07-12-2011
De lo que ahora se trata es ocupar fábricas, bancos, empresas comerciales, supermercados, aeropuertos, hospitales, universidades...
Indignación, comprensión y acción
Aquiles Montoya
Rebelión
En cierta ocasión en que visité Canadá para hablar sobre la economía solidaria, un viejo intelectual de ese país me compartió un mensaje para cambiar este mundo: necesitamos actuar with heart, with head and with hand. Recuerdo este mensaje a raíz de los sucesos actuales, y puedo darme cuenta de cuanta razón había en su planteamiento: necesitamos indignarnos, lo cual tiene que ver con nuestros sentimientos, con el corazón, pero la indignación exige el comprender la razón, el por qué de aquello que nos indigna y para ello necesitamos, hacer uso de nuestro cerebro, de nuestra mente. Pero de muy poco servirá la indignación y la comprensión de las causas que nos han llevado a indignarnos, si no hacemos nada para cambiar la realidad, esa, que motiva nuestra indignación.
Pues bien, de eso trata este breve artículo, que en cierta forma, busca además desenmascarar nuevamente a los neokeynesianos y socialdemócratas que con sus recetas de "alta cocina" pretenden alargarle la vida al sistema capitalista: pero también a cierta izquierda acomodaticia y pusilánime que no se atreve a proponer soluciones radicales. Pero sobre todo, busca animar y animarnos a quienes somos consecuentemente anticapitalistas.
La indignación
Ciertamente es necesario indignarse ante las injusticias, ante las arbitrariedades, ante la destrucción del planeta, ante la cultura patriarcal, ante la pérdida de la vivienda, del trabajo, de los onerosos intereses de las tarjetas de crédito, ante la necesidad de servicios de salud y de educación gratuitos y de calidad, ante la opulencia y el despilfarro de los ricos, ante la desinformación de los grandes medios de comunicación, ante los bombardeos de la población civil indefensa, ante la destrucción de la amazonia, ante el hambre de los pueblos del tercer mundo, ante el derroche de los recursos energéticos, ante el encarecimiento del precio de los alimentos, ante el uso de transgénicos, ante la explotaciones mineras, ante el uso de la energía nuclear, ante la caza de ballenas, ante la mendicidad, ante la corrupción, ante el irrespeto a los derechos humanos, ante el bloqueo a Cuba, ante la muerte de niños y adultos por inanición, ante la extinción de especies animales y vegetales, ante la farsa de las elecciones y los políticos, ante el engaño de la democracia, etc. etc. Pero mientras no comprendamos las causas de estos males, mientras no vayamos a la raíz última de toda esa problemática, será muy poco lo que podamos hacer.
La comprensión
Si un sistema socioeconómico no es capaz de garantizar la reproducción material y espiritual de las personas, si no es capaz de asegurar la equidad de género, si no es capaz de preservar la naturaleza, debería de ser obvio que es un sistema que no tiene razón de existir y que deberíamos de encontrar la forma de acabar con él y crear un nuevo sistema.
Pero es necesario que nos preguntemos: ¿por qué este sistema, el sistema capitalista, presenta tal incapacidad? Y una primera respuesta la encontramos en su racionalidad económica, la cual se reduce a la búsqueda insaciable de maximizar los beneficios, o para evitar cualquier posible equívoco, a maximizar las ganancias de los capitalistas. Y una segunda respuesta, la encontramos en su lógica operacional, la cual se fundamenta en la explotación del trabajo asalariado y en la expoliación de los trabajadores no asalariados. Esto es en la subsunción del trabajo en el capital, ya sea directa o indirecta. Una tercera respuesta la encontramos en la necesidad que presenta el capital de acumular, lo cual tiene como resultado la concentración y centralización del capital, cuya manifestación empírica la constituyen en la actualidad las corporaciones transnacionales y según un estudio reciente de las 43,000 corporaciones a nivel mundial, apenas 147 compañías controlan el 40% de la riqueza mundial. Una cuarta razón la encontramos, en la necesidad que presenta el capital de incrementar su composición orgánica, a fin de elevar su productividad, lo cual tiene, al menos, dos implicaciones, primera, cada vez se demanda menos trabajadores en relación a la inversión en medios de producción o de circulación y la segunda, es que al volverse más productivo el capital insume más recursos, produce más mercancías y exige mayores niveles de consumo, esto es, genera el consumismo, a la par que agota los recursos naturales. Una quinta razón la encontramos en que al demandar cada vez menos trabajadores en la economía real, se genera una menor demanda, la cual temporalmente se supera con el crédito. No casual en este contexto comprender que el capital financiero esté más interesado en ofrecer créditos para el consumo que para la producción. Pero al tener el capital industrial más dificultades para darle salida a la producción y contar con capital dinero en abundancia, acude a la inversión o a la especulación en las actividades financieras, las cuales terminan en las crisis que recién hemos visto. Pero existe una sexta razón que nos permite comprender los impactos negativos en la clase trabajadora y es que, el capital busca incrementar su valorización y a su vez ampliar su órbita de valorización, para lograr lo primero acude a disminuir, evadir o a eludir impuestos y para lo segundo, promueve las privatizaciones.
Una séptima razón de la incapacidad del capitalismo de garantizar la vida humana deviene de su búsqueda constante de desvalorización de la fuerza de trabajo, la cual la logra con las privatizaciones, con las fusiones y absorciones y con la disminución del gasto público. Y adicionalmente genera una sobrepoblación relativa, o para ser más claros, un contingente de personas desempleadas o subempleadas que están dispuestas a cualquiera cosa con tal de paliar su miseria o bien, optan por las drogas, las migraciones o por el suicidio. Toda esta situación es caldo de cultivo para el narcotráfico, la delincuencia, la xenofobia y el racismo. Y la gran paradoja, que voten por partidos de derecha fascistas.
Una octava razón es que capitalismo ha funcionalizado la cultura patriarcal para su beneficio y se aprovecha de la misma para sobreexplotar a las mujeres. Las maquilas en el tercer mundo son un claro ejemplo de este fenómeno, pero no es el único, en cualquier país capitalista desarrollado o subdesarrollado las mujeres tienen salarios inferiores a los hombres por trabajos iguales. Una novena razón tiene que ver con la degradación, contaminación y agotamiento de los recursos naturales, con la extinción de especies animales y vegetales. Para el capital, lo único que importa es la ganancia, aunque en su búsqueda loca, irracional y salvaje de la misma ponga en riesgo la vida de la humanidad. Una décima razón tiene que ver con la alienación, con la desinformación y la robotización de los seres humanos. El capitalismo nos ha deshumanizado, nos ha hecho seres infelices, desgraciados, que ya no trabajamos para vivir sino que vivimos para trabajar. El trabajo no nos realiza y mucho menos nos hace felices.
Bien, para no alargar demasiado este escrito, pero para que hagamos de él, un trabajo lo más completo posible, los animo a que añadan ustedes cualquiera otras razones que, a su juicio, debe de contener. Por mi parte pasaré al otro apartado que me he propuesto presentarles, desde el submundo para el mundo capitalista, no sin antes añadir que vivimos una época dominada por la locura del capital ficticio que doblega países, gobiernos y que precariza a los pueblos. Los grandes financistas actúan con el mismo código de la mafia: o pagas o te mueres.
La acción o la destrucción de los ídolos.
El primer ídolo que debemos derrumbar es el del capital. Todo capital es plusvalía capitalizada o trabajo no pagado. La clase trabajadora es la única que crea riqueza, aunque en este sistema sólo tenga acceso a las migajas. Pero vea usted como son las cosas, los productos del trabajo, se convierten en mercancías, las mercancías se desdoblan en mercancías y dinero, el dinero deviene en capital y el capital en su forma más abstracta se transforma en capital ficticio. Esta es su forma más fetichizada, pero es un fetiche que mata. A lo largo de la historia los pueblos han derrumbado a tales ídolos y para acabar con éste, basta con no pagar. ¿Será esto algo tan terrible como para que no lo podamos hacer? Los sumos sacerdotes del capitalismo nos amenazan con toda forma de desgracias, su imaginación no tiene límites para pintarnos un mundo trágico, pero la razón es que nos quieren seguir manteniendo doblegados, sumisos, explotados y expoliados.
El segundo ídolo que es preciso derrumbar es el del poderío militar que dirige y controla, obviamente, el capital, o si usted así lo prefiere las 147 super corporaciones que han privatizado el planeta y al hacerlo nos han privado al resto de la humanidad de cualquier posibilidad de vida digna. Algunos seguramente dirán: ¿Quién puede detener el poderío militar de USA, de la UE, de Japón, de Rusia o de China? Cuando existía la URSS, la cosa era diferente, pero ahora las cosas son diferentes! Hay una frase en el tercer mundo que tiene mucho de verdad: Solo el pueblo salva al pueblo. Pues bien, los pueblos están comprendiendo que sus mandatarios, que los políticos, que los medios de comunicación, que los tribunales de justicia, que la libertad, que la democracia, que las elecciones, que los derechos humanos, que la ONU, no responden a los interés de las mayorías populares y que han sido estafados y no hay cosa que indigne más a la gente que la tomen por pendeja. Y es precisamente, ante esta realidad, cuando el capitalismo se ha desnudado, cuando estamos viendo a los burgueses con sus vientres pronunciados y las huellas de tantas cirugías estéticas que se han realizado, que el pueblo, la clase trabajadora, las mayorías populares optan por la desobediencia civil, como primera medida. Recuérdese lo que logró Gandhi ante el poderoso imperio británico de su época, o las luchas de Martin Luther King o las protestas contra la guerra en Vietnam en USA. La historia está pletórica de ejemplos. Los pueblos, por muy oprimidos que se encuentren, lo único que no pierden nunca es el derecho a no obedecer órdenes. ¿Qué harán los generales ante la insubordinación de la tropa?
Pero, luego vienen las otras acciones, que han ido madurando en las concentraciones, en las tomas de parques y plazas, en las reuniones, en las discusiones, en las comunicaciones interpersonales, porque de lo que se trata es de que rueden por el fango los ídolos que nos han dominado y aparecen otras acciones de resistencia: no trabajar, no comprar, no pagar, no reprimir, no votar, apagar los televisores y las radios, no leer los periódicos, y optar por articularse masivamente en las redes sociales vía internet.
La segunda parte de la acción: la creación.
Ocupar parques y plazas estuvo bien para elevar la conciencia revolucionaria, pero de lo que ahora se trata, lo que ahora procede es ocupar fábricas, bancos, empresas comerciales, supermercados, aeropuertos, hospitales, universidades, estaciones de policía, destacamentos militares, oficinas gubernamentales. Se trata de ocupar todo. Los trabajadores y trabajadoras deben asumir el control de la sociedad.
En un primer momento para sobrevivir se impone el trueque y poco importará el origen de lo que usted esté dispuesto a intercambiar, mucho menos el valor comercial, las cosas se verán como lo que son: valores de uso, objetos que satisfacen necesidades.
En un segundo momento, se crearan las empresas autogestionarias en cualquier ámbito de la actividad económica, ya sea en la producción de bienes materiales o inmateriales. La economía se orienta hacia una actividad social en beneficio de la sociedad. Una sociedad que practica la austeridad en el consumo, no como una virtud sino como una necesidad. Necesidad de satisfacer su reproducción material y espiritual, pero a su vez con la necesidad de preservar los ecosistemas que sustentan la vida, cualquier tipo de vida.
En un tercer momento y cuando se tenga el control de la sociedad fruto de la organización, la autogestión, la cooperación y la solidaridad se comenzará el proceso de construcción de la nueva sociedad: la sociedad solidaria. Viviremos en una sociedad austera, a fin de satisfacer las necesidades de todos los humanos, a la vez, que se preserve el entorno natural que lo sustenta.
Las diferencias sociales basadas en raza, religión, género serán superadas. Si bien los seres humanos no somos idénticos, la diferencia no debe de ser motivo de discriminación ni de desigualdad, sino de respeto, e incluso, de admiración.
En una sociedad solidaria, o si usted prefiere llamarle, en una sociedad comunista, las relaciones de poder y de propiedad desaparecerían. El poder pasaría a ser reemplazado por la solidaridad y la propiedad, por la tenencia.
Para finalizar este escrito, hago referencia a dos cuestionamientos que con frecuencia se aducen cuando se realiza cualquier tipo de propuesta. Estos cuestionamientos se refieren a la viabilidad y a la factibilidad, y suelen usarse en el mismo sentido y con la misma intencionalidad: evidenciar lo inútil, lo inoficioso y lo sin sentido que resultan las propuestas utópicas. Y es que en la sociedad capitalista calificar de utópico a algo significa descalificarlo a priori. A la utopía – al realismo utópico, diríamos nosotros- se contrapone entonces el falso realismo pragmático, el cual no es realista, ni pragmático, ya que sencillamente se trata de una modalidad de conservadurismo interesado.
Frente a estos cuestionamientos debo manifestar que las propuestas realizadas aquí planteadas no son fruto de la imaginación ni de la ingenuidad. Son experiencias reales que han ocurrido y que ocurren a lo largo y ancho del mundo, con especial énfasis en el Sur, y que demuestran en la práctica que otro mundo mejor a este, es posible. Se trata de experiencias de economía solidaria que existen en todo el mundo y que han transformado la forma de vivir, de pensar y de relacionarse entre sus integrantes. Son experiencias que tienen resultados asombrosos, y con grandes potencialidades en términos ambientales, de igualdad de género, de realización humana, etc. Si bien, como decía Rosa Luxemburgo, no podemos hacer de la necesidad una virtud, si podemos hacer de la virtud una necesidad. La solidaridad la practican los pobres no por virtuosos, sino por necesidad. Y para esta humanidad, la solidaridad es una necesidad para seguir existiendo.
Aquiles Montoya es economista marxista, profesor del departamento de economía de la UCA de El Salvador.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=140835
viernes, 9 de diciembre de 2011
Nace la CELAC, agoniza Europa
Juan Carlos Monedero
Rebelión
6 Diciembre 2011
Sarkozy, Merkel, Rajoy hablan del continente. Les salen bancos, recortes, sacrificios sociales. Se les ha olvidado Europa. O nunca la entendieron. Empezaron en la política de políticos. Y cuando te socializas en esas reglas, ya no sabes encontrar el camino de salida. Te lo tiene que enseñar la gente en la calle.
José Mujica, Presidente del Uruguay, habla con Chávez y Morales en las reuniones de la CELAC. Dice con convencimiento de viejo y rabia de urgencia: “¡O las embarazadas de nuestros pueblos comen bien o sus niños van a arrastrar ese problema toda la vida!” Dolor de gente. Dolor antiguo que llevó a Mujica a la cárcel. Y a Dilma Roussef, y a García Linera, y a Raúl Castro, y a Hugo Chávez. Y a tantos otros cientos de miles. Cárcel, muerte, oprobio. Pero al final ganaron. Entraron a la política desde la calle. Guerrilleros convertidos en gobierno.
Europa tiene reyes, armas nucleares, bancos internacionales, primas de riesgo y promesas de jornadas laborales interminables. En Suramérica hablan de romper con un norte que les ha invadido, robado el gas y el petróleo, los minerales, los frutos y las plantas. Un norte que les ha saqueado aerolíneas, trenes, comunicaciones, la tierra y el agua. Con ayuda de una oligarquía criolla, blanca y eterna, que veraneaba en Miami, en París y en Madrid. El nacimiento de la CELAC estaba lleno de negros que ya no son sombras.
33 países, 600 millones de personas, la reserva de petróleo, gas y agua del mundo, de la biodiversidad, de las culturas ancestrales. Ni China ni Europa entienden la madre tierra. América Latina sí. En la CELAC hablan de la Pachamama. Otra tarea para el Sur americano que no van a resolver en otros lados.
La OEA, dijo el Che, era el Ministerio de Colonias de los EEUU. Expulsaron a Cuba después de la revolución, y el continente calló. Calló también cuando dieron el golpe contra Allende. Calló en el golpe contra Chávez. Demostró su impotencia en el golpe contra Honduras. Ahora, ha recuperado la voz y ya no necesita gendarmes. Decidir en el sur los problemas del sur.
Europa se creó sobre las cenizas del fascismo. La CELAC, sobre las cenizas del neoliberalismo. Sin Hitler, no habría UE. Sin EEUU, no habría CELAC. Chávez lo entendió y se montó en la grupa de Bolívar para señalar al norte por su responsabilidad y su amenaza. Por eso Mr. Danger. Por eso Pitiyankis. Por eso tenía que oler a azufre en Naciones Unidas. Para que el continente despertara. Para ver a quien no te deja ser.
Europa tenía mucho y lo está perdiendo. América Latina no tenía casi nada y lo está ganando. Europa está sumida en el miedo. América, en la esperanza. Apenas está naciendo. Queda todo por delante. Toma aire para lanzar el salto. Europa resuella sin fuelle. Europa suspira, América se llena de oxígeno los pulmones. Con la misma madera, puedes hacer ataúdes o violines.
La CELAC nace con voluntad de ser. No se le escapan los problemas. Apostar por la ampliación en vez de por la profundización es generoso. Sentar en la misma mesa a quien podía ser el Israel de los Estados Unidos en la zona -Colombia-, al país condenado a compartir miles de kilómetros de frontera -México- o al gobierno que no sabe hablar mal de Pinochet -Chile- es un reto que merece la pena sólo fuera por la invitación a estos gobernantes de que vuelven a a mirar hacia el Sur. En Europa, el núcleo duro lo componen los más egoístas -Alemania y Francia-; en la CELAC, los más desprendidos -los del ALBA-.
Escribió el poeta: “en Europa, a la paloma de la paz se la comió la gallina de los huevos de oro. En Suramérica, aves de colores alzan el vuelo y obligan a mirar con altura”.
http://www.cubadebate.cu/especiales/2011/12/06/nace-la-celac-agoniza-europa/
Rebelión
6 Diciembre 2011
Sarkozy, Merkel, Rajoy hablan del continente. Les salen bancos, recortes, sacrificios sociales. Se les ha olvidado Europa. O nunca la entendieron. Empezaron en la política de políticos. Y cuando te socializas en esas reglas, ya no sabes encontrar el camino de salida. Te lo tiene que enseñar la gente en la calle.
José Mujica, Presidente del Uruguay, habla con Chávez y Morales en las reuniones de la CELAC. Dice con convencimiento de viejo y rabia de urgencia: “¡O las embarazadas de nuestros pueblos comen bien o sus niños van a arrastrar ese problema toda la vida!” Dolor de gente. Dolor antiguo que llevó a Mujica a la cárcel. Y a Dilma Roussef, y a García Linera, y a Raúl Castro, y a Hugo Chávez. Y a tantos otros cientos de miles. Cárcel, muerte, oprobio. Pero al final ganaron. Entraron a la política desde la calle. Guerrilleros convertidos en gobierno.
Europa tiene reyes, armas nucleares, bancos internacionales, primas de riesgo y promesas de jornadas laborales interminables. En Suramérica hablan de romper con un norte que les ha invadido, robado el gas y el petróleo, los minerales, los frutos y las plantas. Un norte que les ha saqueado aerolíneas, trenes, comunicaciones, la tierra y el agua. Con ayuda de una oligarquía criolla, blanca y eterna, que veraneaba en Miami, en París y en Madrid. El nacimiento de la CELAC estaba lleno de negros que ya no son sombras.
33 países, 600 millones de personas, la reserva de petróleo, gas y agua del mundo, de la biodiversidad, de las culturas ancestrales. Ni China ni Europa entienden la madre tierra. América Latina sí. En la CELAC hablan de la Pachamama. Otra tarea para el Sur americano que no van a resolver en otros lados.
La OEA, dijo el Che, era el Ministerio de Colonias de los EEUU. Expulsaron a Cuba después de la revolución, y el continente calló. Calló también cuando dieron el golpe contra Allende. Calló en el golpe contra Chávez. Demostró su impotencia en el golpe contra Honduras. Ahora, ha recuperado la voz y ya no necesita gendarmes. Decidir en el sur los problemas del sur.
Europa se creó sobre las cenizas del fascismo. La CELAC, sobre las cenizas del neoliberalismo. Sin Hitler, no habría UE. Sin EEUU, no habría CELAC. Chávez lo entendió y se montó en la grupa de Bolívar para señalar al norte por su responsabilidad y su amenaza. Por eso Mr. Danger. Por eso Pitiyankis. Por eso tenía que oler a azufre en Naciones Unidas. Para que el continente despertara. Para ver a quien no te deja ser.
Europa tenía mucho y lo está perdiendo. América Latina no tenía casi nada y lo está ganando. Europa está sumida en el miedo. América, en la esperanza. Apenas está naciendo. Queda todo por delante. Toma aire para lanzar el salto. Europa resuella sin fuelle. Europa suspira, América se llena de oxígeno los pulmones. Con la misma madera, puedes hacer ataúdes o violines.
La CELAC nace con voluntad de ser. No se le escapan los problemas. Apostar por la ampliación en vez de por la profundización es generoso. Sentar en la misma mesa a quien podía ser el Israel de los Estados Unidos en la zona -Colombia-, al país condenado a compartir miles de kilómetros de frontera -México- o al gobierno que no sabe hablar mal de Pinochet -Chile- es un reto que merece la pena sólo fuera por la invitación a estos gobernantes de que vuelven a a mirar hacia el Sur. En Europa, el núcleo duro lo componen los más egoístas -Alemania y Francia-; en la CELAC, los más desprendidos -los del ALBA-.
Escribió el poeta: “en Europa, a la paloma de la paz se la comió la gallina de los huevos de oro. En Suramérica, aves de colores alzan el vuelo y obligan a mirar con altura”.
http://www.cubadebate.cu/especiales/2011/12/06/nace-la-celac-agoniza-europa/
Gracias, comandante Daniel Ortega
Rafael Cancel Miranda
Hará algún tiempo, allá en Trinidad y Tobago durante la Cumbre de las Américas, fue usted la voz de Puerto Rico en aquella conferencia internacional de países hermanos. Le expresé, en aquel entonces, las gracias en nombre del pueblo patriota puertorriqueño y ahora tengo la alegría de repetirle nuestras gracias, esta vez por ser nuestra voz en la reunión fundacional de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), celebrada recientemente en Caracas, República Bolivariana de Venezuela.
Soy consciente de que la mayoría de los países hermanos en esta conferencia deseaban que Puerto Rico estuviera representado, pese a que desde 1898 somos una colonia del imperio norteamericano. Sé que entre esos países hermanos hay tres o cuatro que desgraciadamente son semicolonias del imperio yanqui y, por lo tanto, responden a las políticas del imperio.
Sé que no le he dicho esto antes, Comandante, pero el único pasaporte que he tenido ha sido el honroso pasaporte nicaragüense, pues al no aceptar la imposición de la ciudadanía estadounidense anglosajona, tampoco acepto su pasaporte. Cuando podía viajar con mi acta de nacimiento y mi licencia de conducir, en más de una ocasión estuve en Nicaragua. En uno de esos viajes transportábamos a un joven combatiente del frente de guerra en Darío para llevarlo a un hospital en Managua. Recuerdo el valor de aquel joven a quien le habían atravesado el tobillo de un balazo. Protestaba porque quería seguir combatiendo. Ese mismo joven, en el trayecto, nos dice a dos compañeras puertorriqueñas y a mí que si alguna vez los puertorriqueños lo necesitábamos para combatir a nuestro lado contra los yanquis, le avisáramos y así lo haría. Usted, Comandante, ha hecho realidad la promesa de aquel joven nicaragüense. Durante nuestra estadía en la ciudad de Darío los contra emboscaron una camioneta en la se transportaban unos compas sandinistas que iban a defender una cooperativa en la montaña, la cual había sido salvajemente atacada por los contra. Varios jóvenes murieron en la emboscada. Tuve el honroso privilegio de representar al Frente Sandinista de Liberación Nacional y colocar las ofrendas florales en dos de las tumbas. Luego, las dos puertorriqueñas—una de ellas la madre de dos ex prisioneras políticas puertorriqueñas que pasaron veinte años en las prisiones yanquis acusadas de pertenecer a las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN)— y yo fuimos en una camioneta con combatientes sandinistas a la cooperativa que había sido atacada. Recuerdo que le dije a uno de los compañeros sandinistas que llevaba dos fusiles que si nos atacaban me diera uno de ellos.
Y hay otras relaciones entre nuestras dos patrias que quisiera mencionarle, Comandante. Allá por la década de 1930, el gobierno yanqui envió a Puerto Rico a un tal coronel Elisha Francis Riggs como jefe de la policía insular con la encomienda expresa de exterminar el Partido Nacionalista de Puerto Rico. Dirigidos por ese bandido, la policía en Puerto Rico masacró a cuatro jóvenes nacionalistas. Fue ese mismo coronel Riggs uno de los sicarios que asesinó al General de Hombres Libres Augusto César Sandino. El 23 de febrero de 1936 los jóvenes nacionalistas puertorriqueños Hiram Rosado y Elías Beauchamp ajusticiaron a este criminal en San Juan de Puerto Rico.
Le reitero las gracias, Comandante, y en nombre de mi pueblo y del general puertorriqueño Antonio Valero Bernabé, uno de los libertadores que combatió al lado del general Simón Bolívar por la libertad de la Gran Colombia, le saludo. ¡Hasta la victoria siempre!
RAFAEL CANCEL MIRANDA
Ex prisionero político
5 de diciembre de 2011
San Juan, Puerto Rico
http://www.tercerainformacion.es/spip.php?article31657
Hará algún tiempo, allá en Trinidad y Tobago durante la Cumbre de las Américas, fue usted la voz de Puerto Rico en aquella conferencia internacional de países hermanos. Le expresé, en aquel entonces, las gracias en nombre del pueblo patriota puertorriqueño y ahora tengo la alegría de repetirle nuestras gracias, esta vez por ser nuestra voz en la reunión fundacional de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), celebrada recientemente en Caracas, República Bolivariana de Venezuela.
Soy consciente de que la mayoría de los países hermanos en esta conferencia deseaban que Puerto Rico estuviera representado, pese a que desde 1898 somos una colonia del imperio norteamericano. Sé que entre esos países hermanos hay tres o cuatro que desgraciadamente son semicolonias del imperio yanqui y, por lo tanto, responden a las políticas del imperio.
Sé que no le he dicho esto antes, Comandante, pero el único pasaporte que he tenido ha sido el honroso pasaporte nicaragüense, pues al no aceptar la imposición de la ciudadanía estadounidense anglosajona, tampoco acepto su pasaporte. Cuando podía viajar con mi acta de nacimiento y mi licencia de conducir, en más de una ocasión estuve en Nicaragua. En uno de esos viajes transportábamos a un joven combatiente del frente de guerra en Darío para llevarlo a un hospital en Managua. Recuerdo el valor de aquel joven a quien le habían atravesado el tobillo de un balazo. Protestaba porque quería seguir combatiendo. Ese mismo joven, en el trayecto, nos dice a dos compañeras puertorriqueñas y a mí que si alguna vez los puertorriqueños lo necesitábamos para combatir a nuestro lado contra los yanquis, le avisáramos y así lo haría. Usted, Comandante, ha hecho realidad la promesa de aquel joven nicaragüense. Durante nuestra estadía en la ciudad de Darío los contra emboscaron una camioneta en la se transportaban unos compas sandinistas que iban a defender una cooperativa en la montaña, la cual había sido salvajemente atacada por los contra. Varios jóvenes murieron en la emboscada. Tuve el honroso privilegio de representar al Frente Sandinista de Liberación Nacional y colocar las ofrendas florales en dos de las tumbas. Luego, las dos puertorriqueñas—una de ellas la madre de dos ex prisioneras políticas puertorriqueñas que pasaron veinte años en las prisiones yanquis acusadas de pertenecer a las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN)— y yo fuimos en una camioneta con combatientes sandinistas a la cooperativa que había sido atacada. Recuerdo que le dije a uno de los compañeros sandinistas que llevaba dos fusiles que si nos atacaban me diera uno de ellos.
Y hay otras relaciones entre nuestras dos patrias que quisiera mencionarle, Comandante. Allá por la década de 1930, el gobierno yanqui envió a Puerto Rico a un tal coronel Elisha Francis Riggs como jefe de la policía insular con la encomienda expresa de exterminar el Partido Nacionalista de Puerto Rico. Dirigidos por ese bandido, la policía en Puerto Rico masacró a cuatro jóvenes nacionalistas. Fue ese mismo coronel Riggs uno de los sicarios que asesinó al General de Hombres Libres Augusto César Sandino. El 23 de febrero de 1936 los jóvenes nacionalistas puertorriqueños Hiram Rosado y Elías Beauchamp ajusticiaron a este criminal en San Juan de Puerto Rico.
Le reitero las gracias, Comandante, y en nombre de mi pueblo y del general puertorriqueño Antonio Valero Bernabé, uno de los libertadores que combatió al lado del general Simón Bolívar por la libertad de la Gran Colombia, le saludo. ¡Hasta la victoria siempre!
RAFAEL CANCEL MIRANDA
Ex prisionero político
5 de diciembre de 2011
San Juan, Puerto Rico
http://www.tercerainformacion.es/spip.php?article31657
La Celac y la desmesura del sueño bolivariano
Ángel Guerra Cabrera
La cumbre constitutiva de la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (Celac), celebrada en Caracas los días 2 y 3 de diciembre, es un hecho de incuestionable dimensión histórica. En este caso cabe utilizar el calificativo sin temor a exagerar. La reunión superó las expectativas más optimistas por el espíritu democrático con que fue preparada por los anfitriones venezolanos en permanente consulta con los demás gobiernos, por el ambiente de hermandad en que se desarrolló, por lo sustancioso de sus documentos fundacionales que transpiran espíritu y léxico emancipadores, independientes y latinoamericanistas. A partir de ahora América Latina y el Caribe hablarán con voz propia en el concierto internacional multipolar, acelerado por la debacle del capitalismo neoliberal y las fracasadas guerras de agresión de Washington.
No obstante que en la Celac existan naciones con políticas neoliberales y otros que las cuestionan frontalmente, la cumbre marca la ruptura de la región con el monroísmo. Como lo prueba la experiencia previa, estas diferencias no deben impedir su funcionamiento. Sí conviene reiterar que el camino a seguir en adelante no estará exento de obstáculos endógenos y principalmente amenazas exógenas. En todo caso, la magnitud de sus objetivos de integración económica, cultural y política con inclusión social, cuidado por la naturaleza y participación ciudadana es inherente a la magnífica desmesura del sueño bolivariano y martiano. Así lo corroboran la Declaración de Caracas, el Procedimiento para el Funcionamiento de la Celac, el Plan de Acción de Caracas y los otros 20 documentos adoptados.
Cuando Bolívar enunció este ideal, luego actualizado por Martí, unos no lo creyeron viable, aunque lo acogieran como noble y hermoso; a otros les fue indiferente; otros más –los imperios y las oligarquías– se erigieron en sus enemigos jurados e hicieron cuanto estuvo a su alcance por ahogarlo en la cuna cuando se transformó en propuesta política. Pero siempre, hasta en las circunstancias más adversas, hubo quienes lo defendieran y le fueran fieles, como puede apreciarse en el interesante mano a mano sobre historia latinoamericana protagonizado en vísperas de la cumbre por los presidentes Cristina Fernández y Hugo Chávez en la televisión venezolana.
Aunque el espacio no me permita mencionar nombres, la creación de la Celac obliga a recordar a los luchadores sociales, revolucionarios y estudiosos que mantuvieron el sueño vivo y lo enriquecieron a lo largo de los años, muchos de ellos vinculados a la Universidad Nacional Autónoma de México. Más si me pidieran mencionar sólo un nombre de alguien que en los siglos XX y XXI ha creído, predicado y actuado fecundamente a favor de la necesidad de unir a Latinoamérica y el Caribe, ese sería Fidel Castro. Por citar un hecho poco conocido, el líder de la revolución cubana es el único personaje no perteneciente a la Comunidad de Estados del Caribe (Caricom) que por decisión de todos sus líderes ha recibido la Orden Honoraria de la misma, “homenaje al fervor y sacrificio que han acompañado a Fidel durante toda la vida de servicio dedicada a su país, a su región y al resto del mundo en desarrollo”, reza el acuerdo.
Por supuesto, es imposible explicarse la Celac sin la labor del Grupo de Río, primer mecanismo de concertación política netamente latinoamericano, y las cumbres de América Latina y el Caribe para el Desarrollo, en Brasil y México. Forman parte de su acervo, como se proclama en los documentos fundacionales. Añado como indispensable evocar que en la etapa comprendida entre los años 90 y la actualidad ha sido Hugo Chávez el mayor impulsor y tejedor de las alianzas, de los grandes entendimientos y consensos, uno de los forjadores principales de las instituciones y los contenidos solidarios en las relaciones latinocaribeñas que hicieron posible la exitosa creación de la Celac. Entre ellos tiene gran valor la restauración de las relaciones entre los gobiernos de Colombia y Venezuela gracias a una encomiable voluntad mutua.
Hace 17 años –cuatro antes de ser elegido presidente–, Hugo Chávez afirmó en la Universidad de la Habana: “El siglo que viene, para nosotros, es el siglo de la esperanza; es nuestro siglo, es el siglo de la resurrección del sueño bolivariano, del sueño de Martí, del sueño latinoamericano”. La historia le está dando la razón.
aguerra_123@yahoo.com.mx
(www.cubadebate.cu/noticias/2011/12/03/cristina-y-chavez-un-dialogo-excepcional
La cumbre constitutiva de la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (Celac), celebrada en Caracas los días 2 y 3 de diciembre, es un hecho de incuestionable dimensión histórica. En este caso cabe utilizar el calificativo sin temor a exagerar. La reunión superó las expectativas más optimistas por el espíritu democrático con que fue preparada por los anfitriones venezolanos en permanente consulta con los demás gobiernos, por el ambiente de hermandad en que se desarrolló, por lo sustancioso de sus documentos fundacionales que transpiran espíritu y léxico emancipadores, independientes y latinoamericanistas. A partir de ahora América Latina y el Caribe hablarán con voz propia en el concierto internacional multipolar, acelerado por la debacle del capitalismo neoliberal y las fracasadas guerras de agresión de Washington.
No obstante que en la Celac existan naciones con políticas neoliberales y otros que las cuestionan frontalmente, la cumbre marca la ruptura de la región con el monroísmo. Como lo prueba la experiencia previa, estas diferencias no deben impedir su funcionamiento. Sí conviene reiterar que el camino a seguir en adelante no estará exento de obstáculos endógenos y principalmente amenazas exógenas. En todo caso, la magnitud de sus objetivos de integración económica, cultural y política con inclusión social, cuidado por la naturaleza y participación ciudadana es inherente a la magnífica desmesura del sueño bolivariano y martiano. Así lo corroboran la Declaración de Caracas, el Procedimiento para el Funcionamiento de la Celac, el Plan de Acción de Caracas y los otros 20 documentos adoptados.
Cuando Bolívar enunció este ideal, luego actualizado por Martí, unos no lo creyeron viable, aunque lo acogieran como noble y hermoso; a otros les fue indiferente; otros más –los imperios y las oligarquías– se erigieron en sus enemigos jurados e hicieron cuanto estuvo a su alcance por ahogarlo en la cuna cuando se transformó en propuesta política. Pero siempre, hasta en las circunstancias más adversas, hubo quienes lo defendieran y le fueran fieles, como puede apreciarse en el interesante mano a mano sobre historia latinoamericana protagonizado en vísperas de la cumbre por los presidentes Cristina Fernández y Hugo Chávez en la televisión venezolana.
Aunque el espacio no me permita mencionar nombres, la creación de la Celac obliga a recordar a los luchadores sociales, revolucionarios y estudiosos que mantuvieron el sueño vivo y lo enriquecieron a lo largo de los años, muchos de ellos vinculados a la Universidad Nacional Autónoma de México. Más si me pidieran mencionar sólo un nombre de alguien que en los siglos XX y XXI ha creído, predicado y actuado fecundamente a favor de la necesidad de unir a Latinoamérica y el Caribe, ese sería Fidel Castro. Por citar un hecho poco conocido, el líder de la revolución cubana es el único personaje no perteneciente a la Comunidad de Estados del Caribe (Caricom) que por decisión de todos sus líderes ha recibido la Orden Honoraria de la misma, “homenaje al fervor y sacrificio que han acompañado a Fidel durante toda la vida de servicio dedicada a su país, a su región y al resto del mundo en desarrollo”, reza el acuerdo.
Por supuesto, es imposible explicarse la Celac sin la labor del Grupo de Río, primer mecanismo de concertación política netamente latinoamericano, y las cumbres de América Latina y el Caribe para el Desarrollo, en Brasil y México. Forman parte de su acervo, como se proclama en los documentos fundacionales. Añado como indispensable evocar que en la etapa comprendida entre los años 90 y la actualidad ha sido Hugo Chávez el mayor impulsor y tejedor de las alianzas, de los grandes entendimientos y consensos, uno de los forjadores principales de las instituciones y los contenidos solidarios en las relaciones latinocaribeñas que hicieron posible la exitosa creación de la Celac. Entre ellos tiene gran valor la restauración de las relaciones entre los gobiernos de Colombia y Venezuela gracias a una encomiable voluntad mutua.
Hace 17 años –cuatro antes de ser elegido presidente–, Hugo Chávez afirmó en la Universidad de la Habana: “El siglo que viene, para nosotros, es el siglo de la esperanza; es nuestro siglo, es el siglo de la resurrección del sueño bolivariano, del sueño de Martí, del sueño latinoamericano”. La historia le está dando la razón.
aguerra_123@yahoo.com.mx
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