lunes, 18 de marzo de 2019

NICARAGUA: Moisés Absalon Pastora le contesta a Luis Enrique Mejía Godoy


"Vos me acusas de oportunista. Vos que te regalaste por miserable cuatro chelines a los cheles; vos que entre canto y canto a los muertos que nunca lloraste bebías su sangre entre copa y copa a cambio de todo lo que disfrutabas cuando eras un camarada en el poder y ademas trotamundo de una revolución que decías que era tuya y de la que hoy reniegas porque tu resentimiento rebasó cuando otros cantores superaron tus letanías. Yo siempre tuve la entereza de encarar públicamente los errores que desde tu revolución se cometieron como igual la tuve para reconocer las muchas cosas buenas y la transformación que vive nicaragua desde el 2007 a esta parte, pero vos qué hiciste te regalaste al imperio, te vendiste a los gringos a los que antes considerabas enemigo de la humanidad y con el que te revuelcas hoy con todo y guitarra a cambio de destruir este país. A mí me resbala que me digan oportunista, porque felizmente sigo siendo el mismo liberal de ayer, pero de lo que nunca me van a causar es de traidor, de Judas, de Caín, de pedir la agresión contra mi país porque eso equivale a pedir que golpeen a la mujer que es la autora de tus días".

ONG de empresarios privados recibieron fondos de la CIA para intento de golpe en Nicaragua

La National Endowment for Democracy (NED), organismo norteamericano creado como el brazo civil de la Central de Inteligencia Americana (CIA), entregó más de medio millón de dólares a Hagamos Democracia (HADEMOS), en un lapso de cinco años. En abril de 2018, parte de ese dinero fue entregado a los cabecillas de los tranques de la muerte a fin de fortalecerlos.

La NED es una de tantas agencias gringas que se han arrogado el derecho de “fiscalizar” a Nicaragua a través de opositores serviles locales, entre ellos medios de comunicación y periodistas que han visto crecer súbitamente su patrimonio personal.

Un total de US$ 521,222 fueron entregados entre 2014 y 2018 a Hagamos Democracia, cuya cabeza visible es Luciano García, quien huyó del país al saberse descubierto. En abril de 2018, al darse el sangriento intento de golpe de Estado, la NED fortaleció con US$ 100,000 el desembolso a García, quien el año anterior había recibido US$ 80,000 para operar contra el gobierno.

La fachada de la NED en este caso para su injerencia en los asuntos internos de Nicaragua, fue el proyecto “Promociones Legislativa, Supervisión de Elecciones Justa y Libres”, cuyo fin era descalificar el proceso Electoral, promover reformas a la ley de la materia, realizar marchas, plantones y campañas mediáticas contra funcionarios del Poder Electoral.

Cuando los obispos mañosamente solicitaron al presidente Daniel Ortega que acuartelara a la Policía a fin de facilitar un arreglo pacífico, en una acción orquestada con los golpistas del MRS, ONG opositoras, empresarios y demás golpistas, la NED se apresuró a entregar dinero extra presupuestario a diversos grupos terroristas, entre ellos HADEMOS.

Luciano García Mejía Director Ejecutivo de HADEMOS, entregó a Lenes Fonseca, directivo mediante cheque BAC entrego a Lener Fonseca, directivo del Consejo Nacional en Defensa de Nuestras Tierras Lagos y Soberanía, Consejo No Canal, la suma de 300,000 córdobas para fortalecer los tranques a cargo de Medardo Mairena y Francisca Ramírez.

Fonseca, miembro del Consejo Nacional por la Defensa de la Tierra, Lago y Soberanía, que se opone a la construcción del canal interoceánico por Nicaragua, fue capturado en noviembre, tras comprobarse su participación activa en los tranques y en otras acciones criminales.

Lener Fonseca se encuentra actualmente detenido y es uno de los cabecillas anticanal que aprobó desde la cárcel la defenestración de Francisca Ramírez, una importante ficha del MRS que se erigió en “comandanta” durante el fallido golpe de Estado.

http://corazondeamerica.info/2019/03/08/ong-de-empresarios-privados-recibieron-fondos-de-la-cia-para-intento-de-golpe-en-nicaragua/?fbclid=IwAR0BIcqX5wHQaGLt5zH_vsnKaObu4dsihzXTKDgd6Wfu_VSZJAVUUuaI-Rc

Trump tiene un objetivo: acabar con el chavismo

Alex Anfruns
Investigaction

La administración Trump volverá al hábito de sus predecesores en la política regional, en particular contando con el papel cada vez más activo de la Organización de Estados Americanos (OEA), pero también tratando de involucrar a los nuevos gobiernos de derecha de la región para que trabajen juntos en un ataque colectivo contra Venezuela, como lo demuestran las tres giras de Mike Pence por América Latina y la más reciente de Mike Pompeo.

Ocho meses después de las elecciones presidenciales de mayo de 2018, que designaron a Nicolás Maduro como el ganador con más de 6 millones de votos (67,8% y 46% de participación), los intentos de deslegitimar a su gobierno aumentaron este mes de enero. Aunque democráticamente elegido, el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela está siendo desafiado por una parte de la oposición…. ¡que se negó a participar en las elecciones!

Enero, el mes de todas las resoluciones

Por mal que les pese a algunos, el 10 de enero, el Presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, asumió oficialmente su cargo. Inmediatamente, la OEA (Organización de Estados Americanos) lo declaró “ilegítimo” en una declaración que fue incansablemente difundida por los medios de comunicación. No es banal observar que la OEA, con sede en Washington, esté presidida por un Luis Almagro repudiado por su propio partido en Uruguay, así como por todas las fuerzas progresistas del continente. Cabe destacar que el nuevo gobierno de Andrés Manuel López Obrador rechazó la injerencia y envió a un representante mexicano a la investidura, al tiempo que explicó que el respeto a la soberanía es un principio sagrado regido por la Constitución mexicana.

Al día siguiente, antes de hacer lo mismo con el gobierno nicaragüense (elegido con el 72% de los votos y el 68% de los votos), la OEA se reunió para declarar que el voto de más de 6 millones de venezolanos en las elecciones de 2018 no tendía el menor valor, contradiciendo a observadores tan improbables como el ex presidente Jimmy Carter, cuya fundación participó en los muchos procesos electorales de Venezuela y calificó a su sistema de “el mejor del mundo”.

El 15 de enero, el Presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Juan Guaidó, inauguró su primera sesión destacándose como la figura principal de la oposición y proponiendo, en el primer punto de la sesión, declarar que el presidente Nicolás Maduro fuese considerado como un “usurpador”. ¿El segundo punto? Alentar a los militares a un golpe de Estado. Muy ordinario todo ello.

Después del fallido levantamiento de un grupo de soldados el lunes 21 de enero, que coincidió con el reciente llamado a deslegitimar al gobierno venezolano por parte del presidente de la oposición en la Asamblea Nacional y las amenazas recurrentes de Estados Unidos, el miércoles 23 de enero se llevaron a cabo sendas marchas de la oposición y de chavistas en Caracas. En los días anteriores, hubo episodios de violencia dirigidos, como los desperfectos al Centro Cultural Robert Serra, nombrado en homenaje al asesinato de un joven diputado chavista. En las redes sociales, los usuarios compartieron una foto de un busto de Chávez colgado de un alambre, otro símbolo del discurso de odio que tampoco perdona a los periodistas. Efectivamente, Madeleine Garcia, una reportera de TeleSUR que se ha dado a conocer por su numerosa cobertura de las crisis políticas sobre el terreno, es designada como objetivo por su supuesta complicidad con la “dictadura”. El día anterior a la marcha, se registraron 4 muertos en enfrentamientos y saqueos.

¿Y ahora qué? No se excluye que la oposición trate de aprovechar un nuevo ciclo de confrontación y violencia para intentar un nuevo golpe de Estado con el apoyo de medios de comunicación internacionales a través de noticias falsas, como fue el caso en abril de 2002. En ese caso, es probable que Estados Unidos esté dispuesto a “ayudar al pueblo de Venezuela a restaurar la democracia”.



La tradición golpista de la oposición

Desde la muerte de Hugo Chávez el 5 de marzo de 2013, la oposición ha utilizado todos los métodos posibles para evitar la continuidad del chavismo. Ya durante las primeras elecciones de Nicolás Maduro contra Enrique Capriles, había pedido a sus votantes que salieran a la calle después de que se hicieran públicos los resultados que proclamaban la ventaja de Maduro sobre él. El resultado fueron 7 muertes. Esta reacción no sería aceptada en la mayoría de los países, y la oposición que actuara de esta manera sería culpable de una falta de ética en el proceso electoral y una actitud contraria a la separación de poderes. Pero sea lo que sea que haga, independientemente de la gravedad y las consecuencias, la oposición a Venezuela parece confiar en los favores de la opinión pública internacional.

Pocos meses después, a finales de 2013, Leopoldo López, líder de un partido clasificado en la extrema derecha del espectro político, lanzó abiertamente un llamamiento a la insurrección, “La Salida”. Siguiendo un patrón similar al de las revoluciones de color en Europa del Este, López inauguró un ciclo de manifestaciones presentadas como pacíficas, con una avalancha mediática de “falsas noticias” que escondieron su verdadero carácter violento. El resultado: 43 muertos y más de 800 heridos. Pocos meses después del fracaso de este intento de golpe de Estado, el presidente Barack Obama intervendrá a principios de 2015 para activar un decreto que considera a Venezuela como una “amenaza extraordinaria para la seguridad nacional de Estados Unidos”. Esta afirmación forma parte de la tradicional injerencia estadounidense en lo que sus élites han considerado desde 1823 como su “patio trasero”, como fue claramente establecido por la doctrina Monroe.

En las elecciones parlamentarias de diciembre de 2015, la oposición venezolana obtuvo la mayoría de votos en la Asamblea Nacional por primera vez desde la elección de Hugo Chávez. Aunque la oposición anunció el riesgo de fraude electoral en las semanas anteriores a la votación, no impugnó el resultado de las elecciones cuando la designó como ganadora. Sin embargo, tras algunas denuncias de irregularidades, la Corte Suprema de Justicia invalidó la elección de tres diputados de la oposición que se habrían beneficiado de un sistema basado en la compra de votos. A pesar de que, según la Constitución, la Asamblea Nacional está sujeta a las decisiones judiciales de la Corte Suprema, su entonces presidente, Julio Borges, abrió la sesión con la juramentación de los diputados en cuestión. No contento con tomar posesión, la oposición declaró que no aplicaría las decisiones tomadas por el poder ejecutivo, considerando que el gobierno de Maduro era ilegítimo y que sus días estaban contados. Sin embargo, una vez más, el papel que la Constitución otorga a la Asamblea Nacional es asegurar el funcionamiento normal de las políticas públicas mediante la aprobación de las orientaciones generales del poder ejecutivo. Desde entonces, el gobierno ha acusado a la oposición de haberse establecido en una situación de “desacato”.

Sin tener un segundo de respiro, 2016 fue el año en el que la situación económica del país se deterioró de manera decisiva, principalmente debido a un modelo económico basado en la dependencia del precio internacional del petróleo para la exportación. Los intentos de estabilización en el seno de la OPEP tardarán en dar algunos resultados. Paralelamente, se observaron mecanismos de “guerra económica”, como el que se libró contra el Chile de Allende o la Nicaragua sandinista, pero fueron minimizados o incluso considerados como un argumento falaz por los críticos del chavismo.

Sin embargo, mientras tanto las sanciones financieras aumentaban en número, y la llegada de Donald Trump como presidente de Estados Unidos a finales de 2016 no iba a ser una excepción a la regla. La administración Trump volverá al hábito de sus predecesores en la política regional, en particular contando con el papel cada vez más activo de la Organización de Estados Americanos (OEA), pero también tratando de involucrar a los nuevos gobiernos de derecha de la región para que trabajen juntos en un ataque colectivo contra Venezuela, como lo demuestran las tres giras de Mike Pence por América Latina y la más reciente de Mike Pompeo.

En la primavera de 2017, la oposición volvió a las andadas repitiendo el plan de 2014, contando esta vez con el descontento popular que se esperaba que suscitara el deterioro económico. El número de víctimas fue aún mayor que en la última crisis, con 131 muertos esta vez.

Pero esa estrategia demostró ser otro fracaso. Por un lado, gracias a la iniciativa gubernamental de los CLAPs (Comités Locales de Abastecimiento Popular) para enfrentar las dificultades de la población. Por otra parte, las medidas sociales continuaron, como lo demuestra la entrega de dos millones y medio de nuevas viviendas, como parte de la “Gran Misión Vivienda” iniciada en 2011. Sobre todo, Maduro tuvo la audacia de detener este nuevo ciclo de violencia solicitando la participación ciudadana a través de la convocatoria de un referéndum a favor de una Asamblea Constituyente. Logró movilizar a la población en favor de la paz y del retorno a la normalidad democrática.

Dividida, la oposición tuvo que replegarse en sí misma y fue sorprendida por aquel golpe maestro. A pesar de las rivalidades internas y de la indecisión sobre la necesidad de representar sus intereses, la oposición volvió a refugiarse en una posición de negación ante el anuncio de las nuevas elecciones presidenciales de 2018. Observando que aún existía el apoyo popular al chavismo, Trump afirmó entonces que Estados Unidos tenía una “opción militar” para Venezuela. El año pasado, funcionarios estadounidenses admitieron que “el gobierno de Trump mantuvo reuniones secretas con militares rebeldes venezolanos para discutir sus planes de derrocar al presidente Nicolás Maduro”.

La Estrategia del Caos para el Caribe

Después de la huida al extranjero de algunas figuras de la oposición, como Julio Borges y Antonio Ledezma, Venezuela se enfrenta constantemente a una campaña mediática destinada a establecer en la opinión pública internacional la idea de que este país es una dictadura.

El nuevo Presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Juan Guaidó, por lo tanto, no improvisa cuando, el 15 de enero, inaugura la primera agenda de la Asamblea Nacional, con el objetivo de un “acuerdo sobre la declaración de usurpación de la Presidencia de la República y la aplicación de la Constitución para restituirla” en el primer punto, y un “decreto para otorgar amnistía y garantías constitucionales a los militares y civiles que contribuyan a defender la Constitución” en el segundo punto.

El martes 23, en un mensaje de flagrante injerencia, el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, alentó a parte del pueblo venezolano a salir a las calles para “restaurar la democracia y la libertad”. En otras palabras, destruir a Venezuela, como a otros países del Sur. Después de tantas intervenciones, ¿la democracia perfecta que Estados Unidos quiere ver emerger sería similar a la de Ucrania, Honduras, Libia o Afganistán? En este momento, no es ningún secreto que el multilateralismo de la ONU no es del gusto de los Estados Unidos. La ilusión que algunas personas tenían en la gestión del presidente Obama se ha hecho añicos. Su promesa de cerrar Guantánamo fue una cortina de humo.

En muchos países europeos, Venezuela sirvió como espantapájaros para asustar a los votantes, haciendo creer a quienes estuvieran tentados por un candidato progresista que la experiencia bolivariana no había beneficiado a su pueblo de ninguna manera. Al actuar de esta manera caricaturesca, la derecha internacional y sus medios de comunicación han ocultado deliberadamente los hechos indiscutibles sobre la reducción de las desigualdades sociales que han caracterizado la política del gobierno venezolano, como el derecho a la vivienda o a la educación. Centrándose en la realidad de los problemas económicos y sus aspectos sensacionalistas, en lugar de tratar de explicar las complejas razones de esta situación, los medios de comunicación han creado la imagen de una Venezuela sumida en el caos con fines políticos.

La oposición política de Venezuela, ahora representada por Juan Guaidó, no sólo acoge con los brazos abiertos cualquier apoyo externo, es decir, lo que empieza a ser ya una tradición de injerencia, sino que ¡ depende de ella para sobrevivir! El hecho de que la UE, el Gobierno francés y otros adopten una postura tan clara contra el Derecho internacional y la soberanía, de la que dependen la paz y el pleno respeto de los derechos humanos, es algo que debería preocuparnos enormemente.

Cuando algunos medios de comunicación asumen por su cuenta la autoproclamación de un opositor de Venezuela que niega la separación de poderes y la Constitución, y justifica su petición de apoyo externo, eso no se llama información, sino propaganda de guerra.

La humanidad está pasando por tiempos difíciles. El derecho a una información justa y objetiva es asunto de todos. Después de tantas guerras y golpes de estado hechos posibles por nuestros gobiernos y cuyo balance nunca se ha hecho, la expresión de la solidaridad entre los indignados, rebeldes, chalecos rojos/amarillos, los luchadores y resistentes de nuestros países y los de los pueblos amenazados de América Latina es la menor de las posibilidades que nos quedan.

Fuente: http://www.investigaction.net/es/trump-tiene-un-objetivo-acabar-con-el-chavismo/

Adiós Guaidó

Ángel Guerra Cabrera
Rebelión

La agresión de potencias extranjeras brinda a los pueblos en revolución la posibilidad de elevar su conciencia política y autoestima, aumentar su voluntad y cultura de resistencia y comprobar su capacidad de vencer a enemigos muy poderosos. O se fortalecen frente a la intervención, o son derrotadas por ella y por la contrarrevolución. El pueblo venezolano se ha fogueado en casi dos décadas de fiera hostilidad del imperialismo de Estados Unidos, sus aliados y lacayos. Ha sido atacado en múltiples frentes como la guerra económica, la guerra mediática y la guerra eléctrica, en el contexto de la táctica de golpe continuado y guerra irregular, o híbrida. Pero ha salido victorioso y con la moral alta después de cada ataque.

Las últimas dos grandes arremetidas del gobierno colonialista y neofascista de Donald Trump contra Venezuela han resultado un completo fracaso. Pero la pandilla de maleantes encargada de la política imperial hacia América Latina y el Caribe llegó a soñar conque el liderazgo del presidente Nicolás Maduro y el edificio de la Revolución Bolivariana implosionarían el 23 de febrero, o que, en el peor de los casos, lo harían a consecuencia del mayor y más prolongado sabotaje terrorista contra el sistema electro-energético de Venezuela y, probablemente, de nación alguna, que apagó al país casi una semana. O debido a las dos embestidas sumadas. De lo que sí no hay duda es que ambas agresiones han ocasionado graves consecuencias económicas y humanas en una población sometida ya a los rigores de la guerra económica y al estrés generado por una de las más intensas y prolongadas campañas de terrorismo comunicacional contra un país.

Hay que insistir en la considerable envergadura de la victoria del 23F, una proeza del chavismo civil y militar, que unido y cohesionado impidió la introducción, con derroche de violencia paramilitar y mercenaria, de la llamada ayuda humanitaria, a través de las fronteras terrestres. El chavismo derrotó una tremenda amenaza de violación de la soberanía venezolana por parte de Estados Unidos, de varias naciones europeas y de los gobiernos lacayos del imperialismo en nuestra región.

El gran apagón fue planeado y ejecutado desde las entrañas del imperialismo yanqui, aunque al parecer con cooperación desde adentro del sistema eléctrico venezolano, y el modus operandi durante esos días y los anteriores del grupo neofascista compuesto por Trump, Pence, Bolton, Pompeo, Rubio y Abrams evidencia que el sabotaje formaba parte del plan de guerra sicológica previo a la eventual intervención militar, que estaban informados en detalle sobre él y que trataron de sacar el máximo provecho a la gravísima situación creada para sus planes de derrocamiento de Maduro.

Venezuela no ha vivido una tragedia de gran proporción en estos días de apagón gracias al heroísmo, el temple, la paciencia, la disciplina, la solidaridad mutua y la alta conciencia patriótica de la unidad cívico-militar. Si con la agresión del 23F no lograron quebrar a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana ni al chavismo civil, con el sabotaje terrorista no consiguieron caotizar y desarticular al pueblo ni crear nada parecido a una rebelión. No había agua, ni combustible, la comida se fermentaba, las escuelas y centros de trabajo fueron cerrados, el metro y gran parte del trasporte colapsaron, la atención a los pacientes en algunos hospitales tuvo baches hasta que fueron instalados grupos electrógenos en los que no los tenían. No obstante, no se produjo una sola defunción a consecuencia del apagón aunque las bocinas mediáticas llegaron a mencionar cerca de 300 personas muertas, de ellas 80 recién nacidos. Y no hubo defunciones porque las autoridades adoptaron medidas drásticas para asegurar la continuidad del servicio en los centros asistenciales. ¿Quién puede negar que este sabotaje constituye un crimen de lesa humanidad del gobierno de Trump?

Por su parte, el payaso títere Guaidó siguió volatilizándose, despareciendo políticamente hasta no poder reunir más que un grupito de personas en la supuesta gran marcha que convocó para el martes 12. Nunca tuvo gran convocatoria, lo suyo es el apoyo yanqui. Pero como escribió Luis Hernández Navarro, la oposición se suicidó cuando el autoproclamado presidente interino pidió la intervención militar estadounidense en su propio país. Aparte de la traición a la patria y la enorme perversidad entrañada en esa solicitud, revela una gran ignorancia sobre la cultura política y los sentimientos patrióticos y antimperialistas del pueblo venezolano, que no le perdonará su infamia.
Estados Unidos se ha metido en un gran problema y ha arrastrado consigo a la Unión Europea, que ya anda buscando como cautela sus intereses en Venezuela ante el hecho evidente de que Guaidó es el presidente fantasmagórico de un gobierno gaseoso y Maduro se queda, sólidamente enraizado en el pueblo venezolano.

Twitter:@guerraguerra
Tomado de Rebelión que ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

7 meses después CNN confirma que presidente Maduro fue víctima de un atentado terrorista el 4 de agosto

La cadena estadounidense CNN presentó un reportaje en el que mostró nuevos videos y detalles que probarían que un grupo insurgente estaría detrás del ataque con drones perpetrado contra Nicolás Maduro el 4 de agosto del 2018, cuando el chavista se encontraba encabezando un acto militar en Caracas, Venezuela.

"Que se sepa, es el primer intento de matar a un jefe de Estado con un artefacto comercial de este tipo, comprado en línea y ensamblado a mano con explosivos militares en su interior", afirma el medio, que divulgó una entrevista con un sujeto que dice ser un organizador del ataque, así como videos de los preparativos del mismo.

El presunto organizador del ataque, que habló bajo condición de anonimato, dijo a CNN que el plan fue orquestado por un grupo integrado por desertores de la Fuerza Armada de Venezuela y otras personas, con el objetivo de asesinar a Maduro. Todo fue preparado en una hacienda alquilada en el campo colombiano.

Además, el hombre proporcionó videos grabados con celulares que mostraban drones, explosivos y vuelos de práctica. También se puede oír de fondo a varios hombres quejándose del tamaño de los tornillos y de lo difícil que es leer las instrucciones en chino.

Según su testimonio, los desertores venezolanos ordenaron los drones disponibles por Internet en Estados Unidos dos semanas antes del ataque y los adaptaron para detonar una bomba casera a través de un aplicación a control remoto.

Finalmente, dos drones cargados con explosivos detonaron en la tarde del sábado 4 de agosto del 2018 mientras Maduro encabezaba un acto oficial ante cientos de militares de la Guardia Nacional y que se transmitía en vivo por televisión, dijeron las autoridades.

Maduro no resultó herido. Decenas de personas fueron arrestadas por lo ocurrido.

El organizador del plan dijo a CNN que el ataque fue frustrado por guardias que detonaron los drones prematuramente. "Los bloqueadores de señales de teléfono celular que protegen al presidente se reactivaron de repente, causando los estallidos", señala el medio.

- "Fue una decisión difícil" -

Al ser preguntado sobre por qué creyeron que un plan de asesinato era necesario en lugar de la vía pacífica, el sujeto afirmó que fue una "decisión difícil" adoptada luego de haber intenado "todas las vías pacíficas".

"Hemos tratado por todas las vías pacíficas y democráticas de poner fin a esta tiranía que se disfraza de democracia [...] Tenemos amigos presos, torturados. Esta fue una decisión difícil", afirmó.

Asimismo, reconoció que el ataque pudo haber cobrado la vida de otras personas además de Maduro. "Ese fue el riesgo que tuvimos que asumir", asegura.

Tras el ataque, Maduro acusó a Colombia y a Estados Unidos de haber intentado asesinarlo. Sin embargo, el organizador del ataque dijo a CNN que Colombia no estuvo involucrada.

Asimismo, aseguró que se reunieron con varios funcionarios del Gobierno de Estados Unidos tres veces luego del ataque, quienes buscaban información sobre lo ocurrido.

"Ellos concertaron tres reuniones después, imagino que para recopilar información que les permitiera estudiar el caso, pero no pasó de allí. [...] Querían obtener datos y nosotros pedimos cosas a cambio. Tomaron nota de eso, y preguntamos si podían ayudar. Entonces simplemente se fueron con sus apuntes y nunca más aparecieron", señaló.

AMLO: aprobación popular creciente

Miguel Ángel Ferrer

Según todas las encuestas del dominio público es muy alto el porcentaje de aprobación de los actos de gobierno del presidente López Obrador y del propio jefe del Poder Ejecutivo. Una aprobación que en general se acerca al 90 por ciento. Algunos sondeos, ciertamente, no alcanzan esa cifra máxima, pero están muy próximos a ella. Y en ningún caso bajan del 70 por ciento.

De modo que de cada 10 mexicanos, entre 7 y 9 aprueban los actos del nuevo gobierno. Se trata indudablemente de un fenómeno social inédito en la historia de México. Y máxime si se toma en cuenta que se trata de un porcentaje de aprobación logrado en medio y a contrapelo de una enorme campaña de descalificaciones y ataques contra el presidente y su gobierno por cuenta del conservadurismo mexicano.

Una campaña que bien podría calificarse de guerra sucia, de propaganda negra, de terrorismo informativo y hasta de sabotaje económico. Una campaña que reedita los modos y los propósitos de la tristemente célebre cruzada antiobradorista que se expresó en la frase “López Obrador es un peligro para México”.

En el ámbito de la economía ahora se habla, por ejemplo y sin ninguna base objetiva, de un inminente colapso de Petróleos Mexicanos. De la imposibilidad de recuperación financiera de la paraestatal. De una política oficial de nuevos gasolinazos. De peligros de nuevas etapas de desabasto de combustibles. De un presente y un futuro de caída en la producción de estos estratégicos bienes.

A este terrorismo informativo lo proveen de abundantes municiones las empresas financieras, la calificadoras, los bancos privados nacionales y extranjeros y la industria de la especulación financiera y monetaria.

Y por lo que toca a la esfera política se habla calumniosamente de un regreso al viejo autoritarismo pripanista. De un nuevo tlatoani, de una renovada dictadura unipersonal, de un presidente iluso, demagogo y mesiánico.

Nada de esto ha servido para disminuir o detener la aprobación popular a López Obrador. Más bien ha ocurrido lo contrario. Cada ataque infundado, cada calumnia, cada pronóstico catastrofista redunda en el incremento de la aprobación popular del nuevo gobierno.

Y es que la testaruda realidad es más poderosa que los infundios. Existe una atmósfera social de satisfacción con lo hecho y de esperanza en nuevos y más importantes logros.

Es claro que mientras López Obrador continúe por la ruta de gobernar para el pueblo, de gobernar para todos y no sólo para la plutocracia, la enorme aprobación popular al nuevo gobierno tenderá a mantenerse y consolidarse.

Blog del autor: www.economiaypoliticahoy.wordpress.com