretó, este 20 de noviembre, la transformación del Movimiento de Regeneración Nacional en partido político, anunciada de hecho en la plancha del Zócalo el pasado 9 de septiembre. A marchas forzadas desde esta última fecha pero con el trabajo de promoción y afiliación que desde 2006 ha hecho Andrés Manuel López Obrador a las diferentes modalidades que le imprimió a su movimiento, la organización se enfila finalmente a constituirse formalmente como una nueva expresión de la izquierda electoral mexicana.
Hace exactamente seis años, después del resultado fraudulento de la elección presidencial, López Obrador fue proclamado en la convocada Convención Nacional Democrática como cabeza del llamado gobierno legítimo, modalidad que fue preferida en ese momento a la de un movimiento de resistencia a la imposición. Más adelante, en 2008, en una tácita corrección, se constituyó como Movimiento de Defensa del Petróleo que tuvo como logro frenar parcial y temporalmente desde las calles y desde los foros organizados en el poder Legislativo, la iniciativa calderonista de privatización energética. Finalmente, el movimiento lopezobradorista se constituyó como el Movimiento de Regeneración Nacional que ahora se formaliza como organización electoral. Es, como lo comentaba en mi anterior colaboración, el acta de emancipación del movimiento con respecto de los partidos que hasta ahora le dieron viabilidad y un rostro en los procesos electorales, particularmente del PRD como partido de origen del mismo López Obrador; y al mismo tiempo una encrucijada para las izquierdas electorales.
La transición de movimiento a partido no será fácil e implica inclusiones y exclusiones cuya magnitud no es posible determinar en estos momentos. Hay indudablemente muchos ciudadanos que se integrarán entusiastamente a la naciente agrupación sin haber pertenecido con anterioridad a ninguno de los partidos —PRT, PT y MC— que albergaron al lopezobradorismo, y algunos (al parecer, minoritariamente) provenientes de estas mismas agrupaciones con registro electoral. Pero se marginarán muchos porque desean permanecer en éstas o simplemente porque no quieren militar en ningún partido y preferirían haber conservado al Morena como movimiento.
Pero no es ésta la única de las paradojas y dilemas que envuelven a la nueva agrupación. El movimiento del que nace no es la movilización social en un sentido amplio sino la electoral a cuya cabeza siempre estuvo el político tabasqueño. Se encuentra, así, distanciada con respecto de múltiples expresiones que aparecían no ha mucho como aliadas próximas —destacadamente el movimiento Yosoy132 y otras de las que conformaron el Frente Nacional contra la Imposición el pasado mes de julio—, sobre todo en virtud de la decisión del lopezobradorismo de no movilizarse en las calles mientras se litigaba contra el fraude en las instancias judiciales en julio y agosto pasados. Ahora, el nuevo Morena-partido convoca a para el próximo 1 de diciembre la protesta contra la asunción de Enrique Peña Nieto, pero sin la certidumbre de que a esa convocatoria se sumen los contingentes que se mantuvieron en la protesta durante ese crucial periodo. Recordemos también la abstinencia del Morena frente a las manifestaciones por la reforma a la Ley Federal del Trabajo que inútilmente las bancadas izquierdistas intentaron modificar —sólo parcialmente— en el ámbito legislativo.
Así, mientras se realizaba a puerta cerrada el congreso fundacional del partido lopezobradorista en la ciudad de México, el SME, la UNT y otras agrupaciones sindicales se manifestaban en el aeropuerto de la ciudad de México y en la Plaza de la República contra la reforma laboral recientemente aprobada por el PAN y el PRI. Acaso no haya mejor testimonio que éste de que el Morena y la movilización social marchan por caminos distintos, tal vez paralelos pero hoy por hoy no convergentes. Eso es grave para una agrupación que pretende, al menos declarativamente, constituirse en el ámbito electoral pero conservarse al mismo tiempo como movimiento; y más aún para las expectativas de dar una salida de carácter popular a la grave situación en que se debate el país.
El reto para Morena-partido de constituirse como expresión del movimiento social general para no quedarse meramente en lo electoral y, más aún, para tener eficacia en lo electoral, no parece cumplirse ni se refleja en su recién integrada dirigencia, donde parece haber prevalecido como criterio más la cercanía personal, política o ideológica con el liderazgo de López Obrador que con los movimientos de la sociedad. En otras palabras, no parece que Morena esté en capacidad de llenar el enorme vacío existente de una expresión política de la inconformidad social y los movimientos de masas, sino encaminarse tan sólo a la vía electoral, como lo hizo en su momento el PRD con los desastrosos resultados que todos conocemos.
México necesita llenar ese vacío, y lo requiere de inmediato. La apuesta no puede ser tan sólo al liderazgo carismático, por fuerte que éste sea, sino a la conformación de un amplio tejido horizontal de las múltiples expresiones de ese descontento. La viabilidad de Morena como partido movimiento radica en ello, y aún está a tiempo de entenderlo y de enfilarse por ese sendero. Es seguro que hay en sus bases y en muchas de sus estructuras intermedias la vocación para entroncar no sólo en alianzas con las otras izquierdas electorales sino también con la legítima inconformidad surgida de todos los poros de la sociedad. El silencio frente a los grandes conflictos que atraviesan a la sociedad, o el combatir tan sólo las expresiones más evidentes de un sistema en proceso de descomposición pero no al sistema mismo no son el camino adecuado para ello; pero el movimiento se demuestra andando y es en éste donde se habrá de ver de qué talante resulta ser el nuevo partido.
¿Qué hace MORENA (partido o movimiento) a favor de estudiantes de Ayotzinapa, Tiripetío o el Yo soy 132?
Pedro Echeverría V.
1. El partido MORENA acaba de realizar su congreso de dos días. Estuvo tan estricto el acceso para los “no amigos” –sobre todo vigilado por el “chofer Nico”- que yo me tuve que “colar” para observar allí por lo menos hasta las 14 horas del lunes. Fue una reunión para “gafeteros” y, a pesar de los discursos exigiendo que no hayan “recomendados” entre las decenas de candidatos, casi siempre se identificó al candidato principal, a quienes declinarían y otros que iban de relleno. Pero esto es intrascendente porque de todas maneras nunca serán los asuntos políticos problema de personas honestas o corruptas, de inteligentes o tontos; sino de objetivos, de línea política o estratégica. El PRI, el PAN, allí va el PRD, caminan adelante porque sus líneas políticas son coincidentes con el nivel de conciencia y de pobreza de la mayoría de los mexicanos.
2. Si personajes como Beltrones, Gamboa, Cevallos, Calderón, Pablo Gómez y varios más, llevan casi 40 años ocupando cargos y haciéndose cada vez más millonarios, es porque se rigen por la ley de los mejor adaptados al sistema político, cada quien en su respectivo partido. Los 52 años de política que hemos vivido bajo el dominio de los empresarios, el PRI, el PAN y el PRD, son idénticos a los años anteriores a 1960, cuando sólo dominaba la mancuerna PRI-empresarios. ¿Puede alguien olvidarse de los 50 años de dominio político de los Fidel Velázquez, Hank González, Cervera Pacheco, Muñoz Ledo o Martínez Domínguez? Obvio que no puede pensarse que MORENA puede igualarse a toda esa historia; pero también pensábamos en 1989 que el PRD llegara a ser idéntico al PRI y al PAN, pero ya merito.
3. Hemos tenido 71 años de PRI y 12 años de PAN, así como gobiernos estatales del PRD y los resultados –con casi invisibles diferencias- son exactamente los mismos: los niveles de pobreza en vez de disminuir han aumentado, lo mismo que el desempleo, inseguridad, migración, los servicios de salud y educación. Del PRI y del PAN –al ser partidos de derecha y empresariales- no hemos esperado más que la continuidad de la miseria y la opresión; pero del PRD (que se autocalifica socialdemócrata y hasta de izquierda) que se esperaban algunos cambios en beneficio de los más pobres, se ha demostrado que es igualito a sus “maestros antecesores”. Michoacán, Zacatecas, Guerrero, Chiapas, la ciudad de México, no cambiaron ni un ápice en favor de los trabajadores; les quitaron el gobierno porque ni la conciencia política pudieron cambiar.
4. MORENA no hizo nada para combatir la reforma laboral antiobrera con el pretexto de que estaba preparando su congreso. Hoy los estudiantes están en las calles en Ayotzinapa Guerrero, están exigiendo castigo a los asesinos de sus compañeros; en Tiripetío Michoacán, peleando por la libertad total (sin cargos) de los 49 expresos políticos, y en la ciudad de México los estudiantes del Yo soy 132 siguen batallando contra Televisa y defendiéndose contra un posible desalojo de la plantada “Revolución” de parte de la policía. Fuera de alguna declaración, ¿qué hace morena para prestar apoyo y cobertura a esos movimientos estudiantiles? Lo mismo podría preguntarse lo que hace MORENA en apoyo a las luchas de la CNTE, los electricistas, los trabajadores de Mexicana, los mineros, los indígenas zapatistas que reclaman ayuda y solidaridad.
5. Si MORENA no está junto e “incrustado” entre los movimientos, éstos no tienen porque estar junto a MORENA. ¿O acaso puede considerarse justo? Tampoco el PRI, el PAN o en PRD participan con los movimientos, pero éstos tienen muchos millones de pesos para comprar a los medios de información y para comprar conciencias y votos. No hay duda que aquí está la diferencia entre un partido real y los que históricamente ha vivido el país. El que MORENA sea un partido honesto no depende de los consejos de honestidad, decencia o bondad, o que sea un partido místico o “del amor”. Depende de que esté planteando los problemas del pueblo mexicano y lo esté acompañando en sus luchas. A pesar de que es lo único que queda ahora con posibilidades de movimiento de masas, esa confianza muy pronto puede perderse si MORENA sigue caminando como partido tradicional y, sobre todo, deslindándose de las corrientes no electoreras que crecen.
6. Se tiene la convicción de que el poder y el gobierno en el sistema capitalista están en manos de los más hábiles y deshonestos, de los que han podido adaptarse mejor en el sistema de opresión, de los que han sabido aprovechar todas las coyunturas sociales para obtener beneficios personales o de grupo. Parece que la honestidad no tiene cabida en la política burguesa dominante; por lo menos no conozco a ningún político de gobierno o aspirante a ello, que lo sea. La izquierda radical o real (la que se identifica plenamente con los trabajadores) cuando ha llegado a algún cargo público ha renunciado con dignidad o se ha pasado todo el tiempo quejándose por el papel vergonzoso que realiza; pero el 99 por ciento de los que batallan por obtener un cargo y lo logran, se la pasan muy contentos llevándose a la bolsa el equivalente de 200 salarios mínimos oficiales.
7. Cuando en 1977 lanzó la llamada reforma política el gobierno de López Portillo no fue un simple “palomazo” sino que fue muy pensada y estructurada para entretener con ello a la oposición. No pensó el gobierno sólo en regalar subsidios en dinero, así como diputaciones, senadurías, gubernaturas, incluso la Presidencia de la República a cambio de incrementar los votos, sino que también pensó -.en primer lugar- en desarticular a la izquierda radicalizada comprometiéndola a respetar el sistema económico, el sistema político y el sistema electoral poniendo como indispensable el registro de partidos y un millón de gestiones burocráticas legales que obligan a los partidos a no hacer trabajo social. ¿Mientras MORENA se organiza, se registra, decide candidaturas, hace mil trámites, le quedará tiempo para impulsar los movimientos de masas? (23/XI/12)
Consultar Blog: http://pedroecheverriav.wordpress.com
1. El partido MORENA acaba de realizar su congreso de dos días. Estuvo tan estricto el acceso para los “no amigos” –sobre todo vigilado por el “chofer Nico”- que yo me tuve que “colar” para observar allí por lo menos hasta las 14 horas del lunes. Fue una reunión para “gafeteros” y, a pesar de los discursos exigiendo que no hayan “recomendados” entre las decenas de candidatos, casi siempre se identificó al candidato principal, a quienes declinarían y otros que iban de relleno. Pero esto es intrascendente porque de todas maneras nunca serán los asuntos políticos problema de personas honestas o corruptas, de inteligentes o tontos; sino de objetivos, de línea política o estratégica. El PRI, el PAN, allí va el PRD, caminan adelante porque sus líneas políticas son coincidentes con el nivel de conciencia y de pobreza de la mayoría de los mexicanos.
2. Si personajes como Beltrones, Gamboa, Cevallos, Calderón, Pablo Gómez y varios más, llevan casi 40 años ocupando cargos y haciéndose cada vez más millonarios, es porque se rigen por la ley de los mejor adaptados al sistema político, cada quien en su respectivo partido. Los 52 años de política que hemos vivido bajo el dominio de los empresarios, el PRI, el PAN y el PRD, son idénticos a los años anteriores a 1960, cuando sólo dominaba la mancuerna PRI-empresarios. ¿Puede alguien olvidarse de los 50 años de dominio político de los Fidel Velázquez, Hank González, Cervera Pacheco, Muñoz Ledo o Martínez Domínguez? Obvio que no puede pensarse que MORENA puede igualarse a toda esa historia; pero también pensábamos en 1989 que el PRD llegara a ser idéntico al PRI y al PAN, pero ya merito.
3. Hemos tenido 71 años de PRI y 12 años de PAN, así como gobiernos estatales del PRD y los resultados –con casi invisibles diferencias- son exactamente los mismos: los niveles de pobreza en vez de disminuir han aumentado, lo mismo que el desempleo, inseguridad, migración, los servicios de salud y educación. Del PRI y del PAN –al ser partidos de derecha y empresariales- no hemos esperado más que la continuidad de la miseria y la opresión; pero del PRD (que se autocalifica socialdemócrata y hasta de izquierda) que se esperaban algunos cambios en beneficio de los más pobres, se ha demostrado que es igualito a sus “maestros antecesores”. Michoacán, Zacatecas, Guerrero, Chiapas, la ciudad de México, no cambiaron ni un ápice en favor de los trabajadores; les quitaron el gobierno porque ni la conciencia política pudieron cambiar.
4. MORENA no hizo nada para combatir la reforma laboral antiobrera con el pretexto de que estaba preparando su congreso. Hoy los estudiantes están en las calles en Ayotzinapa Guerrero, están exigiendo castigo a los asesinos de sus compañeros; en Tiripetío Michoacán, peleando por la libertad total (sin cargos) de los 49 expresos políticos, y en la ciudad de México los estudiantes del Yo soy 132 siguen batallando contra Televisa y defendiéndose contra un posible desalojo de la plantada “Revolución” de parte de la policía. Fuera de alguna declaración, ¿qué hace morena para prestar apoyo y cobertura a esos movimientos estudiantiles? Lo mismo podría preguntarse lo que hace MORENA en apoyo a las luchas de la CNTE, los electricistas, los trabajadores de Mexicana, los mineros, los indígenas zapatistas que reclaman ayuda y solidaridad.
5. Si MORENA no está junto e “incrustado” entre los movimientos, éstos no tienen porque estar junto a MORENA. ¿O acaso puede considerarse justo? Tampoco el PRI, el PAN o en PRD participan con los movimientos, pero éstos tienen muchos millones de pesos para comprar a los medios de información y para comprar conciencias y votos. No hay duda que aquí está la diferencia entre un partido real y los que históricamente ha vivido el país. El que MORENA sea un partido honesto no depende de los consejos de honestidad, decencia o bondad, o que sea un partido místico o “del amor”. Depende de que esté planteando los problemas del pueblo mexicano y lo esté acompañando en sus luchas. A pesar de que es lo único que queda ahora con posibilidades de movimiento de masas, esa confianza muy pronto puede perderse si MORENA sigue caminando como partido tradicional y, sobre todo, deslindándose de las corrientes no electoreras que crecen.
6. Se tiene la convicción de que el poder y el gobierno en el sistema capitalista están en manos de los más hábiles y deshonestos, de los que han podido adaptarse mejor en el sistema de opresión, de los que han sabido aprovechar todas las coyunturas sociales para obtener beneficios personales o de grupo. Parece que la honestidad no tiene cabida en la política burguesa dominante; por lo menos no conozco a ningún político de gobierno o aspirante a ello, que lo sea. La izquierda radical o real (la que se identifica plenamente con los trabajadores) cuando ha llegado a algún cargo público ha renunciado con dignidad o se ha pasado todo el tiempo quejándose por el papel vergonzoso que realiza; pero el 99 por ciento de los que batallan por obtener un cargo y lo logran, se la pasan muy contentos llevándose a la bolsa el equivalente de 200 salarios mínimos oficiales.
7. Cuando en 1977 lanzó la llamada reforma política el gobierno de López Portillo no fue un simple “palomazo” sino que fue muy pensada y estructurada para entretener con ello a la oposición. No pensó el gobierno sólo en regalar subsidios en dinero, así como diputaciones, senadurías, gubernaturas, incluso la Presidencia de la República a cambio de incrementar los votos, sino que también pensó -.en primer lugar- en desarticular a la izquierda radicalizada comprometiéndola a respetar el sistema económico, el sistema político y el sistema electoral poniendo como indispensable el registro de partidos y un millón de gestiones burocráticas legales que obligan a los partidos a no hacer trabajo social. ¿Mientras MORENA se organiza, se registra, decide candidaturas, hace mil trámites, le quedará tiempo para impulsar los movimientos de masas? (23/XI/12)
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¡Alerta: Maíz de Monsanto a Costa Rica!
Convocatoria para manifestar oposición a la siembra en Costa Rica de maíz genéticamente modificado o transgénico de la compañía transnacional Monsanto.
Estos permisos están en trámite para ser aprobados el lunes 3 de diciembre de 2012 por parte de la Comisión Técnica Nacional de Biodiversidad del Ministerio de Agricultura y Ganadería.
El maíz trasngénico de Monsanto ha sido prohibido en varios países europeos, y muchos estudios han evidenciado sus efectos cancerígenos en ratas de laboratorio.
En otros países donde se ha introducido este maíz, se ha generado contaminación de las especies criollas y problemas en materia de propiedad intelectual del maíz contaminado. Se teme que este maíz pueda hacer lo mismo con las formas criollas del maíz criollo de la provincia de Guanacaste. Es el momento para manifestar desacuerdo ante la magnitud del problema y la falta de una suficiente discusión nacional sobre sus implicaciones.
http://www.ecoportal.net/Videos/!Alerta_Maiz_de_Monsanto_viene_a_Costa_Rica!
Estos permisos están en trámite para ser aprobados el lunes 3 de diciembre de 2012 por parte de la Comisión Técnica Nacional de Biodiversidad del Ministerio de Agricultura y Ganadería.
El maíz trasngénico de Monsanto ha sido prohibido en varios países europeos, y muchos estudios han evidenciado sus efectos cancerígenos en ratas de laboratorio.
En otros países donde se ha introducido este maíz, se ha generado contaminación de las especies criollas y problemas en materia de propiedad intelectual del maíz contaminado. Se teme que este maíz pueda hacer lo mismo con las formas criollas del maíz criollo de la provincia de Guanacaste. Es el momento para manifestar desacuerdo ante la magnitud del problema y la falta de una suficiente discusión nacional sobre sus implicaciones.
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Nicaragua recupera derechos usurpados durante más de 80 años
Toni Solo
Anncol
El 19 de noviembre es otra fecha a recordar para los estudiantes de Nicaragua y Colombia en sus futuras clases de la historia. En ese día del año en curso la Corte Internacional de Justicia confirmó la soberanía de Colombia sobre la isla de San Andres y sus asociadas islas y cayos. Pero también confirmó los derechos marítimos de Nicaragua, usurpados por Colombia desde 1928.
En aquel año, hace más de ochenta años, Nicaragua fue ocupada militarmente por los Estados Unidos. En 1930, el gobierno títere del país ratificó a regañadientes el tratado inconstitucional Bárcenas Meneses-Esguerra que entregó a Colombia la isla de San Andrés y el mar alrededor de la isla. Desde aquel entonces, Colombia se ha asignado de manera unilateral el meridiano 82 como su límite marítimo con Nicaragua. Ese derecho no figura aún en el controvertido tratado de 1928.
Historiadores nicaragüenses notan que el conflicto ya tiene más de 200 años de existir, desde el período de la colonia española antes de la independencia de Nicaragua. De allí, a lo largo del Siglo Diecinueve, Colombia afirmaba sus derechos no solamente a San Andrés sino también al territorio de la Costa Atlántica de Nicaragua. Después, de 1917 en adelante, Colombia trabajó con los Estados Unidos para ponerse de acuerdo sobre los términos de lo que llegó a ser el tratado de 1928, sin tomar en cuenta los precedentes legales bien establecidos en la región que favorecía a Nicaragua.
Hasta la dictadura de la familia Somoza retó al gobierno estadounidense por coludirse con Colombia en contra de los derechos marítimos de Nicaragua en el Caribe. Después de una disputa sobre los derechos de exploración petrolera en 1969, los gobiernos de Estados Unidos y Colombia intentaron en 1972 imponer el Tratado Saccio-Vázquez Carrizosa, que entregó a Colombia sin ninguna base legal derechos inexistentes de los Estados Unidos sobre el territorio marítimo nicaragüense. El régimen somocista logró frenar el tratado en el Congreso estadounidense que lo dejó sin ratificar.
Solo fue después de 1980, cuando la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional declaró nulo el Tratado de 1928, que Colombia convenció al gobierno del Presidente Reagan que se ratificara el tratado de 1972. Entonces, Colombia asumió como territorio propio los cayos de Quitasueño, Roncador y Serrano. Después en 1986, Colombia firmó otro tratado tendencioso, esta vez con Honduras, una vez más privando a Nicaragua de sus legítimos derechos marítimos.
Por casi cien años hasta la sentencia del Corte Internacional de Justicia del 19 de noviembre de este año, Colombia buscó de una manera agresiva establecer derechos ilegítimos de hecho sobre el territorio marítimo de Nicaragua. Bajo el patrocinio estadounidense, impuso sus derechos espurios por medio de su enormemente mayor capacidad militar. Fue en diciembre 2001, en los últimos días de la presidencia de Arnoldo Alemán, que Nicaragua inició el procedimiento legal en la Corte Internacional de Justicia para obtener una sentencia independiente para delimitar su territorio marítimo frente a las pretensiones de Colombia. Esta iniciativa dio continuidad al proceso iniciado en 1980 y seguido por todos los gobiernos nicaragüenses sucesivamente.
En diciembre 2007, la Corte Internacional de Justicia reconoció la validez del Tratado Bárcenas Meneses-Esguerra de 1928 en términos de la jurisdicción colombiana sobre la isla de San Andrés. Sin embargo, a la misma vez, la Corte confirmó que ese tratado no dio a Colombia el derecho de definir el meridiano 82 como su frontera marítima con Nicaragua. Tanto Colombia como Nicaragua aceptaron la autoridad y jurisdicción de la corte, lo que estuvieron obligados a hacer como signatarios al Pacto de Bogotá de 1948 que compromete a los Estados a resolver sus disputas por medios pacíficos.
Ahora, después de una década de procedimientos y deliberaciones, la Corte Internacional de Justicia ha emitido su sentencia. La CIJ ha revindicado la soberanía de Colombia sobre San Andrés y sus asociadas isletas y cayos. Pero también ha revindicado los legítimos derechos marítimos de Nicaragua. Después de explicar su metodología para establecer el límite marítimo entre Colombia y Nicaragua, el texto de la sentencia describe como se ha tratado el tema de la equidad y la proporcionalidad. Se lee así:
“la Corte nota que la línea de la delimitación tiene el efecto de dividir el área relevante entre las Partes en una razón de aproximadamente 1:3.44 a favor de Nicaragua, mientras la razón de las costas relevantes es de aproximadamente 1:8.2. Así que la pregunta es si, en las circunstancias del presente caso, esta desproporción es tal que haga el resultado no equitativo. La Corte concluye que, tomando en cuenta todas las circunstancias del presente caso, el resultado logrado por la delimitación marítima no sea desproporcionada de tal manera que crea un resultado no equitativo.”
Lo que significa esta sentencia es que Nicaragua ahora tiene jurisdicción sobre alrededor de 75,000 kilómetros cuadrados antes usurpados de manera unilateral a la fuerza por Colombia durante más de ochenta años. Ahora toca a Colombia retirar sus buques de guerra que han hostigado a los barcos nicaragüenses durante décadas. La Sentencia también quiere decir que Nicaragua tiene derechos aéreos sobre ese mismo territorio marítimo. Nicaragua ahora tiene los derechos exclusivos a los recursos marinos y otros recursos en el mar y la plataforma continental que la sentencia de la CIJ ha adjudicado al país.
Las reacciones de los dos gobiernos a la sentencia no podrían haber sido más diferentes. En Managua, el Presidente Daniel Ortega hizo una declaración pública en la que aceptó la sentencia a pesar de haber perdido el reclamo nicaragüense a San Andrés y sus asociadas isletas y cayos. El Presidente Ortega habló en presencia de todos los Presidentes y Cancilleres anteriores desde el triunfo de la revolución en 1979, con la excepción de Violeta Chamorro quien no atendió por motivo de problemas de salud. Los nicaragüenses de todas las opiniones políticas miran con alivio la sentencia porque pone fin de una manera positiva a su viejo reclamo contra el histórico expansionismo regional de Colombia.
La reacción fue muy diferente en Colombia. Allí, el Presidente Santos saludó la sentencia de la CIJ pero rechazó todos los elementos desfavorables para Colombia. Colombia ha sido dominada por un pequeño grupo de familias adineradas desde que logró la independencia de la colonia española. Comparten el racismo grosero típico de las élites de la región desde el Río Grande hasta Tierra del Fuego. Para ellas y ellos, el perder a manos de Nicaragua un territorio extenso del que se habían apropiado es una humillación nacional.
La opinión entre la elite gobernante de Colombia sugiere que van a rechazar la sentencia de la CIJ sean cuales sean las consecuencias. Saben que militarmente son mucho más fuertes que Nicaragua. Creen que tienen el respaldo incondicional de los Estados Unidos. Como sus aliados sionistas en Israel, saben muy bien que el roto sistema de las Naciones Unidas probablemente se demostrará impotente una vez más dado el veto de Estados Unidos en el Consejo de Seguridad.
El conflicto será una prueba dura de la viabilidad de las nuevas instituciones regionales como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y la Unión de Naciones Suramericanas. Para los aliados de Nicaragua en la Alianza Bolivariana de nuestras Américas, el conflicto será una prueba de la viabilidad del compromiso de sus países miembros con la diplomacia y el diálogo para dirimir disputas. Para el gobierno de los Estados Unidos y sus aliados de la OTAN es una excelente oportunidad para dividir, para dominar, como lo han hecho los países de Europa y los Estados Unidos a lo largo de la historia moderna latinoamericana.
De parte de Nicaragua, el Presidente Daniel Ortega ya ha hecho más que claro que nada cambiará para los habitantes de San Andrés y sus isletas vecinas en términos de su acceso al mar para pescar en las zonas ahora adjudicadas a Nicaragua. El gobierno de Nicaragua y sus aliados de los países del ALBA están a la espera de qué, al final, el gobierno de Colombia va a decidir a hacer. La sentencia de la CIJ es de cumplimiento obligatorio e inapelable.
El gobierno colombiano está valorando los costos y los beneficios de rechazar la sentencia de la CIJ. La duplicidad hipócrita y la adicción sádica al asesino uso de la fuerza armada han caracterizado la élite gobernante colombiana desde su independencia y la traición contra Simón Bolívar. Esa odiosa tradición histórica ha sido continua durante lás últimas seis décadas desde el asesinato de Jorge Eliecer Gaitan en 1948. Parece remota una aceptación oportuna por Colombia de la sentencia de la CIJ.
Fuente:
http://www.anncol.eu/index.php/opinion/toni-solo-nicaragua/238-toni-solo-nicaragua-archivo/840-debate-en-anncol-colombo-nica-nicaragua-recupera-derechos-usurpados-durante-mas-de-80-anos
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El 19 de noviembre es otra fecha a recordar para los estudiantes de Nicaragua y Colombia en sus futuras clases de la historia. En ese día del año en curso la Corte Internacional de Justicia confirmó la soberanía de Colombia sobre la isla de San Andres y sus asociadas islas y cayos. Pero también confirmó los derechos marítimos de Nicaragua, usurpados por Colombia desde 1928.
En aquel año, hace más de ochenta años, Nicaragua fue ocupada militarmente por los Estados Unidos. En 1930, el gobierno títere del país ratificó a regañadientes el tratado inconstitucional Bárcenas Meneses-Esguerra que entregó a Colombia la isla de San Andrés y el mar alrededor de la isla. Desde aquel entonces, Colombia se ha asignado de manera unilateral el meridiano 82 como su límite marítimo con Nicaragua. Ese derecho no figura aún en el controvertido tratado de 1928.
Historiadores nicaragüenses notan que el conflicto ya tiene más de 200 años de existir, desde el período de la colonia española antes de la independencia de Nicaragua. De allí, a lo largo del Siglo Diecinueve, Colombia afirmaba sus derechos no solamente a San Andrés sino también al territorio de la Costa Atlántica de Nicaragua. Después, de 1917 en adelante, Colombia trabajó con los Estados Unidos para ponerse de acuerdo sobre los términos de lo que llegó a ser el tratado de 1928, sin tomar en cuenta los precedentes legales bien establecidos en la región que favorecía a Nicaragua.
Hasta la dictadura de la familia Somoza retó al gobierno estadounidense por coludirse con Colombia en contra de los derechos marítimos de Nicaragua en el Caribe. Después de una disputa sobre los derechos de exploración petrolera en 1969, los gobiernos de Estados Unidos y Colombia intentaron en 1972 imponer el Tratado Saccio-Vázquez Carrizosa, que entregó a Colombia sin ninguna base legal derechos inexistentes de los Estados Unidos sobre el territorio marítimo nicaragüense. El régimen somocista logró frenar el tratado en el Congreso estadounidense que lo dejó sin ratificar.
Solo fue después de 1980, cuando la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional declaró nulo el Tratado de 1928, que Colombia convenció al gobierno del Presidente Reagan que se ratificara el tratado de 1972. Entonces, Colombia asumió como territorio propio los cayos de Quitasueño, Roncador y Serrano. Después en 1986, Colombia firmó otro tratado tendencioso, esta vez con Honduras, una vez más privando a Nicaragua de sus legítimos derechos marítimos.
Por casi cien años hasta la sentencia del Corte Internacional de Justicia del 19 de noviembre de este año, Colombia buscó de una manera agresiva establecer derechos ilegítimos de hecho sobre el territorio marítimo de Nicaragua. Bajo el patrocinio estadounidense, impuso sus derechos espurios por medio de su enormemente mayor capacidad militar. Fue en diciembre 2001, en los últimos días de la presidencia de Arnoldo Alemán, que Nicaragua inició el procedimiento legal en la Corte Internacional de Justicia para obtener una sentencia independiente para delimitar su territorio marítimo frente a las pretensiones de Colombia. Esta iniciativa dio continuidad al proceso iniciado en 1980 y seguido por todos los gobiernos nicaragüenses sucesivamente.
En diciembre 2007, la Corte Internacional de Justicia reconoció la validez del Tratado Bárcenas Meneses-Esguerra de 1928 en términos de la jurisdicción colombiana sobre la isla de San Andrés. Sin embargo, a la misma vez, la Corte confirmó que ese tratado no dio a Colombia el derecho de definir el meridiano 82 como su frontera marítima con Nicaragua. Tanto Colombia como Nicaragua aceptaron la autoridad y jurisdicción de la corte, lo que estuvieron obligados a hacer como signatarios al Pacto de Bogotá de 1948 que compromete a los Estados a resolver sus disputas por medios pacíficos.
Ahora, después de una década de procedimientos y deliberaciones, la Corte Internacional de Justicia ha emitido su sentencia. La CIJ ha revindicado la soberanía de Colombia sobre San Andrés y sus asociadas isletas y cayos. Pero también ha revindicado los legítimos derechos marítimos de Nicaragua. Después de explicar su metodología para establecer el límite marítimo entre Colombia y Nicaragua, el texto de la sentencia describe como se ha tratado el tema de la equidad y la proporcionalidad. Se lee así:
“la Corte nota que la línea de la delimitación tiene el efecto de dividir el área relevante entre las Partes en una razón de aproximadamente 1:3.44 a favor de Nicaragua, mientras la razón de las costas relevantes es de aproximadamente 1:8.2. Así que la pregunta es si, en las circunstancias del presente caso, esta desproporción es tal que haga el resultado no equitativo. La Corte concluye que, tomando en cuenta todas las circunstancias del presente caso, el resultado logrado por la delimitación marítima no sea desproporcionada de tal manera que crea un resultado no equitativo.”
Lo que significa esta sentencia es que Nicaragua ahora tiene jurisdicción sobre alrededor de 75,000 kilómetros cuadrados antes usurpados de manera unilateral a la fuerza por Colombia durante más de ochenta años. Ahora toca a Colombia retirar sus buques de guerra que han hostigado a los barcos nicaragüenses durante décadas. La Sentencia también quiere decir que Nicaragua tiene derechos aéreos sobre ese mismo territorio marítimo. Nicaragua ahora tiene los derechos exclusivos a los recursos marinos y otros recursos en el mar y la plataforma continental que la sentencia de la CIJ ha adjudicado al país.
Las reacciones de los dos gobiernos a la sentencia no podrían haber sido más diferentes. En Managua, el Presidente Daniel Ortega hizo una declaración pública en la que aceptó la sentencia a pesar de haber perdido el reclamo nicaragüense a San Andrés y sus asociadas isletas y cayos. El Presidente Ortega habló en presencia de todos los Presidentes y Cancilleres anteriores desde el triunfo de la revolución en 1979, con la excepción de Violeta Chamorro quien no atendió por motivo de problemas de salud. Los nicaragüenses de todas las opiniones políticas miran con alivio la sentencia porque pone fin de una manera positiva a su viejo reclamo contra el histórico expansionismo regional de Colombia.
La reacción fue muy diferente en Colombia. Allí, el Presidente Santos saludó la sentencia de la CIJ pero rechazó todos los elementos desfavorables para Colombia. Colombia ha sido dominada por un pequeño grupo de familias adineradas desde que logró la independencia de la colonia española. Comparten el racismo grosero típico de las élites de la región desde el Río Grande hasta Tierra del Fuego. Para ellas y ellos, el perder a manos de Nicaragua un territorio extenso del que se habían apropiado es una humillación nacional.
La opinión entre la elite gobernante de Colombia sugiere que van a rechazar la sentencia de la CIJ sean cuales sean las consecuencias. Saben que militarmente son mucho más fuertes que Nicaragua. Creen que tienen el respaldo incondicional de los Estados Unidos. Como sus aliados sionistas en Israel, saben muy bien que el roto sistema de las Naciones Unidas probablemente se demostrará impotente una vez más dado el veto de Estados Unidos en el Consejo de Seguridad.
El conflicto será una prueba dura de la viabilidad de las nuevas instituciones regionales como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y la Unión de Naciones Suramericanas. Para los aliados de Nicaragua en la Alianza Bolivariana de nuestras Américas, el conflicto será una prueba de la viabilidad del compromiso de sus países miembros con la diplomacia y el diálogo para dirimir disputas. Para el gobierno de los Estados Unidos y sus aliados de la OTAN es una excelente oportunidad para dividir, para dominar, como lo han hecho los países de Europa y los Estados Unidos a lo largo de la historia moderna latinoamericana.
De parte de Nicaragua, el Presidente Daniel Ortega ya ha hecho más que claro que nada cambiará para los habitantes de San Andrés y sus isletas vecinas en términos de su acceso al mar para pescar en las zonas ahora adjudicadas a Nicaragua. El gobierno de Nicaragua y sus aliados de los países del ALBA están a la espera de qué, al final, el gobierno de Colombia va a decidir a hacer. La sentencia de la CIJ es de cumplimiento obligatorio e inapelable.
El gobierno colombiano está valorando los costos y los beneficios de rechazar la sentencia de la CIJ. La duplicidad hipócrita y la adicción sádica al asesino uso de la fuerza armada han caracterizado la élite gobernante colombiana desde su independencia y la traición contra Simón Bolívar. Esa odiosa tradición histórica ha sido continua durante lás últimas seis décadas desde el asesinato de Jorge Eliecer Gaitan en 1948. Parece remota una aceptación oportuna por Colombia de la sentencia de la CIJ.
Fuente:
http://www.anncol.eu/index.php/opinion/toni-solo-nicaragua/238-toni-solo-nicaragua-archivo/840-debate-en-anncol-colombo-nica-nicaragua-recupera-derechos-usurpados-durante-mas-de-80-anos
Nicaragua recupera derechos usurpados durante más de 80 años
Toni Solo
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El 19 de noviembre es otra fecha a recordar para los estudiantes de Nicaragua y Colombia en sus futuras clases de la historia. En ese día del año en curso la Corte Internacional de Justicia confirmó la soberanía de Colombia sobre la isla de San Andres y sus asociadas islas y cayos. Pero también confirmó los derechos marítimos de Nicaragua, usurpados por Colombia desde 1928.
En aquel año, hace más de ochenta años, Nicaragua fue ocupada militarmente por los Estados Unidos. En 1930, el gobierno títere del país ratificó a regañadientes el tratado inconstitucional Bárcenas Meneses-Esguerra que entregó a Colombia la isla de San Andrés y el mar alrededor de la isla. Desde aquel entonces, Colombia se ha asignado de manera unilateral el meridiano 82 como su límite marítimo con Nicaragua. Ese derecho no figura aún en el controvertido tratado de 1928.
Historiadores nicaragüenses notan que el conflicto ya tiene más de 200 años de existir, desde el período de la colonia española antes de la independencia de Nicaragua. De allí, a lo largo del Siglo Diecinueve, Colombia afirmaba sus derechos no solamente a San Andrés sino también al territorio de la Costa Atlántica de Nicaragua. Después, de 1917 en adelante, Colombia trabajó con los Estados Unidos para ponerse de acuerdo sobre los términos de lo que llegó a ser el tratado de 1928, sin tomar en cuenta los precedentes legales bien establecidos en la región que favorecía a Nicaragua.
Hasta la dictadura de la familia Somoza retó al gobierno estadounidense por coludirse con Colombia en contra de los derechos marítimos de Nicaragua en el Caribe. Después de una disputa sobre los derechos de exploración petrolera en 1969, los gobiernos de Estados Unidos y Colombia intentaron en 1972 imponer el Tratado Saccio-Vázquez Carrizosa, que entregó a Colombia sin ninguna base legal derechos inexistentes de los Estados Unidos sobre el territorio marítimo nicaragüense. El régimen somocista logró frenar el tratado en el Congreso estadounidense que lo dejó sin ratificar.
Solo fue después de 1980, cuando la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional declaró nulo el Tratado de 1928, que Colombia convenció al gobierno del Presidente Reagan que se ratificara el tratado de 1972. Entonces, Colombia asumió como territorio propio los cayos de Quitasueño, Roncador y Serrano. Después en 1986, Colombia firmó otro tratado tendencioso, esta vez con Honduras, una vez más privando a Nicaragua de sus legítimos derechos marítimos.
Por casi cien años hasta la sentencia del Corte Internacional de Justicia del 19 de noviembre de este año, Colombia buscó de una manera agresiva establecer derechos ilegítimos de hecho sobre el territorio marítimo de Nicaragua. Bajo el patrocinio estadounidense, impuso sus derechos espurios por medio de su enormemente mayor capacidad militar. Fue en diciembre 2001, en los últimos días de la presidencia de Arnoldo Alemán, que Nicaragua inició el procedimiento legal en la Corte Internacional de Justicia para obtener una sentencia independiente para delimitar su territorio marítimo frente a las pretensiones de Colombia. Esta iniciativa dio continuidad al proceso iniciado en 1980 y seguido por todos los gobiernos nicaragüenses sucesivamente.
En diciembre 2007, la Corte Internacional de Justicia reconoció la validez del Tratado Bárcenas Meneses-Esguerra de 1928 en términos de la jurisdicción colombiana sobre la isla de San Andrés. Sin embargo, a la misma vez, la Corte confirmó que ese tratado no dio a Colombia el derecho de definir el meridiano 82 como su frontera marítima con Nicaragua. Tanto Colombia como Nicaragua aceptaron la autoridad y jurisdicción de la corte, lo que estuvieron obligados a hacer como signatarios al Pacto de Bogotá de 1948 que compromete a los Estados a resolver sus disputas por medios pacíficos.
Ahora, después de una década de procedimientos y deliberaciones, la Corte Internacional de Justicia ha emitido su sentencia. La CIJ ha revindicado la soberanía de Colombia sobre San Andrés y sus asociadas isletas y cayos. Pero también ha revindicado los legítimos derechos marítimos de Nicaragua. Después de explicar su metodología para establecer el límite marítimo entre Colombia y Nicaragua, el texto de la sentencia describe como se ha tratado el tema de la equidad y la proporcionalidad. Se lee así:
“la Corte nota que la línea de la delimitación tiene el efecto de dividir el área relevante entre las Partes en una razón de aproximadamente 1:3.44 a favor de Nicaragua, mientras la razón de las costas relevantes es de aproximadamente 1:8.2. Así que la pregunta es si, en las circunstancias del presente caso, esta desproporción es tal que haga el resultado no equitativo. La Corte concluye que, tomando en cuenta todas las circunstancias del presente caso, el resultado logrado por la delimitación marítima no sea desproporcionada de tal manera que crea un resultado no equitativo.”
Lo que significa esta sentencia es que Nicaragua ahora tiene jurisdicción sobre alrededor de 75,000 kilómetros cuadrados antes usurpados de manera unilateral a la fuerza por Colombia durante más de ochenta años. Ahora toca a Colombia retirar sus buques de guerra que han hostigado a los barcos nicaragüenses durante décadas. La Sentencia también quiere decir que Nicaragua tiene derechos aéreos sobre ese mismo territorio marítimo. Nicaragua ahora tiene los derechos exclusivos a los recursos marinos y otros recursos en el mar y la plataforma continental que la sentencia de la CIJ ha adjudicado al país.
Las reacciones de los dos gobiernos a la sentencia no podrían haber sido más diferentes. En Managua, el Presidente Daniel Ortega hizo una declaración pública en la que aceptó la sentencia a pesar de haber perdido el reclamo nicaragüense a San Andrés y sus asociadas isletas y cayos. El Presidente Ortega habló en presencia de todos los Presidentes y Cancilleres anteriores desde el triunfo de la revolución en 1979, con la excepción de Violeta Chamorro quien no atendió por motivo de problemas de salud. Los nicaragüenses de todas las opiniones políticas miran con alivio la sentencia porque pone fin de una manera positiva a su viejo reclamo contra el histórico expansionismo regional de Colombia.
La reacción fue muy diferente en Colombia. Allí, el Presidente Santos saludó la sentencia de la CIJ pero rechazó todos los elementos desfavorables para Colombia. Colombia ha sido dominada por un pequeño grupo de familias adineradas desde que logró la independencia de la colonia española. Comparten el racismo grosero típico de las élites de la región desde el Río Grande hasta Tierra del Fuego. Para ellas y ellos, el perder a manos de Nicaragua un territorio extenso del que se habían apropiado es una humillación nacional.
La opinión entre la elite gobernante de Colombia sugiere que van a rechazar la sentencia de la CIJ sean cuales sean las consecuencias. Saben que militarmente son mucho más fuertes que Nicaragua. Creen que tienen el respaldo incondicional de los Estados Unidos. Como sus aliados sionistas en Israel, saben muy bien que el roto sistema de las Naciones Unidas probablemente se demostrará impotente una vez más dado el veto de Estados Unidos en el Consejo de Seguridad.
El conflicto será una prueba dura de la viabilidad de las nuevas instituciones regionales como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y la Unión de Naciones Suramericanas. Para los aliados de Nicaragua en la Alianza Bolivariana de nuestras Américas, el conflicto será una prueba de la viabilidad del compromiso de sus países miembros con la diplomacia y el diálogo para dirimir disputas. Para el gobierno de los Estados Unidos y sus aliados de la OTAN es una excelente oportunidad para dividir, para dominar, como lo han hecho los países de Europa y los Estados Unidos a lo largo de la historia moderna latinoamericana.
De parte de Nicaragua, el Presidente Daniel Ortega ya ha hecho más que claro que nada cambiará para los habitantes de San Andrés y sus isletas vecinas en términos de su acceso al mar para pescar en las zonas ahora adjudicadas a Nicaragua. El gobierno de Nicaragua y sus aliados de los países del ALBA están a la espera de qué, al final, el gobierno de Colombia va a decidir a hacer. La sentencia de la CIJ es de cumplimiento obligatorio e inapelable.
El gobierno colombiano está valorando los costos y los beneficios de rechazar la sentencia de la CIJ. La duplicidad hipócrita y la adicción sádica al asesino uso de la fuerza armada han caracterizado la élite gobernante colombiana desde su independencia y la traición contra Simón Bolívar. Esa odiosa tradición histórica ha sido continua durante lás últimas seis décadas desde el asesinato de Jorge Eliecer Gaitan en 1948. Parece remota una aceptación oportuna por Colombia de la sentencia de la CIJ.
Fuente:
http://www.anncol.eu/index.php/opinion/toni-solo-nicaragua/238-toni-solo-nicaragua-archivo/840-debate-en-anncol-colombo-nica-nicaragua-recupera-derechos-usurpados-durante-mas-de-80-anos
Anncol
El 19 de noviembre es otra fecha a recordar para los estudiantes de Nicaragua y Colombia en sus futuras clases de la historia. En ese día del año en curso la Corte Internacional de Justicia confirmó la soberanía de Colombia sobre la isla de San Andres y sus asociadas islas y cayos. Pero también confirmó los derechos marítimos de Nicaragua, usurpados por Colombia desde 1928.
En aquel año, hace más de ochenta años, Nicaragua fue ocupada militarmente por los Estados Unidos. En 1930, el gobierno títere del país ratificó a regañadientes el tratado inconstitucional Bárcenas Meneses-Esguerra que entregó a Colombia la isla de San Andrés y el mar alrededor de la isla. Desde aquel entonces, Colombia se ha asignado de manera unilateral el meridiano 82 como su límite marítimo con Nicaragua. Ese derecho no figura aún en el controvertido tratado de 1928.
Historiadores nicaragüenses notan que el conflicto ya tiene más de 200 años de existir, desde el período de la colonia española antes de la independencia de Nicaragua. De allí, a lo largo del Siglo Diecinueve, Colombia afirmaba sus derechos no solamente a San Andrés sino también al territorio de la Costa Atlántica de Nicaragua. Después, de 1917 en adelante, Colombia trabajó con los Estados Unidos para ponerse de acuerdo sobre los términos de lo que llegó a ser el tratado de 1928, sin tomar en cuenta los precedentes legales bien establecidos en la región que favorecía a Nicaragua.
Hasta la dictadura de la familia Somoza retó al gobierno estadounidense por coludirse con Colombia en contra de los derechos marítimos de Nicaragua en el Caribe. Después de una disputa sobre los derechos de exploración petrolera en 1969, los gobiernos de Estados Unidos y Colombia intentaron en 1972 imponer el Tratado Saccio-Vázquez Carrizosa, que entregó a Colombia sin ninguna base legal derechos inexistentes de los Estados Unidos sobre el territorio marítimo nicaragüense. El régimen somocista logró frenar el tratado en el Congreso estadounidense que lo dejó sin ratificar.
Solo fue después de 1980, cuando la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional declaró nulo el Tratado de 1928, que Colombia convenció al gobierno del Presidente Reagan que se ratificara el tratado de 1972. Entonces, Colombia asumió como territorio propio los cayos de Quitasueño, Roncador y Serrano. Después en 1986, Colombia firmó otro tratado tendencioso, esta vez con Honduras, una vez más privando a Nicaragua de sus legítimos derechos marítimos.
Por casi cien años hasta la sentencia del Corte Internacional de Justicia del 19 de noviembre de este año, Colombia buscó de una manera agresiva establecer derechos ilegítimos de hecho sobre el territorio marítimo de Nicaragua. Bajo el patrocinio estadounidense, impuso sus derechos espurios por medio de su enormemente mayor capacidad militar. Fue en diciembre 2001, en los últimos días de la presidencia de Arnoldo Alemán, que Nicaragua inició el procedimiento legal en la Corte Internacional de Justicia para obtener una sentencia independiente para delimitar su territorio marítimo frente a las pretensiones de Colombia. Esta iniciativa dio continuidad al proceso iniciado en 1980 y seguido por todos los gobiernos nicaragüenses sucesivamente.
En diciembre 2007, la Corte Internacional de Justicia reconoció la validez del Tratado Bárcenas Meneses-Esguerra de 1928 en términos de la jurisdicción colombiana sobre la isla de San Andrés. Sin embargo, a la misma vez, la Corte confirmó que ese tratado no dio a Colombia el derecho de definir el meridiano 82 como su frontera marítima con Nicaragua. Tanto Colombia como Nicaragua aceptaron la autoridad y jurisdicción de la corte, lo que estuvieron obligados a hacer como signatarios al Pacto de Bogotá de 1948 que compromete a los Estados a resolver sus disputas por medios pacíficos.
Ahora, después de una década de procedimientos y deliberaciones, la Corte Internacional de Justicia ha emitido su sentencia. La CIJ ha revindicado la soberanía de Colombia sobre San Andrés y sus asociadas isletas y cayos. Pero también ha revindicado los legítimos derechos marítimos de Nicaragua. Después de explicar su metodología para establecer el límite marítimo entre Colombia y Nicaragua, el texto de la sentencia describe como se ha tratado el tema de la equidad y la proporcionalidad. Se lee así:
“la Corte nota que la línea de la delimitación tiene el efecto de dividir el área relevante entre las Partes en una razón de aproximadamente 1:3.44 a favor de Nicaragua, mientras la razón de las costas relevantes es de aproximadamente 1:8.2. Así que la pregunta es si, en las circunstancias del presente caso, esta desproporción es tal que haga el resultado no equitativo. La Corte concluye que, tomando en cuenta todas las circunstancias del presente caso, el resultado logrado por la delimitación marítima no sea desproporcionada de tal manera que crea un resultado no equitativo.”
Lo que significa esta sentencia es que Nicaragua ahora tiene jurisdicción sobre alrededor de 75,000 kilómetros cuadrados antes usurpados de manera unilateral a la fuerza por Colombia durante más de ochenta años. Ahora toca a Colombia retirar sus buques de guerra que han hostigado a los barcos nicaragüenses durante décadas. La Sentencia también quiere decir que Nicaragua tiene derechos aéreos sobre ese mismo territorio marítimo. Nicaragua ahora tiene los derechos exclusivos a los recursos marinos y otros recursos en el mar y la plataforma continental que la sentencia de la CIJ ha adjudicado al país.
Las reacciones de los dos gobiernos a la sentencia no podrían haber sido más diferentes. En Managua, el Presidente Daniel Ortega hizo una declaración pública en la que aceptó la sentencia a pesar de haber perdido el reclamo nicaragüense a San Andrés y sus asociadas isletas y cayos. El Presidente Ortega habló en presencia de todos los Presidentes y Cancilleres anteriores desde el triunfo de la revolución en 1979, con la excepción de Violeta Chamorro quien no atendió por motivo de problemas de salud. Los nicaragüenses de todas las opiniones políticas miran con alivio la sentencia porque pone fin de una manera positiva a su viejo reclamo contra el histórico expansionismo regional de Colombia.
La reacción fue muy diferente en Colombia. Allí, el Presidente Santos saludó la sentencia de la CIJ pero rechazó todos los elementos desfavorables para Colombia. Colombia ha sido dominada por un pequeño grupo de familias adineradas desde que logró la independencia de la colonia española. Comparten el racismo grosero típico de las élites de la región desde el Río Grande hasta Tierra del Fuego. Para ellas y ellos, el perder a manos de Nicaragua un territorio extenso del que se habían apropiado es una humillación nacional.
La opinión entre la elite gobernante de Colombia sugiere que van a rechazar la sentencia de la CIJ sean cuales sean las consecuencias. Saben que militarmente son mucho más fuertes que Nicaragua. Creen que tienen el respaldo incondicional de los Estados Unidos. Como sus aliados sionistas en Israel, saben muy bien que el roto sistema de las Naciones Unidas probablemente se demostrará impotente una vez más dado el veto de Estados Unidos en el Consejo de Seguridad.
El conflicto será una prueba dura de la viabilidad de las nuevas instituciones regionales como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y la Unión de Naciones Suramericanas. Para los aliados de Nicaragua en la Alianza Bolivariana de nuestras Américas, el conflicto será una prueba de la viabilidad del compromiso de sus países miembros con la diplomacia y el diálogo para dirimir disputas. Para el gobierno de los Estados Unidos y sus aliados de la OTAN es una excelente oportunidad para dividir, para dominar, como lo han hecho los países de Europa y los Estados Unidos a lo largo de la historia moderna latinoamericana.
De parte de Nicaragua, el Presidente Daniel Ortega ya ha hecho más que claro que nada cambiará para los habitantes de San Andrés y sus isletas vecinas en términos de su acceso al mar para pescar en las zonas ahora adjudicadas a Nicaragua. El gobierno de Nicaragua y sus aliados de los países del ALBA están a la espera de qué, al final, el gobierno de Colombia va a decidir a hacer. La sentencia de la CIJ es de cumplimiento obligatorio e inapelable.
El gobierno colombiano está valorando los costos y los beneficios de rechazar la sentencia de la CIJ. La duplicidad hipócrita y la adicción sádica al asesino uso de la fuerza armada han caracterizado la élite gobernante colombiana desde su independencia y la traición contra Simón Bolívar. Esa odiosa tradición histórica ha sido continua durante lás últimas seis décadas desde el asesinato de Jorge Eliecer Gaitan en 1948. Parece remota una aceptación oportuna por Colombia de la sentencia de la CIJ.
Fuente:
http://www.anncol.eu/index.php/opinion/toni-solo-nicaragua/238-toni-solo-nicaragua-archivo/840-debate-en-anncol-colombo-nica-nicaragua-recupera-derechos-usurpados-durante-mas-de-80-anos
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